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En su empeño por armonizar la divulgación con el rigor, María Blasco ha establecido una relación muy medida con los medios de comunicación. Moderadamente tímida y poco amiga de fotos y saraos, la investigadora (ahora también gestora) sabe sin embargo que tiene entre manos uno de los pocos reductos de excelencia mundial de la «marca España» y que es de importancia capital traspasar las barreras de las publicaciones científicas para dar a conocer a los ciudadanos los resultados del trabajo del
CNIO en la lucha contra el cáncer. Además, los explica con palabras llanas.
-Por fin el CNIO está logrando pasar de la teoría a la práctica, por decirlo de alguna manera.
-Estamos en un momento ilusionante por la consecución del programa clínico de acción conjunta con hospitales en los que ya tenemos unidades para cáncer de mama y de páncreas. Su acción está orientada a probar nuevos fármacos frente a los tratamientos estandarizados, sobre todo cuando los cánceres están muy avanzados.
«Ni se nos ha recortado en exceso ni ese recorte pone en peligro el CNIO»
-O sea, que ya se benefician algunos pacientes.
-Y esto es del máximo interés para nosotros. Porque a un centro como el CNIO, que ha obtenido reconocimiento internacional en lo que es generación de conocimiento (nos han catalogado como los primeros del mundo, por delante del
Dana Farber de Boston), le faltaba enlazar con el impacto directo de las investigaciones en los tratamientos. Y para reforzar esto impulsé el nombramiento de
Manuel Hidalgo como vicedirector de investigación traslacional del centro.
-En contra de los recortes en ciencia se recogieron y entregaron en La Moncloa unas cuantas firmas...
-Como científica que sabe lo difícil que ha sido que la ciencia española se respete y valore fuera, es una gran preocupación que haya recortes importantes. Hay que pensar que podrían suponer la pérdida de credibilidad de nuestro país en la apuesta por la ciencia y la innovación. A este centro, afortunadamente, con distintos Gobiernos y en diferentes legislaturas, se le ha considerado siempre una prioridad y va manteniendo su financiación a lo largo del tiempo. No se nos ha recortado en exceso, y ese recorte no nos pone en peligro. Para poder crecer en la parte de investigación clínica estamos consolidando los mejores equipos y hemos reducido algunos grupos que no eran tan competitivos.
-He leído que han asumido ustedes «el estudio de medicina personalizada más complejo jamás realizado».
-La medicina personalizada es de gran actualidad, y a nosotros también nos interesa porque el campo del cáncer quizá sea una de las primeras aplicaciones. En el caso del cáncer está claro que cada tumor es una enfermedad diferente, y, sobre todo, cuando está ya muy avanzado y hay ya muy pocas armas para su tratamiento, nos hemos encaminado a buscar la información genética de ese tumor concreto para buscar los tratamientos más efectivos para cada paciente. Eso es lo que intentamos en el
programa clínico del CNIO. Aunque no hay ningún país, excepto Noruega, que incluya en su sistema nacional de salud estos tratamientos personalizados, nosotros estamos intentando que lleguen a algunos pacientes a través de los hospitales con los que estamos trabajando. Eso empieza a ser una realidad.
-¿En qué consiste?
-Por ejemplo, ya hemos utilizado lo que llamamos «ratones avatar», nombre acuñado por el CNIO que ya ha difundido la revista «Nature». Consiste en que un determinado tumor se transfiere a ratones que son los «avatares» del paciente y, una vez que desarrollan la enfermedad, a cada uno de ellos se les trata con un fármaco diferente, para ver cuál es el más efectivo para ese tumor concreto y, por tanto, para esa persona. Esto ya se ha hecho en el Hospital de Madrid, privado, con buenos resultados en la prolongación de la esperanza de vida, y queremos empezar cuanto antes en el de Fuenlabrada, público.
-Ha dicho usted en alguna ocasión que el cáncer es una enfermedad inherente a la vida. No suena bien.
-Me refería a que es una enfermedad de nuestras células, de nuestro propio organismo, no es algo contagioso que venga y nos infecte (salvo en casos puntuales en los que una infección lo desencadena, como es el del cáncer de cérvix). Por lo tanto, esto no va a dejar de ocurrir y hay que desarrollar la detección temprana, la prevención y, desde luego, tratamientos eficaces que permitan hacer del cáncer una enfermedad curable.
-¿Cree que todo el mundo está psicológicamente preparado para conocer su perfil genético, que es algo así como tener escrito el destino?
-Es natural que haya personas reacias, pero se trata de una herramienta muy importante, sobre todo cuando hay un historial de enfermedades familiares. Además, los análisis de toda la vida en los que nos miran el colesterol o las transaminasas no dejan de ser medicina preventiva. Y la genética nos permite anticiparnos muchísimo más y ver si hay genes o marcadores alterados que permitan la prevención y la detección temprana, lo que aumenta la probabilidad de curación.
-¿Dirigir el CNIO conlleva una carga burocrática que la aparta de la investigación?
-La conlleva, pero no te aparta de la investigación ni de la búsqueda de la excelencia. Esto lo experimentó antes
Mariano Barbacid, y ahora yo. ¡Lo que pasa es que terminas trabajando el doble!