Fotografías Antonio Andrés
En el fin de semana más cinematográfico del calendario sevillano, con los premios Goya asomando por el FIBES, se subía en el Espacio Turina el telón de un nuevo ciclo de conciertos en la vida cultural sevillana. Al Alba, una interesante y atractiva propuesta que apuesta por la canción de autor en su manifestación más abierta y que contaba, en su primera edición, con los conciertos, en días sucesivos del primer fin de semana de febrero, del cubano Pablo Milanés, Javier Ruibal y, en la noche de la puesta de largo, Marlango.
Apenas quedaron unos huecos libres en el teatro de la calle Laraña para este estreno protagonizado por el grupo de la cantante y actriz Leonor Watling y el pianista Alejandro Pelayo, acompañados en esta ocasión por Ricardo Moreno en batería (ex Ronaldo) y Marta Mulero al violonchelo.
En esa cómplice y sutil intimidad que el conjunto domina, con su elegante aroma vintage, potenciado por el lirismo del violonchelo, fueron desplegando un exquisito repertorio que repasó sus quince años de trayectoria, con especial énfasis en el más reciente Technicolor y en sus últimos trabajos discográficos, en los que el castellano se ha convertido en el idioma predominante en sus canciones a diferencia de sus inicios angloparlantes.
Cierto es que en el repertorio de Marlango no aparecen esos hits, esos temas especialmente radiables con los que bromeaba Alejandro Pelayo en una de sus simpáticas intervenciones. Pero su jazzístico pop con raíces folklóricas no encuentra igual en el panorama musical nacional. Capaz con sus canciones de acercarse al cabaret, de rememorar la atmósfera de las obras de Falla o Albéniz, otras con tintes más cinematográficos o atreverse directamente con acertadas versiones de Radio Futura (“Semilla Negra”), Paolo Conte (“Via con me”), José Alfredo Jiménez (“El último trago”, la ranchera que cerró la velada) o ese clásico de Quintero, León y Quiroga que Lola Flores alzó a lares estratosféricos en el cancionero popular: “Pena, penita, pena”. Y es que, al cantar, el mecer del vestido oscuro de Leonor Watling sigue el mismo ritmo que las canciones de Tom Waits, de Leonard Cohen, de Paolo Conte. Y no es casualidad: eso también se oye.
Casi dos horas de concierto de Marlango abrieron el fin de semana. Con sus modernos tintes clásicos, a veces en color, a veces en blanco y negro, pero siempre con un brillo inconfundible, lograron la ovación del satisfecho público sevillano que disfrutó de esta velada en el Espacio Turina. Una noche, un concierto, de cine.
Marlango en el Espacio Turina
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