¿Serás alguna vez, alma mía, buena, sencilla, una, desnuda, mas transparente que el cuerpo que te envuelve? ¿Probarás alguna vez la disposición del amor y del cariño? ¿Serás alguna vez completa, autosuficiente, sin añoranzas de nada, sin desear nada de animado ni inanimado para el goce de los placeres ni tiempo en que goces más, ni lugar o país, ni bonanza de clima, ni buena armonía entre los hombres? Antes bien, ¿estarás satisfecha con la situación actual, gozarás de todo lo presente y te convencerás a ti misma de que todo lo que te sobreviene es de los dioses, y de que te esta bien, y te estará, todo cuanto ellos quieran y cuanto vayan a darte para la salvación del ser perfecto, bueno, justo, hermoso, que produce todo, y contiene, retiene y abarca elementos que se disuelven para la generación de otros semejantes? ¿Serás alguna vez tal como para vivir en sociedad con los dioses y los hombres, de manera que nada les reproches ni seas condenada por ellos?