Aproximadamente en un par de horas sabremos si España sigue en este mundial o toma el camino de vuelta como ya han hecho nuestros vecinos mediterráneos y viendo las caras de desolación de sus aficiones (no tanto de los jugadores), se me ocurre pensar: ¿y qué esperaban?
Porque la verdad es que la falta de identidad de franceses, griegos e italianos sobre el terreno de juego tiene relación con la situación político-económica de sus respectivas naciones. Unos en busca de la identidad francesa (¿qué es ser francés?); otros, los griegos, intentando sacar al país de la más profunda bancarrota y finalmente, los italianos, gobernados por un partido que olvida, entre otras cosas, la tradición emigrante nacional del pasado más o menos reciente.
Si la situación de la calle va a implicar un mal resultado en el mundial de fútbol quizá tengamos los españoles que ir haciéndonos a la idea de que hoy viernes Chile va a ganar (o al menos empatar) el partido. Ya veremos.
La imagen del seleccionador francés negando el saludo a su homólogo sudafricano (el brasileño Parreira) al final del último partido resultó absolutamente patética. Como patética fue la rueda del día anterior:
“No puedo garantizar que todos los jugadores vayan a acudir hoy al partido contra Sudáfrica. Solo pienso en hacer el mejor equipo posible con aquellos (jugadores) que hayan sido capaces de pasar por encima de todo esto. Es mi única preocupación”.
Europa se descompone y sus equipos de fútbol lo reflejan. Ligas europeas llenas de jugadores sudamericanos y africanos. La delantera de Argentina, por ejemplo, reúne a los mejores goleadores del Real Madrid, Atlético de Madrid, F.C. Barcelona e Inter de Milán, equipos protagonistas (el primero en menor medida) de la temporada 2009/2010.
Frente a este desbarajuste un entrenador argentino, Marcelo Bielsa, ha conseguido que Chile gane (no uno sino dos partidos) un partido de un mundial de fútbol 48 años después. El secreto, saber transmitir a sus jugadores una idea casi paterna:
“Lo más común es que suceda lo que nos merecemos; si no disfrutamos el recorrido, la llegada no producirá placer”
No es casualidad que también aquí se hable de economías emergentes. Hace ya tiempo que sabemos que en América Central y del Sur, probablemente, esté nuestro más inmediato futuro. Protagonismo emergente, dicen.
Y si no que se lo digan, por ejemplo, a los 60 millones de descendientes italianos que viven fuera de la vieja Italia.
Luis Cercós (LC-Architects)
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