MARÍA CORAJE
María es valiente mujer de fortaleza obligada, lleva atrapado en cada jirón de su dura piel el estigma del dolor sin duelo. A menudo, su pensamiento vuela recordando esa vida suya plagada de desalientos. En cómo fue parir a quince hijos de los que apenas quedan unos cuantos. No puede evitar sentir muy adentro la hipocresía de los que le arrebataron a tres de ellos en aquella guerra infame, allí “se los perdieron” -según decían- por la patria. Condenada a un silencio eterno, en un destino que ella misma se impone cuando las fuerzas y la rabia pueden más que su vehemencia.Vestida del mismo tono que su aflicción, María arrastra penas por un pasillo oscuro y retorcido que no parece tener fin, ni sentido. 106 años, de profesión madre coraje y de nombre María. Recuerda aquella tarde cuando a Luis se lo trajeron, arrancado de una mina criminal y agreste, que no tiene piedad por esa madre que aguarda una muerte, que siempre llega. El lodo rojo-sangre le ató al presagio del que espera, que la siniestra espera se lo confirme. De nuevo un ahogo callado, un silencio de sepulcro toma poder y las riendas, flagelándola el alma. Quince días sin ver el cielo fue su castigo, por dejarse arrancar la sangre de su sangre de nuevo.
A veces intenta dejar atrás las sombras, para enraizarse en el dulce recuerdo del primer beso, de un nietecito tibio con olor a rosas o de la noche aquella en que se entregó a su hombre, el que se convirtió en su dueño. Aquel cobarde amante la abandonó una tarde, cansado y sin arrestos, no pudo con la vida que ella sola sostenía. Mientras María coraje sigue en pie, afianzada a su valentía y al orgullo de mujer-madre. Más madre que mujer.©Samarcanda Cuentos-Ángeles.