Los estereotipos nos impiden, en ocasiones, recibir mensajes importantes de interlocutores a los que tenemos etiquetados de una manera equivocada. Yo hace tiempo descubrí que entre las revistas de moda, las cabeceras no son todas lo mismo.
Marie Claire está etiquetada en mi mente como una revista aparte. No es solo una revista de moda, y cuando lo es, la moda tiene otro enfoque: un trabajo riguroso en el que se analizan elementos clave y se aportan datos con peso. Pero más allá de la moda, esta revista lleva tiempo publicando contenidos rigurosos sobre temas diversos.
En el número de mayo, MC nos regala un editorial que es para quitarse el sombrero: habla de la maternidad, un tema eterno, siempre presente, lleno de conflictos, mitos, clichés y contradicciones, y aborda cuestiones que llevo tiempo planteándome en la desorganización de mi mente y que por fin observo plasmadas, con habilidad magistral, en la pluma de su Directora, Joana Bonet.
Cuestiona las tendencias actuales que exaltan un concepto de la maternidad que convierte de nuevo a la mujer en un personaje secundario, que sin embargo atraviesa este camino como un encuentro con algo atávico que le exige vincularse a esta forma de ser madre-new-age. Lo hacen con gusto. Nadie puede reprocharles nada y ni se te ocurra cuestionar esta tendencia tan orgánica, tan responsable, y tan ecológica.
Junto a esta tendencia que observo, y padezco en ocasiones, surge el tabú que supone sugerir cualquier crítica a su elección. Porque ellas no solo eligen, sino que necesitan convencer al interlocutor de la perfección de su elección. Detrás de estas convicciones exacerbadas yo vislumbro temores, inseguridades, y una radicalidad que en sí misma ya me parece sospechosa de fanatismo.
Pero no es fácil opinar en contra, o simplemente hacerse preguntas. Esta forma de vivir la maternidad no me atrae y no comparto sus fundamentos. Obviamente, la mujer no-madre, desde el punto de vista de este colectivo proselitista de la-realización-a-través-del-útero, no tiene razones ni entendimiento para hablar de algo trascentende que le queda lejano. Son mujeres las que dejan al margen a otras mujeres, cuestionando su criterio por estar fuera de un grupo que sienta cátedra desde el rigor de lo subjetivo, nada más lejos que cualquier forma de crear ciencia, pero que a ellas les otorga la autoridad necesaria para seguir justificando una opción en la que, aún eligiendo, se imponen renuncias disfrazadas y, sobre todo, mucha disciplina, mucha autoexigencia, llegando al límite de sentirse siempre en lucha, siempre defendiendo algo que probablemente nadie ha querido atacar.
"En tiempos de sed espiritual y valores marchitos, la maternidad constituye una suerte de ideología para aquellos que hacen del apego materno una razón de vivir."
Rescata la voz de la filósofa que en los años 80 cuestionó el instinto maternal y que ha revolucionado a la audiencia con nuevas afirmaciones revolucionarias (en este contexto que no permite plantear dudas sobre lo política-y-maternalmente correcto):
"Elisabeth Badinter afirma que la suma de ecologistas, ligas de la leche, psiquiatras infantiles y militantes del desarrollo sostenible son en buena parte responsables del nuevo estereotipo de la madre perfecta del SXXI. Un blanco movimiento que bajo la coartada de "lo mejor para el niño" ha provocado que se dé un paso atrás respecto a la independencia de las mujeres."
El editorial de Marie Claire ha conseguido explicar algo que yo no he sido capaz de articular para mi propio entendimiento. Me complace encontrar planteamientos abiertos, ideas que se generan partiendo de la observación de un fenómeno social real pero aún sin definir ni catalogar. Esto me reconcilia con el periodismo y con la tribuna de opinión. Celebro ser lectora de esta revista y celebro tener la suficiente apertura mental como para no etiquetar a las publicaciones y permitirme así, seguir descubriendo riqueza en sus páginas.