Revista Opinión
Dos largas filas de mujeres, vestidas de riguroso negro, preceden a la 'virgen de todos los dolores conocidos'; la de la izquierda la encabeza la mujer del jefe de la policía local, la de la derecha la mujer del boticario. A continuación, las concejalas, las maestras, las mujeres de los concejales....., hacia la mitad de la fila de la derecha llama la atención una mujer sumamente pequeña, que mientras el resto da un paso, ella para recorrer la misma distancia le cuesta dos, lo que produce el efecto visual de que va mucho más deprisa que las demás, a la vez que rompe esa cierta marcialidad de marcar el paso del resto de las mujeres de la marcha.
Sus apenas uno cuarenta, con peineta y mantilla, que le cubre toda la espalda hasta los tobillos, recuerda la imagen de ET disfrazado en la fiesta de hallowen con un cirio encendido, que a la vez le sirve de punto de apoyo, y atrae todas las miradas -no sin ternura- del público que bajó este jueves santo a ver la procesión.
Nadie, o casi nadie, conoce su auténtico nombre, todos la conocemos como Mariquilla, sólo eso. Desde la tarima que tiene detrás del mostrador para no quedar escondida en el puesto de chucherías que regenta en la plaza del ayuntamiento, Mariquilla controla el pulso del pueblo. Todos los chavales hemos pasado por este puesto, al principio con miedo de la mano de algún adulto. Después, cuando hemos conocido a Mariquilla, su trato afable dentro del mal genio del que hacía gala, provocaba que tuviéramos una relación de amor-odio con ella. Mucho antes de que estuviera prohibido vender tabaco a menores, ella ya seleccionaba a los compradores de cigarros sueltos por la edad del cliente.
De ella se dice que nunca conoció carnalmente a un hombre,- me costó trabajo entender la frase-, pero todo el mundo recuerda aquel joven obrero del canal, que durante su construcción, compraba todas las tardes, durante cuatro veranos, con sus inviernos, cinco Bisontes en el puesto de chucherías de la plaza del ayuntamiento, compras amenizadas por grandes charlas sobre cualquier tema, también grandes miradas. Pero el día que se inauguró el canal fue el último que Mariquilla vendió cinco Bisontes, hace ya más de treinta años.
Ayer trajeron a Mariquilla, sus últimos años los pasó en la residencia 'El amanecer', hoy estamos todos los que fuimos chavales en el cementerio. Detrás del todo hay un anciano del brazo de una joven, que mientras las coronas de flores son introducidas en la fosa encima de Mariquilla, saca un paquete de Bisontes del bolsillo y enciende un cigarro entre lágrimas.