«“Para que haya sombra, el sol tiene que golpear oblicuamente”, se decía a manera de justificación. “Cuando el sol alcanza la vertical ya no hay sombra, ya no proyectas nada fuera de ti. No se puede estar más desnudo que bajo un sol en su cénit: en esa posición no hay manera de ocultarse de uno mismo”.»
Reseña escrita por Maudy Ventosa.
Cubierta de: ‘El achachila Markus Leonthier II’
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El Achachila no es solo una novela; El Achachila es una búsqueda. Una búsqueda permanente, que es la seña de identidad de Guallar. Su literatura está impregnada de experiencia personal, reflexión, sentimientos, anhelos, deseos… y, ¡cómo no!, de su trayectoria profesional, porque no abandona nunca la tarea docente. No es capaz de resistirse a plasmar en el papel las enseñanzas que, como Consultor Experto en Estrategia y Desarrollo de Organizaciones, transmitía cada día a los grupos de ejecutivos que formaba.
El Achachila es también un viaje interior con final feliz. Porque nuestro protagonista llega. A Ninguna Parte. No es un lugar, es una parte de mí que había evitado. He necesitado un plus de valor para llegar ahí. Y al final era eso; Ninguna Parte. Consigue eliminar su bolo oscuro, esa parte profunda a la que teme y a la que no quiere acercarse. Le dicen que ha sido la vergüenza la responsable de que haya evitado que otros descubran una parte de él que considera desdichada y sin valores; era la culpable de que no llegara a ese bolo oscuro.
La novela nos traslada a la mágica y árida tierra de los descendientes de la cultura lickanantai (atacameños), en el norte de Chile; con Markus recorremos en Atacama “La Chuqui”, la mina de cobre y oro a “rajo abierto” más grande del mundo; el Rincón Perdido, que en lengua kunza -casi desaparecida- llaman Toconao; el volcán más hermoso de los Andes: el Licancabur, que ellos denominan Tatalikanko; el desierto que te exprime y saca hasta la tristeza… Disfrutamos con la comida que prepara la yerbatera: los tomates silvestres remojados con hierbas el día anterior; chulengo, cuya carne han dejado madurar un tiempo envuelta en hojas y cortezas y luego han puesto en un hueco entre las brasas durante horas, para después untarla en salsa de tola, tolilla amarga, palo rojo y tenkalitos. Sin sal. Y como Markus no es nada sibarita -ni las personas con las que se relaciona tampoco-, lo acompañan de una botella de vino Viñedo de Chadwick.
Nelson, el conductor cuentista, nos relata leyendas de novias fantasmas y niños que asustan a las gentes que no distinguen realidad y ficción… Y por fin El Achachila que te habla desde sus labios sellados y que guarda la enseñanza de los Abuelos. Y te olvidas de todo porque el Ckuri, el Viento del Gran Espíritu, ya te ha soplado…
Compartir vino y viandas con Miguel es todo un lujo porque es un excelente y divertido conversador. Habla con pasión de su trabajo y me contó muchas cosas, pero no pienso referiros todas. Tendríais muchas pistas y la magia está en descubrirlas.
Maudy.- Sitúas tu obra entre 1939 y 1945 cuando en Chile sucedieron cosas muy importantes, como el terremoto de Chillán en el 39, donde hubo 24. 000 muertos; la Guerra del Pacífico, aunque la participación de Chile solo fue diplomática…¿Por qué has elegido este momento?
Guallar.- Es cierto lo que dices, pero la novela empieza un poco antes del 39, por lo tanto, antes de la Segunda Guerra Mundial, en Suiza, impulsada la aventura por la Fundación Daimon que dirige un personaje ucraniano que se llama Daryna Malenko. Monta una expedición un poco curiosa, de profesores, de doctores -ocho en total- que tienen que salir en el SS Bremen, desde Hamburgo, con destino a la parte más septentrional de Chile, en Atacama con la frontera con Bolivia.
Realmente, la misión de esta Fundación tan exquisita, tan refinada, sobrevolando la cultura, nunca queda del todo claro. Cuando llegan, les sorprende la Segunda Guerra Mundial. Tienen una misión curiosa con los nativos lickanantai -los que llaman ahora atacameños-.
Muchos años más tarde, en la época actual, el director de operaciones de la Agencia Eyes Moon Services, Markus Leonthier, se encarga de investigar un suceso que arrastra mucho tiempo; pero contado por Markus Leonthier no tanto; él sigue la pista del dinero y de una manera cínica habla de la codicia de los occidentales cuando se acercan a las culturas nativas. Markus llega a la Mina Chuquicamata, que es el corazón de la memoria chilena, porque fue y es, la mina más importante de tajo abierto de Chile, que guarda memorias infames como la operación Cóndor de Pinochet o memorias excelentes como todos los movimientos culturales que hubo, o la red de protección secreta de judíos; todo el mundo habla de Europa pero todo el mundo olvida a Chile y él hace como los adolescentes traviesos: tira con su equipo una piedra en el estanque, y esa piedra genera ondulaciones, genera reverberaciones que le alcanzan más a él de lo que pensaba.
Dicen muchos que el secreto se protege a sí mismo, pero le falta una fase final a esta frase, pero no por mucho tiempo, todo secreto está destinado a ser desvelado, y él desvela el de esa expedición que, durante muchos años estuvo trabajando en la parte septentrional de Chile con los lickanantai. Conforme avanza, y con la ayuda de personajes de la zona, encuentra al Achachila.
M.- He leído que un Achachila es una especie de espíritu tutelar que viven en las montañas o en los cerros y en función de dónde vivan protegen a una población, protegen al país entero… Una persona tan racional como Markus, ¿qué tiene que ver con un Achachila?
G.– A los Achachilas coloquialmente les llaman los abuelos y viven, sobre todo, en las faldas del Licancabur (estrato volcán) que llaman Tatalikanko; pero también el Achachila es un título para personas físicas, y en este caso es Don Pedro, un personaje de mucha altura, que es al que conoce; Don Pedro, es un gran personaje, que tiene una buena relación, y una relación muy seca, sin agradecimiento, sin toma y daca; cada uno se instala en lo que tiene que hacer. Markus tampoco se apea mucho de sus posiciones, pero no sospecha el oleaje que va incorporando. Se da cuenta de que hay elementos de su cultura que él puede ayudar a preservar. El resultado de todo aquello, es que, en el corazón de Markus -frío, suizo y poco sentimental-, nace la generosidad inteligente y prepara una gran jugada con el Achachila para proteger aquello.
M.- La estrategia que seguía Markus siempre era actuar como si los casos estuvieran resueltos -todavía me acuerdo de Markus I-. En este caso, ¿utiliza la misma estrategia?
G.- De principio a fin, pero no le sale una a derechas, porque lo no resuelto es él mismo.
M.- Eso es un titular.
G.- Claro, y entonces va a conectar con una parte violenta, una parte salvaje, una parte desconocida de sí mismo que lo lleva casi a cometer un homicidio brutal, y eso le enlaza de una manera distinta con dónde está, con quién está, cómo está y qué es lo que hace. El caso adquiere una vuelta diferente, pero la única estrategia que realmente le funciona de alguna forma es sugerida por los Achachilas. La única fuerza poderosa del guerrero es el amor, pero el amor no necesita de sombras. Sal al mediodía en el desierto de Atacama y cuando el sol está en la vertical y no haya sombras, en aquel momento piensas en los que quieres y tú te proyectas hacia los que quieres. En un acto de amor lo hace. Y va entendiendo...
M.- Eso significa que Markus ha evolucionado de una manera poco previsible, para mí, conociendo al Markus original…
G.- Claro, le van preparando trampas de un sitio y de otro y al final el Achachila y el vicepresidente de Chuquicamata le llevan a conocer a un personaje exquisito, refinado, lleno de sutileza que es la hierbatera -yerbatera-, en las faldas del Tatalikanko, que, en vez de utilizar una enseñanza dura, implacable, llena de pruebas, de contrastes o de desgarros, le entra por lo sutil, que es la comida, el chulengo. Le va preparando una comida mágica que lo transforma; y allí es donde deja de por vida a su padre, las estrategias, lo que cree conocer y no conoce y tantas cosas…
M.- Entonces, ¿qué esperamos de Markus en el futuro?
G.- En el futuro, yo creo que no lo sabe tampoco él, pero lo cierto es que, con sus dos personajes del equipo principal, sus dos gerentes que son Oklahoma y Sten, se ha creado un vínculo de hermandad, de secreto y de conocimiento especial que los llevan a representar su trabajo de otra manera, así que él se la juega a los suizos, a su cliente…
M.- ¿Sigue conservando su Vacheron Constantin?
G.- Se lo había dejado en Ginebra, esa es la clave… ja ja… todo el mundo le dice, ¡si estás desprotegido! Se deja su talismán en la mesilla de noche de su chica, en Ginebra; él está en otro tiempo, y esa es la metáfora del olvido, está en un tiempo distinto donde no puede mirar el Vacheron para decir cuándo se va a defender, cuándo va a atacar o cuándo va a pensar de otra manera. No tiene el Vacheron Constantin de su abuelo…
M.- ¿Cómo te has sentido escribiendo este libro?
G.- La verdad, muy a gusto, porque fue una experiencia en parte mía; completa, de mucho tiempo. Yo pasé mucho tiempo en las faldas de Tatalikanko. Lo pasé muy mal y lo pasé muy bien y me enseñaron una cosa preciosa cuando estábamos bajando del Paso del Jama, de las alturas…()… Alguien muy poderoso me dijo, ¿y por qué estás triste? Le dije, porque cuando vuelva a Madrid…()… Navacerrada… pensaré que es un lugar pequeñajo y triste comparado con estas escenografías tan inmensas de 7000 metros… y me dio una lección preciosa: pero no es así mi hermano, si tú miras el Tatalikanko -el gran volcán cerrado-, verás que hunde las raíces, pasa por el mar… y sale por la cordillera…Cada vez que veas la cordillera -Guadarrama- veas el Tatalikanko…
M.- Eso significa que hay mucho de ti en este libro, de tus experiencias
G.- La parte intensa de Atacama, los lickanantai, el Achachila, Don Cecilio… y bueno, hay otra parte que es de ficción… pero hay mucha parte mía, del 2001, incluidas anécdotas pequeñas como la de la llama que le hablaba a la oreja…
M.- Significa que vuelve a ser una lectura reflexiva y profunda…como nos tienes acostumbrados…
G.- No tanto, aquí es mucho más ligero, y sobre todo expreso sin tantos ambages mi propia encrucijada y atolladero… no puedes ir más allá para saber más y conocer más… la cosa es que tienes que coger un desvío a la derecha o a la izquierda, arriba o abajo… y hay una parte nativa nuestra que tiene una conexión con la naturaleza mucho más directa, mucho más sencilla, donde tienes que poner algo que nos estremece a los occidentales listorros, la inocencia, y la inocencia no es solo poner una cara de cándido, es empezar a limpiar el espejo como para vernos por primera vez.
M.- ¿Qué proyectos tienes ahora?
G.- Pues me apetecía entrar en la maldad, que es una cosa que me sobrecogía y he creado un personaje malo que me ha salido mujer, pero el sexo y el género se odian entre ellas (risas).
M.- ¿Es por algo?
G.- No quiero explorar si es alguna venganza interior… Se llama El tatuaje de Praga y está puliéndose.cEste personaje me permite explorar lo que está más allá de las malas acciones, del mal comportamiento, lo que es una maldad que roza, entre comillas, una pureza espantosa y que además no se detiene ante nada; son máquinas de triturar… la novela está esperando ser pulida para que esté lista.
M.- Como de costumbre, enhorabuena por tu trabajo y esperamos que el próximo salga pronto, y de momento a disfrutar con El Achachila.
G.- Gracias. Un abrazo
PERSONAJES:
- Markus, responsable de contrainteligencia y ciberseguridad de la Agencia, siente que está expuesto. Sabe que tiene cierta habilidad para escarbar en las ruinas emocionales y mentales de las personas. Es hijo de un pastor, teólogo y contador de historias… al que añora y con el que habla.
- Don Pedro, su figura es imponente y silencioso. Es considerado un Achachila, un ser protector, un “abuelo” de las montañas; a pesar de que ese título solo se da a los espíritus. Representa a la Fundación de los Ancestros.
- William Montes, vicepresidente de Recursos Humanos que acaba convirtiéndose en un buen amigo de Markus.
- Gilma Alonso Tutor, directora de Comunicación y Prensa, es una mujer joven que viste de manera estrictamente formal. Su padre es de Santiago, y su madre es lickanantai. Ella nunca traicionará a su pueblo. Una parte de ella.
- Nelson, conductor del 4X4 que traslada a Markus. Su mujer se llama Rosa y tienen dos niños. Su hermano es Francisco. Es un buen contador de historias.
- Jean Tourneur, alias Godzila, el CEO y mayoritario accionista de la agencia Eyes Moon Services. El jefe. Sus padres eran diplomáticos y él completó en Japón su carrera y sus estudios en artes marciales.
- Oklahoma, gerente de Análisis y Sistemas en Ginebra.
- Sten, el otro gerente de Markus en Ginebra; de análisis económicos. Nunca se separa de su corbata AC/DC. Es su objeto mágico, no su fetiche. Meticuloso, no deja cabos sueltos.
- Didier Dufort, director editorial de la fundación Daimon
- Juliette, la compañera de Markus, arquitecta. La única persona que sabe calmarle. Alta, ovalo de la cara bien definido, boca grande bien dibujada. Suelta y con estilo.
- Zacarías, el hombre viejo de de San Francisco de ChiuChiu, el tío de Nelson, bebe pisco atacameño y aguardiente de algarrobo. Desconfiado y largo de intenciones. Dice dirigir un patrimonio que pertenece a la a la Fundación Ancestros Lickanantai. Es solo un leedor de hojas de coca, un yatiri menor.
- Y Martin Babenberg, el presidente de la Fundación; y Patricia Villamonte, la mejor yerbatera del norte de Chile, elegante y única; y Vincent Olalla, el “hombre justo” que ayuda a los judíos; y los achachilas, los abuelos sabios que guardan la tradición y se la comunican a unos pocos -a los elegidos-; y los lickanantai, que son comunidades que preservan tradiciones orales; y el alicanto, un colorido y extraño pájaro, más grande que un cóndor, que se alimenta de oro y plata. Si come oro, sus alas brillan doradas al sol y si come plata brillan como la luna; y el Volcán Tatalikanko…
Sinopsis.
Al norte de Chile, en un remoto lugar, un grupo de investigadores de la Agencia Eyes Moon Services tiene una misión; Recuperar la documentación completa de la expedición que los miembros de la Fundación Daimon realizaron entre 1.939 y 1.945.
La plataforma puntera de contenidos audiovisuales en streaming, WWI, también está interesada en esa documentación como base para llevar a cabo una ambiciosa serie que narre lo que allí, en Atacama, Chile, ocurrió en aquellos convulsos años entre 1.939 y 1945. Markus Leonthier y su jefe en la agencia Jean Tourneur, alias Codzilla, van descubriendo oscuros intereses que relacionan a la Fundación Daimon con WWT.
Markus se mueve en el desierto de Atacama reuniendo fragmentos de información de lo sucedido hace más de setenta años con la expedición científica de la Fundación Daimon. La atmósfera de aquel implacable y rojizo desierto, la extraña infinitud del volcán Licancabur -conocido como Tatalikanko por los viejos del lugar-, la ancestral cultura lickanantai y la inaccesible sabiduría de los achachilas, hacen que el propio Markus se sienta encerrado en sí mismo, violentamente confrontado con sus obsesiones hasta que un conocimiento tumultuoso y revelador se libera en su interior.
Este conocimiento lo llevará a lo más profundo del desierto, a un lugar llamado Ninguna Parte, que será el escenario para decisiones sorprendentes que permitirán completar y equilibrar el maravilloso hallazgo de una expedición de unos científicos mientras la guerra y el nazismo arrasaba Europa.
“Chuquicamata es la herida abierta a una tierra feroz.
Una tierra donde las piedras hablan a las piedras.”
José Miguel Guallar con Maudy Ventosa
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José Miguel Guallar fundador de TESARIA® Transiciones, ha dirigido junto a su equipo, durante más de 25 años, proyectos de estrategia y desarrollo para grandes organizaciones en Europa y América, y Universidades. También, empresas con alta proyección expansiva. Basado en el concepto «fortaleza psicológica» (hardiness) ha diseñado en Boston y Madrid modelos de intervención en liderazgo que han sido apreciados por su utilidad y precisión en el uso de tiempos.
Su experiencia con colectivos en situaciones de transformación y su curiosidad hacia distintas disciplinas de las ciencias sociales lo han conducido de manera natural a la escritura: Magister Navis, Transiciones, atreverse a vivir dos veces, Markus Leonthier I, La cisterna de Nur. Markus Leonthier: EL ACHACHILA es su última novela.
El libro:
Markus Leonthier: El Achachila ha sido publicado por la Editorial Independently Published. Encuadernado en rústica, tiene 295 páginas.
Como complemento pongo un vídeo en el que José Miguel Guayar nos habla de su nueva novela ‘Markus Leonthier El Achachila’.
Para saber más:
https://www.facebook.com/jmiguel.guallar