La patria es siempre una línea indecisa, con los años se vuelve más confusa aunque nunca llega a ser distante. A veces, la patria es una insignia, otras un partido de fútbol, las más de las veces, la patria son los amigos y todos los cariños que viajan en nuestra mochila.
Pasa que la mía tiene nombre de mujer, y no sólo el nombre, en sus pasiones y su voluntad, en su paciencia y su perdón, aún en su histeria mi patria es una mujer. De cuando en cuando, esa mujer entra a un café, se sienta frente a ti y te cuenta.
Mariana Libertad, Mariana Libertad Suárez en realidad, es investigadora y docente universitaria, cuyos ensayos le han valido varios reconocimientos; entre ellos, el reciente premio Casa de Las Américas 2014 en el renglón Estudios sobre la mujer por La loca inconfirmable. Apropiaciones feministas de Manuela Sáenz (1944-1963).
Mariana Libertad es narradora y está publicando este 2015, de manera casi simultánea, dos libros de cuentos, Ni Magdalena ni Clemencia Isaura en Venezuela, y Ciruelas y chorizos, aquí en Perú, que bautiza el lunes 7 de diciembre en la Feria del Libro Ricardo Palma.
Con ese acento que suena a hogar me dice “yo creo que la palabra es una sola”, cuando le pregunto sobre esta doble identidad de ser creadora e investigadora a la vez, “es una persona que dice. Con todas nuestras contradicciones e inestabilidades subjetivas, todos decimos siempre más o menos lo mismo”. Y lo que dice Mariana Libertad es mujer.
Su interés por la representación de la subjetividad femenina comenzó cuando en sus cursos como estudiante veía muy pocas mujeres escritoras en el periodo fundacional. Al investigar y profundizar en el tema, descubrió que no sólo las mujeres sí escribían durante el entre siglo, sino que además decían cosas muy interesantes, pues parten de una posición crítica con respecto al discurso de poder.
En ese camino se encuentra el estudio Una voz y mil murmullos: peruanidades y arraigos en la narrativa de María Rosa Macedo, publicado a fines de noviembre también en Perú. En este libro, Mariana Libertad analiza la posición de la autora peruana frente al desarrollismo que estaba resurgiendo para ese momento, “siempre salen las mujeres intelectuales a aguar la fiesta, a recordar quiénes están en los márgenes, quiénes no forman parte del desarrollo”.
En otro registro, Ni Magdalena ni Clemencia Isaura es también un hablar de mujeres, que desde el descubrimiento, la muerte, la culpa o la militancia, impone un cuestionamiento a la manera como miramos y a los estereotipos desde donde lo hacemos, algo particularmente importante si recordamos que el nuestro es el territorio de las asesinadas de Ciudad Juárez y las esterilizaciones forzadas del Perú.
Pero Mariana Libertad, además de decir mujer, también dice viaje y palabra. Su novela Deambulando hacia la lumbre (2010) fue escrita en Madrid mientras realizaba el doctorado en Filología Hispánica, Ni Magdalena ni Clemencia Isaura en Venezuela, mientras que Ciruelas y chorizos es, como ella misma lo dice, un libro peruano.
“Pasan cosas durante los viajes”, asegura la autora, “La distancia nos permite vernos como extranjeros, vernos desde fuera”. Nos permite, además, acercarnos al decir del otro, a todo eso que solo se dice en peruano o en venezolano. Tender puentes entre las maneras de decir, “El español de América es un territorio maravilloso para conocernos”.
El libro de cuentos que bautiza el lunes 7 en la Feria del Libro, Ciruelas y chorizos, habla sobre otra manera del viaje, la vuelta del pasado: “El pasado como hilo conductor de todas las historias, cómo el pasado vuelve al presente y marca la historia de algunos personajes”.
Por último, Mariana Libertad dice hogar, “Mis viajes son de ida y vuelta todos. Afortunada y desafortunadamente, yo tengo muy claro donde queda mi casa”. Esa casa que ahora pasa momentos difíciles y que se ve golpeada por diferentes circunstancias, esa casa que tiene atravesada en la garganta, pero ante la cual conserva intacta su fe, “El día que deje de creer en la palabra me dedico a otra cosa. Yo sigo creyendo que el diálogo hace posible las cosas”.
Pasa que mi país es una mujer, una mujer mestiza y hermosa que huele a mar Caribe. Pasa que esa mujer morena de cabellos ondulados de vez en cuando, si tienes suerte, se sienta frente a ti en un café y te cuenta.
Hazael Valecillos (@HazaelVV) lee, escribe y divide entre dos cifras. Las primeras dos las hace en Lima, la tercera en una calculadora.