Leo por lo general cada quincena a Mario Vargas Llosa en El País, es uno de los grandes escritores latinoamericanos que aún es periodista.
En su Tribuna, como bautizó su columna en ese importante diario español, he disfrutado de escritos memorables, el de esta ocasión es bueno a secas, y nos habla sobre la nueva tragedia que se avecina al demolido país caribeño: El retiro de la ayuda que ha venido recibiendo desde el terremoto que sufrió hace unas semanas.
La tragedia de Haití, como lo afirmé desde el primer día que supe del terremoto, no la causó el movimiento telúrico en cuestión, fue consecuencia de la pobreza que generó décadas de corrupción, y mi hipótesis quedó sustentada cuando días después Chile sufrió un sismo aún mayor y el número de muertos fue cientos de miles menor. De hecho los que hubo en su mayor parte fue por errores en la comunicación, no los aplastó una casa o construcción. No debieron morir en el tsunami.
La pobreza es una plaga, es la peor. La pobreza denigra a las personas, el hombre no nació para ser pobre, nacimos para ser felices aspirando a la abundancia física, mental y espiritual, nacimos con derechos de poseer los medios que nos permitan progresar, por eso me aparto del comunismo, de ese pensamiento que insiste en “repartir el árbol, en lugar de repartir los frutos”.
Si Haití fuera un país menos pobre, no hubieran muerto 200 mil personas. Si Haití fuera un país menos pobre tendría la capacidad de levantarse de sus cenizas. Si Haití fuera un país menos pobre no enfermarían las miles de personas que irremediablemente enfermarán en cuanto llegue la temporada de lluvias.
¿Que lecciones debemos aprender de la tragedia de Haití? Me inclino por dos para empezar:
a. Mejorar la educación del mexicano, para que sea capaz de levantarse de toda caída, y
b. Sigue Cuba, allí se fraguará la siguiente gran tragedia de nuestro continente, aún hay gente que duerme sin techo como resultado de los huracanes de hace casi dos años y si hoy temblara en Cuba, la mitad de los edificios aplastaría al que no consiguiera salir a tiempo. No es mi deseo POR SUPUESTO, pero cualquiera con más de dos dedos de frente puede augurar ese desenlace en la isla de Fidel.
Saludos desde Tijuana
P.D. Es muy distinto ser pobre a vivir con humildad, se puede ser humilde poseyendo los medios para progresar. Para decidir como queremos vivir es necesaria la educación, ofrezcamos la oportunidad a los mexicanos que elijan vivir como quieran, que no nos condenen los políticos corruptos a la pobreza, a no tener opciones, esa es la pobreza que ofende. No tener opciones no debe ser posible en México.