Fernando R. Genovés.Marco Aurelio, una vida contenida.Evohé Didaska. Madrid, 2012.
Siempre hay buenas razones para volver a los clásicos. En especial, volver a quienes, como Marco Aurelio, han dejado una obra de referencia de lo más estimable. Para muchos, entre quienes me incluyo, las Meditaciones representan un libro de cabecera.
Esa es la perspectiva con la que define Fernando R. Genovés su ensayo Marco Aurelio, una vida contenida, que publica Evohé Didaska, un recorrido por la vida y la obra de Marco Aurelio, eslabón de una cadena de filósofos morales de la que formarían parte también Montaigne y Spinoza que como él hicieron de la ética el eje de su pensamiento y sus escritos.
El contento moral y la coherencia del estoico son los objetivos que definen la ética del presente que dio uno de sus mejores frutos en las Meditaciones, que el emperador Marco Aurelio escribió en griego helenístico en el siglo II.
La ecuanimidad, la independencia de juicio, la piedad y la liberalidad, la constancia y la continencia, la frugalidad y la vigilancia sobre sí mismo, la llaneza en el trato y la impasibilidad ante las adversidades, la autosuficiencia, la razón natural y la tolerancia son algunas de las claves de la vida y la obra de quien hizo de la contención su disciplina espiritual y existencial y dejó testimonio de ello en unas Meditaciones que no contienen la propuesta de un sistema filosófico orgánico, pero constituyen –como señaló Stuart Mill- la más alta producción ética del espíritu antiguo.
Hasta tal punto es cierta esa afirmación que –concluye Fernando R. Genovés- con la desaparición de Marco Aurelio la sabiduría y la serenidad dejan de estar presentes en la acción política de la Antigüedad. En rigor, el mundo antiguo queda atrás. El estoicismo abandona el Poder, aunque no perderá en el futuro energía ni fuerza entre los hombres prudentes. Porque para muchos esta perspectiva moral e intelectual sigue definiendo la línea del horizonte en la que mirarse, en la que aprender a vivir, saber pensar y ser uno mismo.
Santos Domínguez