(Entrevista con miembros de la columna extremeña en La Tuerka)
Marchar caminando, contra todas las inclemencias, para que ese esfuerzo levante conciencias y remueva frenos. Muchas horas por carreteras y caminos, con el pensamiento solitario acompasando los pies cansados. Un reflejo fugaz que piensa la insostenible situación dejada en casa. En las marchas, lucha decidida. Contra el paro, por la vivienda digna, por un empleo digno, por una renta básica, contra la deuda ilegítima, contra la represión, contra los enemigos de la democracia: dignidad y rebeldía.
Dice el diccionario de María Moliner que la palabra digno ”se aplica al que obra, habla, se comporta, de manera que merece el respeto y la estimación de los demás y de sí mismo, que no comete actos que degradan o avergüenzan, que no se humilla y que no tolera que le humillen”. Eso son las marchas de la dignidad: un no rotundo a los que quieren hacer de la humillación política de Estado. Los herederos del franquismo. Los enemigos del 90%.