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Mario Martín Gijón. Rendicción

Publicado el 17 julio 2014 por Santosdominguez @LecturaLectores
Mario Martín Gijón.  Rendicción
Mario Martín Gijón. Rendicción.Prólogo de Benito del Pliego. Amargord Ediciones, Madrid, 2013.
Rendicción (2013), último libro de Mario Martín Gijón (1979), es un libro de amor que hace recaer el peso de su voz sobre la palabra llevada al juego límite de la plurisemasia, también desde la disposición tipográfica, donde coquetea con la propuesta de Paul Celan. Un autor que conoce muy bien en su propia lengua y emplea en ocasiones en este libro. Igualmente emprende el camino poco trillado de la pasión amorosa al día de hoy (también Ada Salas lo hecho en Limbo y otros poemas), al menos en las poéticas jóvenes de los nacidos por el 1975, ¡quién lo iba a decir!, y que en general pertenecen a cuanto he llamado alguna vez poéticas del malestar y del fragmento. Mario Martín, prospectivo y curioso, forma parte además del mundo lleno de delicadeza al que, con fórmulas diferentes y otra perspectiva, sirven Juan Bernier o Josep. M. Rodríguez, entre otros deshabitados, como mantuvo Juan Carlos Abril, en uno de los trabajos de referencia.De lo que no cabe duda es del esfuerzo generacional por escribir algo diferente a las promociones realistas y del silencio, en sus múltiples perspectivas y evolución. La gravedad de la palabra sincopada o elíptica, de la sinapsis y de cierta fragmentación del decir, que tanto Julieta Valero como Ana Gorría, Jorge Gimeno, Juan Andrés García Román, Agustín Fernández Mallo o Marcos Canteli por poner algunos ejemplos destacados de esta perspectiva en sus variantes, indican una clara voluntad de romper el discurso desde su envoltura. Apenas queda nada del clasicismo de los 90 o del esencialismo del desierto y páramo en esos términos sobre el que descansó un momento reciente de nuestra historia literaria. Martín Gijón lo emprende desde el discurso de Celan para revertir la mirada hacia la poesía amorosa, sin sarcasmo, sin herida, hecha gozo. Realmente estamos ante una inusual poesía del gozo amorosa, saliniano, pero desde este fractura formal generadora de un juego parentético que, en Latidos y desplantes, su anterior poemario, apenas apuntaba. Sin duda Mario Martín Gijón ha dado un paso de gigante en esta mirada sobre la fórmula, donde esas suspensiones o pausas o apartes y el escalonamiento del decir, juegan con los dos o tres sentidos que la composición y derivación del lexema tienen, añadiendo el fonema que falta cuando es menester. Benito del Pliego en el prólogo incide fundamentalmente en esos juegos con los límites del lenguaje en su querer decir. Martín Gijón crea así un complejo clima de contigüidades o antonimias explícitas desde la palabra que aborda el gozo erótico y ausencia, la explosión amorosa o su consecuencia, en ese análisis demorado entre ser o dejarlo desde el yo construido en su complejidad desde la amada hacia el vacío cuando la consumación ha cerrado el sentido del canto. El grado de complicación del juego se va tornando cada vez más alambicado desde cierta sencillez inicial incrementada por las intertextualidades en alemán o en inglés en este esfuerzo polisémico y políglota. Me encuentro entre quienes les gusta este esfuerzo por lo diferenciado y por la extenuación del significado desde sus combinaciones, permutaciones y disposiciones, sobre todo por el tremendo esfuerzo de conferir verosimilitud y lectura, pero también nos parece percibir como en “sI go ciego”, una opacidad antirrítmica o musical en ese esfuerzo formal, que en su caso normalmente da, pero también resta naturalidad para generar laboratorio sin memorabilidad s(e/i)n tis(e/i)n ti miento mient(o/e) do do[y]lo que soy.lo que soy. Una excepción ese alambicamiento rebuscado, pues lo normal es que aparezcan poemas de este breviario amoroso en que en cuatro etapas o estancias marcan el proceso del enamoramiento, desde el cuerpo ausente a su contemplación en el sueño (dentro de una tradición que va recientemente desde Gerardo Diego a Claudio Rodríguez), hasta la fusión. Próximo por edad a la promoción de los Deshabitados, por llamarlos con Juan Carlos Abril, o del fragmento y malestar, su poesía llena de gozo, amorosa y moderna, imbuida por el espíritu de Juan Rejano y las fórmulas de Paul Celan o el retorcimiento expresivo sobre la amada y sus ojos parloteantes, traduzco del alemán. Rendición a la amada, y al deseo al que se entrega sin duda rejuveneciendo de paso con su saber decir el panorama español, lo cual es motivo de satisfacción, después de tanto clasicismo más o menos amanerado o narcisismos dolientes que parecen haber saturado al lector. Y por eso estas promociones, aunque se duelan, han cambiado el tono y el lenguaje que se había saturado reflexo
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