Hay un género literario absolutamente prescindible: los libros de memorias de políticos -escritos por ellos o con ayuda pagada- siempre a mayor gloria del concernido. Libros que quieren hacer balance y reclaman una mirada crepuscular que, supuestamente, les dota de poso, aunque esa apelación quiere confundir edad con discernimiento (lo que, sin embargo, no deja de hacer más ridículos esos ejercicios autocoplacientes cuando una soberbia adolescente lleva a escribirlos demasiado pronto).
Suelen ser publicados con mucho bombo en multinacionales que, al igual que editan libros, hacen radio, televisión o inversiones financieras en vivienda o en salchichones. Casi siempre tienen detrás pagos desmesurados que solo se explican por los favores prestados e, invariablemente, representan un intento de blanqueamiento al que le acompañan los mismos medios de comunicación pertenecientes a esos grupos mediáticos. No contamos nada nuevo si recordamos que el ABC, El Mundo, Ana Rosa Quintana o El Hormiguero ya en su momento intentaron salvar al Gobierno de Rajoy o, en el mejor de sus casos, hicieron todo lo posible para que hubiera un Gobierno conjunto del PP y del PSOE.
Hay excepciones, pero son casi siempre historias de fracasos y quienes los escriben son políticos honestos que se sientan a repasar su experiencia para conjurar los fantasmas de su naufragio. Es lo que hizo Michel Ignatieff, candidato presidencial en Canadá, con su magnífica Fuego y ceniza; es lo que hizo Platón en su Carta VI; es lo que intentó Enrique Tierno Galván en su Cabos Sueltos, donde, entre traición y traición, recordaba la deriva de personas como José Bono, gente con los escrúpulos poco musculados y siempre escondidos en las rendijas esperando sacar algún provecho navegando cualquier ola. No es el caso con la última entrega de la saga-fuga de Rajoy.
La verdad es que los presidentes del Reino de España ya tienen todos su marca. Adolfo Suárez es el presidente de la transición; Calvo Sotelo, el olvidado o el de "¡Se sienten, coño!"; Felipe González, el del desarrollo del estado social y también el de los GAL; Aznar, el de la guerra de Irak; Zapatero, el de las libertades civiles, el 135 y el 15M y Rajoy... Rajoy es el presidente de la corrupción.
El nuevo capítulo de la biografía de Rajoy cumple todos los requisitos de prescindibilidad. Y no es extraño, porque la suerte biográfica de Rajoy es también la suerte del PP. No en vano, hemos visto a Pablo Casado contorsionarse diciendo, intentando librarse del estigma de la corrupción, que hay un nuevo Partido Popular que no tiene nada que ver con el de sus predecesores y, al tiempo, hacerse acompañar de Aznar y Rajoy, afirmando que son la memoria más digna de la historia de la marca pepera. El antiguo ejercicio de soplar y sorber al tiempo que solo es posible porque muchos medios de comunicación no tienen como misión informar sino hacer de guardia pretoriana del partido de los privilegios.
La verdad es que los presidentes del Reino de España ya tienen todos su marca. Adolfo Suárez es el presidente de la transición; Calvo Sotelo, el olvidado o el de "¡Se sienten, coño!"; Felipe González, el del desarrollo del estado social y también el de los GAL; Aznar, el de la guerra de Irak; Zapatero, el de las libertades civiles, el 135 y el 15M y Rajoy... Rajoy es el presidente de la corrupción.
No es de extrañar que en sus memorias o en sus entrevistas sobre sus memorias lo que más repite es que eso de la corrupción está mal, que no le hace gracia tener que testificar por la Kitchen y que no volverá a ocurrir. Sin embargo, para que el arrepentimiento fuera real haría falta, en primer lugar, reconocer lo que se hizo. Algo que no se hace cuando se rompen los discos duros a martillazos. Porque fue bajo mandato de Rajoy que ganaron diez elecciones, como repite el presidente y registrador de la propiedad, pero con dinero de la corrupción, robando a España para obtener sobresueldos y cargos públicos. Y luego ocultando pruebas. Los constitucionalistas...
"La mentira -dice Rajoy- cuando es deliberada, siempre es un subterfugio para justificar posiciones indefendibles o para escamotear la obligada rendición de cuentas por parte del gobernante". ¿Cómo decir que había armas de destrucción masiva en Irak?
Bajo su mandato se creó la policía política bajo el mandato de un iluminado del Opus Dei que no solo mentía y corrompía la democracia, enfangando con policías que inventaban pruebas contra adversarios, sino que, además, le parecía todo ese enredo un mandato divino que le permitía hacer el mal a otros seres humanos ayudado por su ángel de la guarda. Es como cuando el fundador del Opus Dei, Monseñor San Escrivá de Balaguer, autorizaba a los miembros de la Obra a lo que fuera, porque lo suyo no era el fanatismo, la amenaza o la caradura, sino "la santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza", donde, y le conviene punto por punto al panfleto de Rajoy, "una cosa es la santa desvergüenza y otra la frescura laica". Miente, que ese Dios Prêt-à-porter te lo perdona.
Rajoy dice que lo suyo es "política hecha por y para adultos", cuando en verdad su gobierno fue necrosis democrática y desfachatez sin filtrar. Política para pasados. Dice, desde el desparpajo y negro sobre blanco: "La mentira, cuando es deliberada, siempre es un subterfugio para justificar posiciones indefendibles o para escamotear la obligada rendición de cuentas por parte del gobernante". ¿Cómo decir que había armas de destrucción masiva en Irak? ¿Cómo decir que el atentado de Atocha había sido ETA? ¿Cómo decir que la Gürtel era un invento de rojos y enemigos de la verdad?
Quizá convenga aclarar algunos puntos, para que la editorial Plaza & Janés, del grupo Penguin Random House, no quede como encubridora de libelos prestándoles su sello (¿no hay editores que digan "oiga, esto que está usted escribiendo no es verdad"?), como blanqueadora de mentiras pertinaces y como, al fin, colaboradora necesaria en el debilitamiento de la democracia. Porque alguien tendrá que cuidar que no se publiquen mentiras encuadernadas solo porque el silencio o el encubrimiento permite ese envenenamiento moral. Veamos.
Bajo el mandato de Rajoy, el CNI continuó patéticamente la tarea de cubrir las fechorías e inmoralidades del rey emérito, gastando dinero público y ocultando a los españoles el comportamiento del entonces jefe del Estado, a la vez que le permitía comportamientos ajenos a la Constitución, como irse a Botswana sin autorización del Gobierno (que no sabía ni dónde estaba) a matar elefantes (una especie en extinción) en mitad de la crisis que tenía hambreados a millones de españoles.
Bajo su mandato, un tipo con el alma corrompida, como Juan Manuel Soria conspiró con un juez corrupto -Salvador Alba, hoy en la cárcel- para sacar de la política a Victoria Rosell,
Bajo su mandato, un tipo con el alma corrompida, como Juan Manuel Soria conspiró con un juez corrupto -Salvador Alba, hoy condenado con una pena de cárcel- para sacar de la política a Victoria Rosell, jueza que se presentó por Podemos y a la que el Ministro de Industria, rival en Canarias, quería no solo fuera de la política sino presa. Y no solo conspiró con un juez corrupto sino que entregó un millón de euros al diario El Mundo, momento que, curiosamente, coincidió con cinco portadas de ese diario contra la jueza de Podemos (conviene regresar al libro de David Jiménez, El director, sobre su año a los mandos en El Mundo).
Bajo mandato de Rajoy nació y fue financiado públicamente OK Diario, que ha podrido en buena medida a los medios de comunicación en España y que está dirigido por un pseudo-periodista, sancionado por no pagar la pensión a sus hijos y que ha hecho de la mentira cotidiana su manera de entender el periodismo (guardia pretoriana de los intereses de los grupos empresariales y de la derecha política que les representa).
Bajo mandato de Rajoy salieron fuera de España centenares de miles de jóvenes porque en España no tenían trabajo y a casi cien mil se les expulsó de la universidad por la subida de las tasas.
Bajo su mandato se pusieron trabas para que el proceso de paz en Euskadi nunca llegara a buen puerto, haciendo cierto lo que dijo el que fuera Ministro de Asuntos Exteriores de Rajoy, José Manuel García Margallo, cuando afirmó que "desde que no nos matan no tenemos proyecto".
Bajo mandato de Rajoy, se usaron fondos públicos para robar pruebas a Bárcenas y obstaculizar la investigación sobre la financiación ilegal del Partido Popular
Rajoy es el que mintió a los españoles, junto con Aznar, diciendo que los atentados de Atocha eran obra de ETA y no de Al Qaeda, queriendo desviar la atención para que no recordáramos que fue la derecha la que nos metió en la guerra de Irak y que nadie estableciera causalidades entre el brutal y enloquecido atentado y la artera decisión de José María Aznar de involucrar a España en el crimen de Irak.
Bajo mandato de Rajoy, se usaron fondos públicos para robar pruebas a Bárcenas y obstaculizar la investigación sobre la financiación ilegal del Partido Popular. Es decir, a la obstrucción a la Justicia se sumó la corrupción policial, la mentira y las cortinas de humo que pretendían ocultar estas fechorías.
Rajoy es una persona simpática con sus maneras de parlamentario decimonónico, con sus torpezas léxicas o con su pachorra de As y puro. Pero sin pizca de vergüenza. Porque él era el responsable político mientras la Gürtel, la Púnica, la Kitchen, Villarejo, las falsas acusaciones contra adversarios políticos, cuando la corrupción de comisarios, de jueces, de medios de comunicación.
La lista es interminable. Por eso la moción de censura triunfó y engalanó al Parlamento, porque echó del Gobierno a un, perdonen la honestidad, un Presidente sin pizca de vergüenza. Y no debiera ser en una columna de opinión donde se zanjen estos veredictos. Rajoy es una persona simpática con sus maneras de parlamentario decimonónico, con sus torpezas léxicas o su pachorra con el As y el puro. Pero sin pizca de vergüenza y que en otros países estaría, cuando menos, procesado. Porque él era el responsable político mientras la Gürtel, la Púnica, la Kitchen, Villarejo, las falsas acusaciones contra adversarios políticos, cuando la corrupción de comisarios, de jueces y de medios de comunicación.
Las cosas que han pasado en la planta quinta de Génova, sede del Partido Popular, son contrarias a la ley, a la Constitución y al mínimo sentido democrático. Y, si en España hay millones de personas en disposición de perdonar a en era el quimáximo responsable del PP mientras se pateaba a la democracia y a la Constitución, no será sino señal de que a la democracia española le siguen oliendo los pies y los sobacos a franquismo.
Rajoy publica su libro de mentiras bajo los focos y los altavoces. Le entrevista El Mundo queriendo dar la imagen de buen presidente que tuvo mala suerte. El ABC hace una presentación de la última edición de sus memorias como si fuera un gran estadista. El Hormiguero, como ya hizo con Santiago Abascal, blanquea una de las etapas más sucias de la democracia española. Y los votantes del PP prefieren mirar para otro lado y quedarse con su socarronería gallega con chaleco y humo y sus insultos a Podemos ("ínfima y absolutamente prescindible aportación de los ministros de Podemos a la gobernación del país durante estos años", ignorando la decena de leyes y medidas aprobadas por impulso de los morados. Cosas de no querer mentir de manera "deliberada").
Rajoy ha sido un nefasto presidente del Gobierno que fue destituido en una moción de censura porque su partido, han zanjado los jueces -sí,los jueces, Eme Punto Rajoy- es un partido de ladrones y él era el máximo responsable de un partido de ladrones
Pero es mentira. Igual que el Ministro del milagro económico, Rato, estaba muy lejos de ser tan magnífico como lo presentaban El Mundo o el ABC o el oligopolio televisivo. Igual que es mentira, como repite Rajoy, que España no fuera rescatada: le regalamos a los bancos 64.000 millones de euros y todavía estamos pagando a las finanzas internacionales esa deuda. Igual que el Partido Popular, con Rajoy como portaestandarte, dio y recibió un trato privilegiado del loco del pelo naranja que desgobernó en Estados Unidos hasta que unos locos con cabeza de bisonte y cuernitos entraron en el Capitolio con resultado de cinco muertos.
Rajoy ha sido un nefasto presidente del Gobierno que fue destituido en una moción de censura porque su partido, han zanjado los jueces -sí, los jueces Eme Punto Rajoy- es un partido de ladrones y él era el máximo responsable de un partido de ladrones que engañó a los españoles, abusó de su confianza y les perjudicó en sus intereses.
Por mucho que quieran blanquear su figura. Podrán, los mismos, seguir diciendo que Franco fue un enorme jefe del Estado, que el emérito hizo un enorme servicio a la democracia, que Aznar fue un preclaro prócer de la patria y Rajoy un gran estadista. Y lo pueden cacarear a los cuatro vientos. Pero nos van a dejar que sigamos sabiendo que son ustedes unos mentirosos. No adultos, sino políticos enormemente pasados.