Revista Cine
El cine catastrófico pone, a priori, los pelos artísticos de punta a cualquier curtido cinéfilo. Suele ofrecer puro artificio, vacuo y sin la suficiente sustancia dramática a la que aferrarse para ser considerado algo más que un mero espectáculo, y a casi nadie le gusta reconocer que ha disfrutado con una diversión superficial. Y el señor Peter Berg ofrece simplemente eso, goce adrenalítico concentrado que debe ser valorado justamente en todos sus méritos, no solo técnicos, si no también en su dimensión de producto comercial más que digno, que no insulta la inteligencia del espectador.Puntuación @tomgut65: 7/10