Marketing de experiencias se muestra en el cuidado máximo del más mínimo detalle y busca soluciones globalizadoras que den satisfacción real a todos los grupos interesados en el modelo de negocio.
Marketing de experiencias atiende:
- La búsqueda de productos y servicios que realmente se están demandando.
- Se vuelca en conseguir que el Valor Funcional se convierta en una experiencia satisfactoria, sin mácula, transmitiendo belleza.
- Se convierte en una historia que transmite los esfuerzos y trabajos por crear un Valor Funcional y un Valor Emocional que ha de ser transmitido.
- Se ocupa de evitar las incongruencias entre lo que se va a decir que se hace y lo que realmente se está haciendo, moviendo toda la estructura hasta construirla como un Valor de Responsabilidad Social Corporativa que le permita, al proyecto empresarial, compartir experiencias y comunicación bidimensional en todos los puntos de encuentro.
- Y termina regresando, al primer punto con toda la información recabada en el proceso innovando y ofreciendo mejoras al Valor Funcional, al Valor Emocional y al Valor de Responsabilidad Social Corporativa que irán creciendo y evolucionando en la misma medida en que lo hacen las comunidades donde habita.
Empezamos a vivir en una sociedad en la que las decisiones de los consumidores comienzan a mostrar consideraciones sociales y colectivas, donde las decisiones individuales de consumo se toman teniendo en cuenta la repercusión sobre el entorno que acarrean. Donde los productos publicitados adquieren la connotación de que han de pasar primero la prueba de la desconfianza que se ha ido generando en un espacio donde, el comprar o vender a toda costa, no tenían en cuenta la devolución de las formas para conseguir "cualquier precio" y donde la obsolescencia programada cubría la necesidad de ser por lo que tienes y no por lo que eres.
Nos encontramos con un consumidor hastiado, cansado y frustrado consciente de que sus propias actitudes en la compra han estado aportando granitos para crear la crisis en que vivimos inmersos y que termina asumiendo que, en definitiva, cada cada causa sembrada, trae un efecto que puede ser que no nos guste. Del empalago por ir más rápido y a toda costa probando opciones, subiendo sin descanso por las escaleras empinadas del Marketing hemos pasado a las devoluciones que hablan de las incongruencias que manifiestan, esas estrategias, en los puntos de encuentro y una reclamación más contundente que exige una fidelización que Marketing nunca puede lograr, más allá de, hasta donde dura la oferta.
De un reclamo de fidelización a una demanda, cada vez más potente, que exige tener toda la información, mostrando una molestia generalizada por el uso de un trato o palabras que hablan de una atención individualizado cuando todos sabemos que en lo único que se está, es en una negociación que Marketing se empeña en ganar, cueste lo que cueste y con las armas que sean necesarias, sean estas armas oscuras o transparentes.
Si bien el consumo resulta imprescindible para lograr el bienestar del consumidor, sin embargo, éste consumidor empieza a desechar la idea de consumismo exacerbado, sustituyéndolo por una conciencia social donde los valores de solidaridad, seguridad y sostenibilidad ganan terreno, dejando atrás la percepción de consumidor por la de un ciudadano consciente que ya no aceptará más juegos de palabras, si estos no llegan acompañados por hechos claros y contundentes.
En este marco social Marketing de experiencias se muestra en todos los puntos de encuentro con cualquiera de los grupos de interés y llega enriqueciendo a todo el tejido empresarial para volver a empezar enriqueciendo de nuevo después de obtener toda la información, a tiempo real, que el departamento de Branding necesita para elaborar todas las construcciones y la escucha que terminarán convirtiéndose en elementos claves para conseguir la fidelización y la lealtad que Marketing, nunca logró.