Fue un grito ahogado en un sollozo. Jamás había escuchado Marcos nada parecido. Seguía siendo de noche y la oscuridad no favorecía su discernimiento. Se levantó y fue a la habitación donde Andrea dormía en su cuna. Dormía hasta hacía poco tiempo, unas horas quizá; pero ahora no estaba allí. «Luisa, Luisa, Andrea no está en la cuna» El terror se apoderó de Marcos que despertó ya del todo como resultado del tremendo batacazo que acababa de darse. Luisa no atendía su llamada. ¿Por qué? De pronto, una voz: «Papi, ¿por qué lloras?» Era Andrea mirándolo atónita desde su cuna.