Tomé los dos primeros párrafos de Platero y yo.
Es un libro que se caracteriza por una dulzura poética muy singular, sin embargo sencilla y muy concisa. Las palabras justas, muchos adjetivos, pero ninguno de más... Excelente.
Veamos cómo me sale el trabajo de sobrecargar algo bello para transformarlo en un Franskenstein literario, incluyendo también el título.
Estos son los párrafos originales:
PLATERO.
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal...
Platero, el burrito de blanco algodón
Platero es un animalito muy pequeño, peludo y bien suave; tan blando por fuera, que se diría que está hecho todo de puro algodón, y se diría que no lleva huesos. Mejor dicho sí, solamente dos diminutos espejos de color azabache que lleva por ojos son duros como huesos, que parecen dos escarabajos hechos de cristal negro.
Cuando suelto a Platero, y éste se va al prado, y cuando acaricia cálida y tibiamente con la punta de su hocico, apenas rozándolas, las incontables y hermosas florecillas de color rosa, colores celestes y gualdas... Yo lo llamo dulcemente por su nombre: ¿Platero?... ¿Platero?... ¿Dónde estás? y Platero viene a mí con un trotecillo alegre y cadencioso que pareciera que se estuviera riendo en no sé qué sonido a cascabeles ideal...
Espero realmente haber podido crear a Franskeinstein literario, y pido desde ya perdón a Juan Ramón Giménez. Hasta mi próximo ejercicio !!!