Lunes 28 de abril, 20:00 horas. Teatro Campoamor, Oviedo: XXI Festival de Teatro Lírico Español. Marina (E. Arrieta). Sonia de Munck (Marina), Antonio Gandía (Jorge), Luis Cansino (Roque), Simón Orfila (Pascual), Gerardo Bullón (Alberto), Yolanda Secades (Teresa), Rubén Díez (un marinero), Marta Ruiz Fernández (una menor); Orquesta Langreana de Plectro; Capilla Polifónica "Ciudad de Oviedo" (director: Rubén Díez Fernández), Oviedo Filarmonía. Dirección Musical: Óliver Díaz. Escenografía: Juan Sanz y Miguel Ángel Coso. Entrada delantera de entresuelo: 38,50€ (+ 1€ gestión).
Tercer título de esta temporada que nos trajo esta ópera en versión completa del ICCMU en edición crítica de nuestra doctora Mª Encina Cortizo, recuperando dos números y pudiendo asistir a la primera representación cual Teatro Real madrileño que llenó el templo lírico asturiano. Apostar por la Marina de Arrieta asegura taquilla pero cuando el elenco vocal es tan equilibrado como el de este título tan conocido (ya visto recientemente en La Zarzuela madrileña), con un coro veterano y seguro, una orquesta nacida para el foso pero que está creciendo a pasos agigantados y una batuta de la casa que domina la partitura como pocos, el éxito resultó completo. La escenografía bien resuelta aunque personalmente oscura pues más que el Mediterráneo de Lloret casi resultó el Cantábrico de Puerto de Vega, hizo aún más asturiana esta producción.
Comenzaba comentando la partitura, exigente para todos los cantantes que deben hacer suyos unos personajes mejor asentados que el argumento, y Sonia de Munck resultó una convincente Marina que fue asentándose en cada acto tanto en sus romanzas, arias realmente duras y belcantistas como la del dúo con la flauta que tanto recuerda "la Lucía", como en los distintos dúos, cuartetos y concertantes, de color vocal adecuado y dramatizando su rol hasta un final esplendoroso.
Enorme en todos los aspectos el Roque de Luis Cansino (que sustituyó al inicialmente previsto Ángel Ódena), dominando este papel como pocos hoy en día, crecido desde su aparición, puede que algo sobreactuado y casi verdiano, con potencia unida a su reconocido gusto que no me extraña fuese el más aplaudido junto a la protagonista. Cierto que sus romanzas son muy populares y el público las sabe de memoria, pero dibujó su personaje cual Ahab amargado y satírico de gran poderío en toda la extensión vocal junto a una escena prodigiosa.
Otro triunfador en este reparto tan equilibrado fue Antonio Gandía con su Jorge que fue creciendo a la par que el personaje, Costa la de Levante... tenor seguro en el agudo pese a ciertas dudas iniciales rápidamente solventadas, registro medio redondo y grave sin perder color ni volumen, de enorme musicalidad en cada romanza y excelente empaste en los dúos tanto con Marina como con Roque, así como en los concertantes.
El Pascual de Simón Orfila en la línea canora del menorquín, hermoso color vocal y actoral totalmente opuesto a Roque, celoso y elegante, siempre derrochando profesionalidad y entrega para delinear un cuarteto protagonista de enorme calidad.
Las breves intervenciones del canario Gerardo Bullón, así como las de los asturianos Yolanda Secades o Rubén Díaz seguras, la primera con un hermoso dúo con Marina, el marinero con Pascual, de la Capilla Polifónica que volvió a demostrar versatilidad vocal y escénica, empaste, potencia, gusto, algo titubeantes o remolcados por momentos pero que como el resto fueron de menos a más en este "estreno" que siempre supone dificultades añadidas, con las voces graves bien en el "Marinero" pero en el conocido "Brindis" muy presentes aunque algo retrasadas con respecto a Jorge, que encajaron mejor en el "da capo". Estoy seguro que en la tercera función del viernes todos bordarán esta Marina ya de por sí muy equilibrada.
La Oviedo Filarmonía sonó como la perfecta formación de foso que es, con algún detalle mejorable en alguna intervención solista (por otra parte comprometidas), bien de sonoridades adecuadas a cada escena, presente pero nunca dominante ni estridente. Del éxito global fue responsable el maestro ovetense de alma gijonesa Óliver Díaz, artífice de una versión rica en contrastes dinámicos y expresivos, plenamente romántica, mimando las voces, tiempos puede que algo rápidos para los concertantes finales con el coro, pero donde todos respondieron a sus indicaciones, si se me apura capitán lobo de mar de un navío surcando las aguas entre Peñas y Vidio. Dominar el timón, en este caso partitura, permite hablar de interpretación más que de mera representación.
No quiero olvidarme de la figuración y la "recuperada sardana" bien bailada, marcando todos los pasos como auténticos catalanes, sumándose Pascual y Marina que cantaron a continuación sin fatiga alguna. Con poco peso las tres púas y dos guitarras de la Orquesta Langreana de Plectro, aunque ayudó a completar la redonda romanza de Roque llena de brea, que en el norte llamamos chapapote aunque suene menos musical y tenga recuerdos de "poco Prestige".
Aún queda un Curro Vargas muy esperado, elevando la zarzuela ovetense a las cotas de Lírica con mayúscula, equiparable en todo a la ópera de la que el Campoamor entiende, más cuando tenemos repartos como el de esta Marina, asturiana con más salitre y oleaje, galerada mejor que ciclogénesis explosiva y voces internacionales dignificando nuestro genuino y exportable género musical. Pero habrá que esperar a junio.