Cuentan que el Botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela, ese aparato enorme y precioso del tamaño de un coche pequeñito que va volando colgado de una cuerda por la nave central de la
catedral sujeto por unas cuantas personas que parece que vayan a salir despedidas de un momento a otro, en realidad era utilizado a modo de ambientador gigantesco para neutralizar el “olor a humanidad” que podían desprender los incontables peregrinos que llegaban (no siempre sin ducharse en los últimos meses) hasta Santiago a escuchar la misa del peregrino, después de un largo camino que no
era tan placentero como lo es ahora, con la idea de abrazar al santo para que les perdone algunos de sus pecaditos y de paso, si se tercia, atacar una buena pulpería (pasaros por Mélide, es un consejo). Algunos políticos debieran hacerlo todos los meses, de rodillas y cargados con sacos de patatas sobre sus cabezas y puede que ni aún así se les perdonasen los pecados esos…
Cada día que pasa se me pone más difícil creer que esto va a cambiar y que alguien le pueda dar vuelta a la tortilla, ni con una sartén doble de esas que ha acabado con el peligroso arte del volteo en el aire. Mientras que el PP nos demuestra cada día que no sabe hacer las cosas de otra manera, las alternativas, andan en plena carrera por ver quién se autodestruye antes, y así poco se podrá hacer.
En la calle Génova el reguero de la cochambre es ya de dimensiones bíblicas y no para. La táctica de 
El puro ya ha contaminado el sistema democrático, el humo del tabaco caro es tan denso que le permite incluso caminar sobre la podredumbre y los asuntos judiciales que acorralarían a cualquiera pero que 
Este fin de semana han sido las elecciones en Galicia y Euskadi, hasta allí ha salido corriendo Mariano, 

