Peruano, de Arequipa, y nacionalizado español desde 1993, está considerado como uno de los más importantes escritores contemporáneos, que obtuvo el Nóbel de Literatura en 2010, argumentando la Academia que se lo concedían «por su cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, su rebelión y su derrota».
Ha sido, además, premio Príncipe de Asturias de las Letras (1986), Premio Cervantes (1994), Planeta (1993) y Rómulo Gallegos (1967).
Entre su extensa obra se suscitan percepciones de la sociedad peruana y por su larga estancia en diversas partes de Europa, toca en sus composiciones historias y pensamientos de otros lugares del mundo. En 1990 se presenta como candidato a la presidencia del Perú por la coalición política de centroderecha Frente Democrático.
Más allá de la farándula a la que se le ha conducido en los últimos tiempos desde los programas rosa de la televisión hay que observar también nuestros propios errores en esas frases que, ciertamente, han dejado de tener ese significado especial que tenían cuando las pronunciamos por primera vez. Posiblemente, hasta el Nobel suprimiría algunos de esos pensamientos, porque avanzando el tiempo, cambian las historias, los amores para toda la vida, los arrepentimientos para siempre...
FRASES EXTRAÍDAS DE CONFERENCIAS, ENTREVISTAS Y ESCRITOS
La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar.
Se escribe para llenar vacíos, para tomarse desquites contra la realidad, contra las circunstancias.
El nacionalismo, lo mismo el centralista que los periféricos, es una catástrofe en todas sus manifestaciones.
Cuando creí que iba a perder la razón ante tanto sufrimiento. Así descubrí que un ser humano no puede vivir sin creer.
"En lo que se refiere a Dios hay que creer, no razonar", decía Herbert. "Si razonas, Dios se esfuma como una bocanada de humo".
Mi experiencia política no fue grata, pero sí muy instructiva. Aprendí mucho sobre mi país, sobre la política y sobre mí mismo. No me lamento de esa aventura.
Toda novela es un testimonio cifrado; constituye una representación del mundo, pero de un mundo al que el novelista ha añadido alguna cosa: su resentimiento, su nostalgia, su crítica.
Nada enriquece tanto los sentidos, la sensibilidad, los deseos humanos, como la lectura. Estoy completamente convencido de que una persona que lee, y que lee bien, disfruta muchísimo mejor de la vida, aunque también es una persona que tiene más problemas frente al mundo.
Allá, en el Congo, conviviendo con la injusticia y la violencia, había descubierto la gran mentira que era el colonialismo y había empezado a sentirse un "irlandés", es decir, ciudadano de un país ocupado y explotado por un Imperio que había desangrado y desalmado a Irlanda. Yo creo que la civilización es una buena cosa; pienso que hay que estar muy, muy sumido en la civilización para poder rechazarla y mitificar el mundo primitivo como lo hizo Paul Gauguin. Hay que estar realmente preparado para despreciar la civilización, y decir cosas como, por ejemplo, la corbata, ¡qué tontería, qué intolerable signo de opresión!
La utopía no es realizable, la sociedad perfecta no existe ni va a existir, básicamente porque es imposible que la idea de la sociedad perfecta coincida en dos seres humanos. Varía con cada individuo, cada uno nos la creamos sobre la base de nuestras fantasías particulares, nuestros deseos, nuestra psicología. No se puede universalizar una idea de la felicidad, es cosa de fanáticos.
Creo que, en última instancia, el nacionalismo está reñido con la democracia. Aunque hay que diferenciar el nacionalismo de pistoleros terroristas del nacionalismo burgués. Pero si usted escarba en las raíces ideológicas del nacionalismo, éstas son un rechazo de las formas democráticas, un rechazo a la coexistencia en la diversidad, que es la esencia de la democracia. Por eso yo combato el nacionalismo en todas sus manifestaciones.
¿Sería así toda la Historia? ¿La que se aprendía en el colegio? ¿La escrita por los historiadores? Una fabricación más o menos idílica, racional y coherente de lo que en la realidad cruda y dura había sido una caótica y arbitraria mezcla de planes, azares, intrigas, hechos fortuitos, coincidencias, intereses múltiples, que habían ido provocando cambios, trastornos, avances y retrocesos, siempre inesperados y sorprendentes respecto a lo que fue anticipado o vivido por los protagonistas.
“Un hombre no se debe dejar pisotear por nadie en esta vida. Se trata de eso, nomás, comadrita.”
“La tesis compartida por casi todos los filósofos posmodernos, pero expuesta principalmente por Jacques Derrida, sostenía que es falsa la creencia según la cual el lenguaje expresa la realidad. En verdad, las palabras se expresan a sí mismas, dan «versiones», máscaras, disfraces de la realidad, y por eso la literatura, en vez de describir el mundo, sólo se describe a sí misma, es una sucesión de imágenes que documentan las distintas lecturas de la realidad que dan los libros, usando esa materia subjetiva y engañosa que es siempre el lenguaje.”
“No soy un ateo, un ateo es también un creyente. Cree que Dios no existe, ¿no es cierto? Soy un agnóstico, más bien, si es que soy algo. Alguien que se declara perplejo, incapaz de creer que Dios exista o que Dios no exista.”
El espectáculo se ha convertido en el valor de nuestra época. Ya no hay valores, nadie sabe qué cosa es buena, qué cosa es mala, qué cosa es bella, qué cosa es fea. Vivimos en una de las épocas más confusas de la historia.
Al Perú lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, sufrí y soñé.
Hay que protestar, denunciar, movilizar a la opinión pública. Los medios independientes del mundo se sienten amenazados cuando un medio es clausurado de manera autoritaria. Cuando se cierran los medios de expresión lo que viene es una dictadura.
Algunos compatriotas me acusaron de traidor y estuve a punto de perder la ciudadanía, cuando, durante la última década, pedí a los gobiernos democráticos del mundo que penalizaran al régimen con sanciones diplomáticas y económicas, como lo he hecho siempre con todas las dictaduras, de cualquier índole, la de Pinochet, la de Fidel Castro, la de los talibanes en Afganistán, la de los imanes de Irán (...) lo volvería a hacer mañana si -el destino no lo quiera y los peruanos no lo permitan- el Perú fuera víctima una vez más de un golpe de Estado que aniquilara nuestra frágil democracia.
Sin ella, mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo y Morgana y los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia.
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