Revista Cultura y Ocio

Mario Vargas Llosa. Cartas a un joven novelista.

Publicado el 02 marzo 2021 por Juancarlos53

✔ "" Para tomar contacto con una obra de arte, nada, en efecto, resulta menos acertado que el lenguaje crítico, en el cual todo se reduce siempre a unos equívocos más o menos felices." (De Carta a un joven poeta de Rainer María Rilke)
✔ (De Cartas a un joven novelista de La crítica por sí sola, aun en los casos en que es más rigurosa y acertada, no consigue agotar el fenómeno de la creación, explicarlo en su totalidad." Mario Vargas Llosa)

Mario Vargas Llosa. Cartas a un joven novelista.

Cuando en " Librario íntimo", el blog de Rubén Castillo Gallego, vi, hará cosa de un año o así, una sucinta reseña sobre este librito me dije que tendría que leerlo. Y no, naturalmente, por el calificativo que Rubén le otorgaba (''). Lo primero que me llamó la atención fue su título que me llevó de inmediato al de Rainer María Rilke, "Cartas a un joven poeta". Naturalmente, creo que, salvo la evidente semejanza en el título, ningún otro parecido hay entre ellos, empezando naturalmente porque las cartas que Rilke dirigió a Franz Xaver Kappus, cadete de la escuela militar austrohúngara, están plenamente integradas en el día a día del autor y, aparte de los asuntos poéticos por los que le preguntaba el joven poeta, tocan no pocas veces asuntos propios de la cotidianidad del imperio austro-húngaro en cuyo ejército el joven poeta Kappus desarrollaba su actividad profesional.

Lo he leído con gusto y suma rapidez pues las 150 páginas del volumen vuelan casi sin darse uno cuenta, tal es la maestría del escribidor que Mario Vargas Llosa es y demuestra en estas recomendaciones literarias redactadas a la manera de cartas a un joven henchido de ansias por escribir. El peruano ilustre le da consejos que podríamos calificar de divulgadores sobre qué elementos debe de haber en una narración para llegar a persuadir al lector. Porque de eso se trata: de persuadir al lector, de embaucarle, de hacerle ver que en la mentira que lee hay verdad, que esa ficción tiene verosimilitud...; y todo esto sin que él sea consciente de los palos que sostienen el sombrajo:

[En la novela] una fusión cabal del tema, el estilo y los puntos de vista [harán] que el lector, al leerla quedará tan sugestionado y absorbido por lo que ella cuenta, que olvidará por completo la manera como se lo cuenta y tendrá la sensación de que aquella novela carece de técnica, de forma, que es la vida misma manifestándose a través de unos personajes, unos paisajes y unos hechos que le parecen nada menos que la realidad encarnada, la vida leída. Ése es el gran triunfo de la técnica novelesca: alcanzar la invisibilidad

Finalizada la lectura pienso que más que un libro dirigido a un escritor primerizo que desea conocer los intríngulis de la narrativa, el auténtico destinatario es cualquier lector que desee profundizar un poco en la entraña de aquello que tiene en sus manos. Por eso sí estoy de acuerdo con lo que Rubén dice del libro -'una tontuna '- si lo miro desde el punto de vista de un aficionado a la escritura que desearía hacerse novelista; pero desde la perspectiva de un aficionado a la lectura creo que el libro es de una gran oportunidad.

Lo que más destacaría de este ensayo epistolar sobre narrativa es el elevado número de títulos de narraciones y de nombres de autores de los mismos a los que Vargas Llosa recurre para ejemplificar o argumentar sus definiciones o descripciones de las técnicas narrativas que en perfecto orden y con un magnífico lenguaje va presentando. Y junto a esto, la facilidad comunicativa que demuestra el escritor quien echa mano de una terminología sencilla e incluso propia muy alejada de expresiones abstrusas que sólo sirven cuando se utilizan para dejar fuera del alcance de lo dicho a un buen número de escuchantes o leedores, cuando de lo que se trata es de conseguir que los 'leedores' se conviertan en 'lectores', tal y como Pedro Salinas en 1948 estableciese en su ensayo " Defensa de la lectura".

Leedor es aquel que posee los conocimientos suficientes para enterarse del contenido de un texto escrito que necesita para su formación. [...] La galería de leedores es copiosa. El estudiante que se desoja en víspera de examen sobre el libro de texto; el profesor que trasnocha entre tratados, acopiando datos para su lección; la matrona que, `parada junto al fogón, recita en voz alta las instrucciones coquinarias que conducen al suculento plato; el funcionario en retiro que demanda a las páginas del libro la mejor manera de invertir sus ahorros [...] Leedor, también, el que emplea su tiempo en los diarios [...]
Pedro Salinas: Frente a estas legiones, en escasa minoría, los lectores. Se define lector simplicísimamente: el que lee por leer, por el puro gusto de leer, por amor invencible al libro, por ganas de estarse con él horas y horas, lo mismo que se quedaría con la amada; por recreo de pasarse las tardes sintiendo correr, acompasados, los versos del libro, y las ondas del río en cuya margen se recuesta. Ningún ánimo, en él, de sacar de lo que está leyendo ganancia material, ascensos, dineros, noticias concretas que le aúpen en la social escala, nada que esté más allá del libro mismo y de su mundo. (Leedores y lectores, epígrafe de su ensayo Defensa de la lectura incluido en "El Defensor", Madrid, Alianza editorial, 1983. Colección Alianza Tres, núm. 118; págs. 183-184.)
Mario Vargas Llosa. Cartas a un joven novelista.


No he podido resistir la tentación de colocar la larga cita anterior pues creo que pocas veces se ha hecho una distinción más atinada entre unos y otros seres alfabetizados. Esta es en mi opinión, como digo antes, la intencionalidad verdadera de este breve ensayo sobre narratología escrito por el Nobel peruano-español en 1997, lograr que los lectores disfruten mucho más de sus lecturas sabedores de todo lo que hay de trabajo y de técnica en la trastienda de las buenas novelas.

No es un manual para hacer novelistas, es sólo la señalización de una serie de recursos que están siempre en las buenas novelas. ¿Y cuáles son estos recursos? Pues en resumidas cuentas los siguientes que voy simplemente a nombrar, dejando para los interesados en el tema la muy grata labor de aprender disfrutando de la prosa del autor de " Conversación en la catedral":

  1. Narrador (punto de vista espacial)
  2. Tiempo de la ficción (punto de vista temporal)
  3. Nivel de Realidad (punto de vista del nivel de realidad, que no es otra cosa que la relación entre el plano de realidad en que se sitúa el narrador y el plano de realidad en que se sitúa lo narrado)
  4. Muda (alteración que experimenta cualquiera de los puntos de vista antes reseñados )
  5. la Caja China o Muñeca Rusa
  6. el Dato escondido (otros autores lo denominan 'narrar por omisión')
  7. y los Vasos Comunicantes (lo que en otras teorías narratológicas se denomina 'contrapunto' y que no hay que confundir con historias yuxtapuestas).

Finaliza Mario Vargas Llosa su ameno ensayo advirtiendo a este desconocido novelista en ciernes con quien se cartea que hay otros factores, como "la intuición, la sensibilidad, la adivinación e incluso el azar ", factores que, a su vez, "escapan siempre a las redes de la más fina malla de la investigación crítica ". Y que "por eso nadie pueda enseñar a otro a crear "

Y a los lectores, en especial a aquellos lectores que mientras leen van a la caza de recursos y técnicas intentando no caer en el señuelo y no ser seducidos por el hacedor de mentiras que es el buen novelista les dice, colocándose él en el papel de lector, lo siguiente, que suscribo plenamente:

"A mí lo que me gusta es leer novelas, no autopsiarlas"

Mario Vargas Llosa. Cartas a un joven novelista.

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