María Cappa
La Marea
América Latina es un continente que ha batallado, y batalla, entre la libertad y la opresión. Un continente desangrado por militares, políticos e intereses comerciales. Y para entender su presente, es necesario conocer su historia reciente que, a fin de cuentas, es una historia constituida sobre una descarnada lucha anticomunista. Una lucha que perdura aún hoy y que, aunque haya evolucionado en las formas, el fondo permanece inmutable. Esta es la tesis que defiende el académico, sociólogo y ensayista político chileno-español Marcos Roitman (Santiago de Chile, 1955) en Tiempos de oscuridad (Akal, 2013), un ensayo con el que repasa la historia de los golpes de Estado en América Latina.
Entrevista a Marcos Roitman Rossenmann
¿La persecución comunista liderada por Estados Unidos tiene que ver únicamente con lo ideológico?
-Cuando Estados Unidos nació como país, en 1776, lo hizo con el convencimiento de que estaba predestinado a gobernar el mundo. Su identidad como nación se asienta sobre el mito del “destino manifiesto“, que supone que están guiados por la divina Providencia para llevar al mundo la democracia, la paz y el orden, una misión en la que Europa fracasó. Esta es la base cultural de Estados Unidos.
Esta teoría se consolidó con la doctrina Monroe, que consistía en que cualquier intervención de Europa en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos. Esta doctrina se utilizó como elemento expansivo. Y la Guerra Fría fue el siguiente paso ya que se produjo la diferenciación entre dos mundos. Y es sobre la base de esta suerte de derecho divino que se creen con derecho a controlar el mundo, a imponer su ideología, su concepto de democracia. La oleada de golpes de Estado que se vivió en Latinoamérica durante las décadas de los 60 y los 70 tienen su raíz en este mito, que es más profundo que la mera confrontación ideológica que por supuesto que influye, pero no es el único factor.
Para evidenciar que el comunismo es una teoría inservible suele hacerse referencia a la URSS de Stalin, a sus purgas y a la ruina económica en la que dejó a los países del Este. Sin embargo, nadie utiliza las dictaduras latinoamericanas como ejemplo de pésima experiencia de implantación del neoliberalismo…
-Es cierto. La crítica al socialismo siempre aúna la teoría y la práctica. Pueden dar por válida su teoría pero no la práctica, que degenera en el comunismo o en el socialismo marxista. Es decir, que invalidan la teoría a partir de una mala experiencia que fue la de la antigua Unión Soviética. Sin embargo, para evaluar al capitalismo sí se separan teoría y practica. Y, además, siempre que se analiza esta teoría económica se hace sobre un auto de fe, no sobre una experiencia constatada.
En la practica el capitalismo ha generado muchísimos muertos. Pero ni se trata de saber qué muertos son mejores ni de basar la invalidación del socialismo a partir de una experiencia mala. Ahí es donde esta la manipulación, porque la práctica del capitalismo no la ponemos en el Bronx, ni en Honduras, ni en Haití. Cuando uno habla del capitalismo se le viene a la cabeza Manhattan, y cuando habla de socialismo, la Rusia soviética de la peor época.
Sin embargo el capitalismo ha demostrado a lo largo de 500 años que no ha respondido a ninguno de sus presupuestos: trabajo, educación, salud o vivienda. Es decir, que ninguno de los elementos en los que se basan se ha cumplido. Y llevan 500 años enunciándolos. Pero afirman que es una teoría económica eficaz porque separan la teoría de la práctica. Creo que para evitar esta manipulación hay que enunciar el capitalismo por sus principios de explotación y dominio y el socialismo por sus principios de lucha por la democracia y los valores sociales y políticos que defiende. Y a partir de aquí sí que podemos empezar a comparar.
En el libro cita una frase de un oligarca chileno, un diputado liberal de finales del siglo XIX y que también fue ministro en varias ocasiones, Eduardo Matte Pérez: “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible que no pesa como opinión ni como prestigio“. ¿Es un pensamiento actual en América Latina?
-Sí, así piensa la oligarquía latinoamericana actual, lo que pasa es que esta oligarquía ha cambiado. Siguen controlando las tierras y el poder del Estado y se siguen basando en el paternalismo, el caudillismo, el localismo… fundamentalmente en el patronazgo, pero han dejado de ser esos dueños del banano, del cobre o del estaño para ser una oligarquía gerencial. Estas nuevas clases dominantes hoy en día son empresarios que se siguen pensando dueños del país pero que han dejado de serlo en gran medida porque ahora son oligarquías transnacionales, asociadas a la desnacionalización y la pérdida de soberanía.
Están desnacionalizadas incluso en lo identitario, probablemente porque tienen un grave complejo de inferioridad que les hace despreciar lo nacional. Mandan a sus hijos a estudiar a Europa, se visten según la moda europea, van a comprar a Estados Unidos e incluso hablan en inglés. Desprecian profundamente todo lo que tiene que ver con el concepto de pueblo. Al campesino, claro, y al indígena ni digamos, porque los ven como un factor de pérdida de la capacidad de ser.
Hay muchos teóricos que aseguran que la dictadura de Chile de Pinochet sirvió como laboratorio para experimentar con la imposición el neoliberalismo.
-El capitalismo en Estados Unidos se ha articulado sobre la base de dos grandes escuelas. Una es la keynesiana. Dado que el socialismo incluía teorías que abarcaban todos los ámbitos sociales (políticos, económicos, laborales…), después de la II Guerra Mundial, para poder competir con él, Occidente tuvo que inventar la teoría del desarrollo. Tenía que incorporar, articular y dar salida a todos los movimientos de reforma y las reivindicaciones de la clase trabajadora. Bajo estos criterios se construye el Estado del bienestar.
Pero también hay otra concepción, la que formuló Hayek, que es muy anterior a la escuela de Chicago de Friedman, que fue la que finalmente se implantó en Latinoamérica. Esta teoría sostiene que el Estado no debe intervenir ni en la economía ni en ninguno otro aspecto de la vida social salvo en lo relativo a la doctrina de la seguridad nacional. Esta escuela fue marginal dentro de la economía estadounidense hasta 1973, cuando estalló una crisis económica en el país y tomaron fuerza. Pero también es cierto que se habían pasado 20 años generando espacios para poder meterse en la prensa, en la universidad, en los centros de ideas o laboratorios de pensamiento.
El golpe de Estado de chile fue una contingencia. Una oportunidad para poder aplicar su teoría. El golpe militar sirvió porque la mayoría de los que participaron en la trama civil se habían educado bajo los conceptos de la escuela de Chicago. Además eran contrarios a la democracia participativa. Querían una protegida y autoritaria, que son los principios que están en la constitución de 1980 que impuso Pinochet y que sigue vigente hoy en Chile. Bajo estos criterios aparece por primera vez la concepción de la economía de mercado, que se basa en la desregulación, la privatización, la apertura de los mercados y la flexibilización del mercado laboral. Es decir que fue más allá de los postulados de Milton Friedman; fue una propuesta de ampliar la economía política a otro ámbito, la economía de mercado, que es un paso más que el capitalismo.
Hace unos días fue el 40 aniversario del golpe de Estado de Chile y del suicidio de Allende. Al hablar de Pinochet, en la mayoría de los medios españoles reconocían que, a pesar de sus “lados oscuros“, su concepto económico le había venido bien al país porque lo había modernizado.
-Lo primero que hay que aclarar es que Chile es el segundo país mas desigual del mundo. No en lo relativo a la aplicación de medidas paliativas para disminuir la pobreza extrema. Me refiero a que es el segundo país en exclusión económica, social y política del mundo. Hay mas de cuatro millones de personas que no están censadas. En Chile, el censo para votar es voluntario y, al menos 2 millones de jóvenes no están censados y, por tanto, no participan en la vida política.
Además, Chile es un país provinciano, ¿cómo que se ha modernizado?. Si alguien cree que Chile es un país del primer mundo es porque se han sabido vender muy bien. Han vendido un producto que esta caducado, han sabido llevar muy bien a la practica esa frase que afirma que la política es el arte de saber mentir. La imagen que se quiere vender de Chile es una gran mentira y el problema es que su elite política se la ha creído. Es evidente que la chile de los 70 no es el del 2013, pero esta afirmación supone lo mismo que decir que la España de hoy no es la España del 75.
Durante la Guerra Fría se tenia muy identificado al enemigo con el comunista. ¿Se ha sustituido esta figura por la del terrorista?
-Estados Unidos nunca ha dejado de lado el argumento del comunismo sino que, a partir de 2001, le ha añadido al concepto de enemigo la figura del terrorista. Este sujeto, el terrorista, ha permitido justificar la perdida de los derechos democráticos. Nadie sabe qué define exactamente al terrorista, es un elemento muy abstracto, gelatinoso, que también ha servido para justificar la militarización de la sociedad e introducir el elemento de la violencia. Hemos terminado por tolerar la sociedad de la vigilancia, del control social, bajo el pretexto de salvaguardar nuestra seguridad. De ahí que ahora se dé un totalitarismo invertido, porque el control no esta dirigido a despolitizar a la sociedad sino de desmovilizarla.
Pero EEUU se considera un pueblo pacifico.
-Es que según el mito del “destino manifiesto“ están destinados por la Providencia a controlar al resto del mundo. No es algo que hagan porque quieran, sino porque están destinados a ello. Por eso se definen así. Pero, lamentablemente, para defender su pacifismo se tienen que armar. Esa es la gran paradoja. En ninguna de las guerras que ha empezado Estados Unidos ha sido provocado. Tanto en la guerra de Cuba de 1898, como en la de Vietnam de los años 70, como en la reciente invasión de Irak, ellos provocaron los incidentes y entonces acudieron a la defensa. Siempre va a haber un pretexto que les permita hacer uso del destino manifiesto. Por eso cuentan con el apoyo de su población, porque entiende que forma parte de su destino, lo quieran o no.
Pero no solo los estadounidenses defienden las intervenciones de su país. En gran parte de Américo y Europa también lo hacen.
-Claro, porque Estados Unidos no es un imperio sino que es imperialista. Esto supone que tienen el control ideológico, político, del lenguaje y del pensamiento. La mayoría de los libros que estudian los universitarios que cursan ciencias políticas, ciencias sociales, economía o incluso psicología, provienen de Estados Unidos. Es decir, que expandieron e implantaron su teoría, su concepto de país y terminó por asumirse. Sigue siendo hegemónico, incluso en la construcción del lenguaje de lo cotidiano. La imposición del inglés como lengua no es baladí. El lenguaje es un elemento para pensar y articular la realidad, no solo en las ciencias sino en el día a día. Y esto implica el control de la manera de pensar y de ser. Quien domina el lenguaje domina el mundo.