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Marie Kondo: Un análisis desde la efectividad

Publicado el 12 abril 2019 por Jmbolivar @jmbolivar

Marie Kondo: Un análisis desde la efectividadUna parte importante de mi trabajo como profesional de la efectividad es intentar estar al día de los nuevos descubrimientos que las neurociencias siguen aportando a este campo.

También intento, aunque en menor medida, enterarme de las novedades que van apareciendo al respecto.

Por eso, cuando en 2016 oí hablar por primera vez de Marie Kondo, de su libro y de su supuestamente revolucionario método, lo compré y lo leí.

Mi sensación al terminar su lectura fue de ligera desilusión, probablemente porque, al haber leído tan buenas críticas sobre él, me había generado unas expectativas demasiado altas.

El libro me resultó simpático y fácil de leer, con algunas ideas interesantes, pero en términos de valor, me aportó muy poco.

Lo que menos me gustó es que mezcla principios productivos universales con opiniones personales muy cuestionables.

Su aparición en Netflix ha dado un nuevo empujón a su fama y ha supuesto el resurgir de todo tipo de artículos sobre su método, que algunas personas dicen de «organización», a pesar de tratar sobre «La magia del orden».

Mi intención en las próximas líneas es compartir contigo un análisis del libro de Marie Kondo y de su método desde la perspectiva de la efectividad. Espero que te resulte útil.

La eterna confusión entre orden y organización

Lo primero y más relevante es que Marie Kondo, al igual que la mayoría de las personas, confunde el orden con la organización, probablemente porque a menudo aparecen de forma combinada.

Organizar es establecer correspondencias biunívocas entre lugares y significados.

Dicho de otra forma, organizar es asegurar que todo lo que está en un sitio tenga un único significado, y que todo lo que tiene un significado concreto esté en un único sitio. Sin mezclar.

El orden tiene que ver con el establecimiento de estructuras o patrones. Puede ser un orden numérico, alfabético, geométrico, estético…

La diferencia entre orden y organización radica en su capacidad para reducir la carga cognitiva.

Si la manera específica en la que se disponen los elementos reduce la carga cognitiva, es organización; si no la reduce, es orden.

Desde el punto de vista de la efectividad, un cajón con todas tus camisetas revueltas y a la vista está desordenado, pero está tan organizado como ese mismo cajón con todas tus camisetas cuidadosamente enrolladas y ordenadas según postula Marie Kondo.

Está organizado porque tu cerebro no necesita recordar dónde tienes una determinada camiseta, ya que está en un único sitio posible: a la vista en el cajón de las camisetas.

Hay personas más o menos dependientes (o incluso adictas) al orden, para las que la imagen de un cajón lleno de camisetas revueltas puede resultar desagradable o incómoda. Pero hay también muchas personas que pueden vivir perfectamente felices con esta imagen.

Lo importante es tener claro que ambos tipos de personas son igual de organizadas y pueden ser por tanto igual de efectivas. El orden es irrelevante para la organización.

Reinventando la rueda

Marie Kondo habla de la magia del orden porque el orden es lo que ella valora. Sin embargo, muchos de los consejos que da en su libro tienen poco que ver con el orden y mucho que ver con la organización.

Por otra parte, todos los consejos sobre organización que Marie Kondo ofrece como parte de su método para ordenar estaban ya presentes en metodologías muy consolidadas como GTD® o 5S.

Por ejemplo, la parte inicial de desechar es análoga al «suprimir innecesarios» de las 5S y también es muy parecida a hacer una recopilación física y aclararla (=procesarla) en GTD®.

Sin embargo, Kondo «estropea» estas buenas prácticas al proponer un «cómo» más que cuestionable.

La efectividad implica que los «qué» tengan un «para qué» y que los «cómo» sean coherentes con ese «para qué».

Así, en 5S, las herramientas se organizan (y se ordenan) en función de su frecuencia de uso «para qué» se pierda el menor tiempo posible en acceder a ellas cuando hay que utilizarlas. En este caso, el «cómo» organizar está perfectamente alineado con el «para qué».organizar.

Del mismo modo, en GTD®, los recordatorios se organizan en función de las circunstancias en las que tiene sentido verlos «para qué» se pueda elegir con confianza qué hacer y qué no hacer en cada momento. También aquí el «cómo» está perfectamente alineado con el «para qué».

Mezclando ciencia y creencia

Sin embargo, el criterio que plantea Kondo a la hora de decidir qué ropa desechar o quedarte, es erróneo, ya que no es coherente con el «para qué» tienes ropa, que es para ponértela.

Un criterio válido a la hora de decidir que ropa dejar en tu ropero y cuál desechar puede ser su frecuencia de uso, como en 5S, o que te sirva valiendo de talla, o que no haya pasado de moda.

Puede haber muchos criterios válidos, pero todos ellos tienen que guardar relación con el uso que vas a hacer de esa ropa, ya que la ropa se tiene para usarla.

Que te haga feliz o no puede ser un criterio adicional complementario, es decir, de la que voy a conservar porque cumple algún criterio principal de uso, me quedo solo con la que me hace feliz.

El criterio de si algo te hace feliz o no a la hora de conservarlo o desecharlo tiene mucho sentido como criterio principal para un cuadro, un regalo que te han hecho o una fotografía, pero es absurdo como criterio principal para tu ropa.

Y en el caso de que quieras conservar alguna prenda de ropa no para ponértela, sino por razones sentimentales, el lugar dónde hacerlo sería otro, ya que tu ropero, para estar organizado, tiene que ser el «lugar donde tengo el 100% de la ropa que me pongo y de la cual me pongo el 100%» (ya sabes, por eso de la correspondencia biunívoca…).

Otro ejemplo de «estropear» buenas prácticas universales lo tenemos en su propuesta de cómo organizar.

Empezar y terminar, o utilizar categorías únicas en lugar de ubicaciones, son principios productivos universales.

Por el contrario, tener que utilizar un tipo de material de almacenaje determinado o tener que tratar a tu ropa como si fueran personas son manías de la señora Kondo sin ningún efecto demostrado científicamente a la hora de organizar.

Conclusión

Este patrón recurrente en el método Konmari de mezclar principios y buenas prácticas productivas con opiniones carentes del menor fundamento científico es lo que en mi opinión echa a perder el libro.

¿Por qué ha triunfado entonces? Muy sencillo. Ha triunfado porque da «recetas».

Mucha gente prefiere creer, imitar y obedecer a tener que pensar, analizar y decidir.

Los principios productivos hay que trabajárselos, es decir, para poder sacarles algún partido, antes hay que pensar, analizar y decidir «cómo» aplicarlos a cada «qué» en función de cada «para qué». Y eso cuesta.

Ante este trabajo, que te faciliten la «receta», el «cómo», para simplemente creértelo y aplicarlo resulta muy cómodo y sencillo, al margen de que la «receta» sirva o no sirva realmente para algo.

En resumen, dejando al margen el éxito del libro, el método y la autora, y centrándome únicamente en la calidad del contenido desde el punto de vista de la efectividad, el título que yo le pondría es otro:

«Marie Kondo: el método para organizar tu casa que pudo ser y no fue».


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