Margaret Thatcher (1925-2013) era una estrella de rock.
Ningún otro político ha inspirado tan buena música. Eso sí, toda poniéndola a caer de un burro.
Morrisey le dedicó la canción Margaret on the Guillotine. Elvis Costello, Tramp the Dirt Town.
Roger Waters la linchó en su último disco con Pink Floyd, The Final Cut, y volvió a hacerlo en su segundo álbum en solitario, Radio KAOS.
Paradójicamente, las bajadas de impuestos de Thatcher hicieron que Waters y su entonces compañero de Pink Floyd, David Gilmour, dejaran su exilio fiscal en Francia (por eso The Wall está grabado allí) y regresaran al Reino Unido.
Aunque el más listo fue el teclista del grupo, Richard Wright, que se fue a vivir a Grecia, un país en el que, ya sabemos, el concepto de fiscalidad es flexible.
Con estos datos, parece claro que no estamos ni ante Santa Margarita de Westminster ni frente a La Bruja de Downing St.
Lo que sí está claro es que, contra Thatcher, teníamos muy buena música.
Fuente:
- "Ni Santa Margarita de Westminster ni La Bruja de Downing Street".