Revista Comunicación

María Antonieta

Publicado el 15 mayo 2020 por Universo De A @UniversodeA

File:Marie Antoinette and her Children by Élisabeth Vigée-Lebrun.jpg

De María Antonieta, por desgracia, se conoce mucho más la parte de su vida menos instructiva, que aquella que demuestra y que da la razón a que haya pasado a la historia. Sin embargo, y aunque su vida pueda ser dividida (superficialmente) en dos partes claramente diferenciadas, es precisamente el conocimiento de la una, no lo que nos permite entender la otra, de hecho, más bien lo contrario, pero eso, paradójicamente, es lo que la hace más admirable.

Introducción biográfica

Consultar la primera parte del artículo “Reinas trágicas”.

Es uno de mis “Grandes Personajes” porque…

Nadie, difícilmente, podía esperar nada de María Antonieta, cuyo único mérito parecía ser haber sido hija de la emperatriz María Teresa de Austria: de joven era una mala estudiante y perezosa… pero tampoco nadie se preocupaba mucho por ello, puesto que era una de las últimas hijas de la emperatriz, con lo cual, el problema de la sucesión austriaca estaba solucionado con herederos más que competentes.

Pero la monarca, no perdía oportunidad de hacer buenas alianzas, y fue así como María Antonieta fue prometida al Delfín, de modo que tendría que hacer un papel, para el que nadie esperaba que estuviera muy preparada (la prueba es que su madre le escribía cartas continuamente indicándole como debía actuar y comportarse).

Como Delfina, María Antonieta estaría en una situación difícil: su posición no era segura puesto que no había tenido un heredero, cosa imposible puesto que su marido no se acostaba con ella; la relajación moral de la corte de Luis XV la asqueaba; y, para colmo, todos (familia incluida) le hacían la vida imposible… en definitiva, su capacidad de adaptación fue bastante mala. En esta época, sin embargo, es cuando se atisban las virtudes que empezarían a recalcarse y ser útiles más tarde (como su gran sentido de la dignidad), pero también sus defectos (la frivolidad). Desgraciadamente, entre estas dos vías, tal vez por ser la segunda la más fácil (teniendo en cuanta la lucha que suponía la primera opción), María Antonieta escogerá esta última; en el colmo de la inutilidad, ni siquiera es capaz de leer las cartas completas de su propia madre, que tiene que leerle el propio embajador de Austria porque ella se aburre. Y por supuesto, nada de escribir o llevar otra correspondencia ni nada parecido.

Una vez Reina, la cosa no sólo no mejora, sino que definitivamente se descontrola, con un marido que no la frena, esa jovencita sin guía, expulsa y humilla a todos los poderosos, se lanza a una vida de diversiones peligrosas y de gente interesada y poco recomendable que se salda con escándalos (el asunto del collar) que le costarían su popularidad.

Sin embargo, es entonces, tras tener sus hijos, y cuando su imagen va en declive, cuando realmente se preocupa de ello, demostrando que no es esa frívola que todos creen, que hay humanidad en ella, que se han dicho muchas falsedades, que es buena, que la han difamado… así que comienza a renunciar a todo.

Pero ya es tarde. La revolución ha empezado y María Antonieta pagará con lágrimas cada risa pasada.

Sin embargo, es a partir de este momento, el menos conocido y explorado de su vida por la gente en general (tal vez porque es el menos estético y agradable), cuando María Antonieta se vuelve admirable, y se revela como una gran Reina y persona, o, como ella quería ser, como una “digna hija de María Teresa”.

Desde el comienzo, María Antonieta, al contrario que su propio esposo, comienza a ser consciente de lo que se les viene encima y del peligro en el que están (tal vez porque algunos de los ataques más importantes fueron precisamente contra ella, muchos con riesgo de su vida, o, como mínimo, de su integridad física); por primera vez, ella se toma en serio la vida, cambia, evoluciona (Luis XVI, en cambio, continúa tan inmutable como siempre), se revela a sí misma.

Así, a través del largo infierno que pasaron los monarcas, desde su estancia en las tullerías hasta la conciergerie; repentinamente, aquella chica del todo frívola y despreciable, despilfarradora y tonta, se transforma por completo: María Antonieta se convierte en la auténtica cabeza de familia, en el baluarte en el que todos se apoyan, en la resistencia, en el puntal que mantiene la Corona francesa… la chica a la que aburrían las cartas, y que las tiraba al fuego, a veces incluso sin leerlas, de repente se hace mujer y emprende una correspondencia diplomática con toda Europa, habla con todos los políticos, se informa, se preocupa… es ella la encargada de tratar de asegurar la supervivencia de la monarquía o al menos de su familia; será también ella, aquella a la que todo acto oficial daba pereza en el pasado, la que haga todo lo posible por intentar organizar la fuga de los suyos cuando la situación se vuelve imposible.

Y todo ello, sin perder esa cualidad que ya la había distinguido previamente: la dignidad; ella lo soporta todo con gran nobleza de espíritu; cuando asaltan las Tullerías, y apenas tiene entre sí y su hijo a unos guardias sobrepasados por los revolucionarios, ella no baja la cabeza como su esposo, ni ella ni su hijo se pondrán el gorro frigio, no serán humillados.

Por si fuera poco, nunca se dejó llevar por el odio, ella siempre consideró que el pueblo era bueno y estaba manipulado por unos malvados.

Y falta le hará esta última cualidad para lo que le faltaba: ver la muerte de los suyos y la suya propia. Todos coinciden (incluso sus mayores detractores) en que ella subió al cadalso con gran nobleza de espíritu.

Sus ingentes esfuerzos se quedaron en nada, tal vez su destino estaba marcado por encima de todo lo que ella podía hacer. Sin embargo, es muy difícil negar que, pese a todo, al final, María Antonieta sí consiguió ser aquello que se propuso: una digna hija de María Teresa.

En definitiva, en María Antonieta, paradójicamente, la despreciable primera parte de su vida, sirve para que la segunda parte brille con luz propia y se vuelva absolutamente meritoria y digna de admiración (y no se puede decir que fueran sólo las circunstancias, pues ningún otro miembro de su familia, incluido Luis XVI, llevó a cabo tal transformación)

En cualquier caso, como ya digo, es uno de mis grandes personajes, y me parece sumamente admirable por ese cambio que fue capaz de dar, por hacer que, aquella chiquilla de la que nadie esperaba nada, repentinamente se transformase en toda una mujer, capaz de sacar adelante a su familia; que aquella chica a la que todo le aburría, de repente era una adulta capaz de enfrentarse a las mayores complejidades políticas y diplomáticas; que esa niñata, que sólo sabía hablar de moda y juegos de azar, de repente se entrevistaba con todos y trataba de enterarse de como evolucionaban todas las cosas; que la tontita, que todos hubieran esperado que se hundiera, de repente era el auténtico baluarte de todos, aquel del que todo pasó a depender y en el que todos confiaron; el cómo la caprichosa que jugaba con fuego inconscientemente, se transformó en una persona muy consciente de todo lo que sucedía a su alrededor y de lo que implicaba; también me parece admirable por su buena intención, por creer en el buen fondo de la gente (a pesar del mal que le hicieron); y además, por su gran dignidad, y el ser capaz de mantenerla incluso en los momentos más difíciles, adversos e indignos, pues, paradójicamente, y ese es otro de sus mayores méritos, toda la grandeza que no tuvo cuando ostentaba la corona, la alcanzó cuando la perdió, demostrando de ese modo que sí la merecía y que sí valía la pena como persona si le daban la oportunidad de hacerse valer.

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File:Arrest of Louis XVI and his Family, Varennes, 1791.jpg
File:Marie-Antoinette au Tribunal révolutionnaire by Alphonse François.jpg
File:Exécution de Marie Antoinette le 16 octobre 1793.jpg
File:Grab Louis XVI und Marie Antoinette.JPG


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