Esta señora, por decir algo, es la alcaldesa de Hernani, un pueblo vasco, en el que gobierna haciendo apología del terrorismo y enalteciendo a los supuestos gudaris, que no son otra cosa distinta a un asesino cobarde, capaz de arrebatar la vida a un vecino disparándole en la nuca, con el pretexto de que no profesa sus mismas ideas. Esta señora evita limpiar las pintadas que ensucian paredes de medio pueblo, porque son favorables a su ideario, y por un motivo u otro, permanecen en un estado lamentable de conservación a causa de los violentos.
Pues ahora a Dª Marian Beitialarrangoitia se le ha ocurrido pedir un ADN a los canes del municipio para analizar las deyecciones que no hayan sido recogidas por sus propietarios, identificar al cánido y tramitar la sanción correspondiente, que sería de unos trescientos euros.
Llama la atención la pulcritud con la que analiza heces perrunas y la escasa limpieza de su alma inmortal, capaz de albergar la idea del asesinato dentro de la lucha política. El militar tiene la ventaja de que ve a su enemigo a la cara, sabe quién es y contra quien lucha, en las mismas condiciones. Nuestra alcaldesa aplaude a los que disparan por la espalda, mientras los asesinados se expresan a través del discurso de la palabra y ganan los puestos políticos por las urnas. Mientras tanto, esta señora, por decir algo, analiza las deposiciones de los perros para sancionar a quien cometa el pecado de no recoger los excrementos. Probablemente para que los reclame la señora alcaldesa que ha de vivir entre las heces para sostener un pensamiento tan pútrido.