Marcos Ana ayer cumplió noventa años. Aunque si le preguntan él dice que sólo tiene sesenta y siete (descuenta los veintitrés de cárcel). Y es que pasó una parte importante de su vida encerrado. Completamente olvidado, perdido y a punto de morir en varias ocasiones.
Aún podría decir que tiene menos años, si descontara los de la guerra –vivir en la muerte—, y los del exilio –vivir en desarraigo.
Esa ha sido la vida de Marcos Ana. Un poeta y un hombre comprometido. Hoy en su aniversario vemos a un hombre lúcido que sonríe con facilidad, que no guarda rencor y que sin embargo sigue defendiendo las mismas ideas, las que defiende desde hace más de setenta años, las que le condenaron a una vida difícil. Pero él ha sido leal a sus ideas y no has ha traicionado nunca, aunque haya pagado un precio muy alto.
Ahí está, sabedor de que ha hecho lo que debía, de que no ha traicionado a nadie y de que hoy puede ir con la cabeza bien alta. Porque ha conseguido lo que pocos consiguen, vivir con coherencia aunque le haya tocado un tiempo oscuro y aunque le haya ido parte de su vida en ello.
El sábado 23 en el marco del 33 aniversario del asesinato de los abogados de Atocha, Marcos Ana será homenajeado y se le concederá el premio Abogados de Atocha en su sexta edición.
Y el 28 de enero en Barcelona presentará su autobiografía autobiografía: Decidme cómo es un árbol.
Premios y homenajes merecidos. Porque Marcos Ana ha sido ejemplo de libertad y de poeta comprometido.
Salud y República
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