Edición: Errata naturae, 2014 (trad. Eva Scheuring; epílogo Manfred Flügge)Páginas: 80ISBN:9788415217732Precio:10,50 €Marlene Dietrich (1901-1992), uno de los rostros emblemáticos de la época dorada del cine, es el objeto de estudio del escritor e intelectual alemán Franz Hessel(1880-1941) en este libro breve, publicado por primera vez en 1931, cuando la actriz comenzaba a hacerse un nombre en el panorama internacional, pero ya era bien conocida en su país natal tras el estreno de El ángel azul (1930). Se trata, por lo tanto, de un retrato de juventud, un retrato a través de la mirada de un contemporáneo de la artista, de un hombre que la contempla con ojos cultivados, analíticos, razonados, aunque esos ojos derrochan, al mismo tiempo, el entusiasmo del admirador apasionado. Hessel, que además de publicar novelas magníficas como Romance en París (1920) y Berlín secreto(1927) se dedicó al periodismo, ofrece una aproximación a «la Dietrich» a medio camino entre la crónica y el estilo puramente literario.Hessel comienza con una referencia al lugar de nacimiento de la artista, Berlín, donde dio sus primeros pasos en teatros y cabarets («Una joven alemana, hija de Berlín, se ha convertido en la estrella de Hollywood y Nueva York», pág. 7). Este detalle, que en otro autor significaría una mera ordenación cronológica, es crucial en la perspectiva de Hessel, ya que toda su obra se caracteriza por la fijación por una ciudad (sea Berlín, sea París), por los paseos por las avenidas y los ambientes bohemios. Teniendo esto en cuenta, no sorprende que los orígenes de Dietrich se revelen como fundamentales para entender su talento arrollador, como el sugestivo acento berlinés con el que hacía suyas las canciones, un aspecto con el que Hessel se muestra especialmente insistente. También hace referencia, asimismo, a la educación disciplinada que recibió por ser hija de un militar, que le facilitó la aplicación posterior en su profesión, y la formación musical e interpretativa desde la infancia.
En El ángel azul (1930).
Por ser su película más exitosa en Alemania en el momento de redactar estas páginas, Hessel presta bastante atención a El ángel azul y a partir de ahí analiza el tipo de papeles que interpreta: «Ya sea en el papel de dama o en el de prostituta, en el de conquistadora o en el de víctima, Marlene Dietrich siempre da vida a un sueño universal, como la heroína de una de sus películas; es la mujer que todos desean; todos, no éste o aquél, sino cada uno, el pueblo, el mundo, el tiempo» (pág. 9). En 1931 aún faltaban etapas importantes de la vida de la actriz, como las posteriores películas con Paramount y su firme posicionamiento en contra de la Segunda Guerra Mundial, y por eso mismo resulta asombroso que Hessel fuera capaz de pronosticar con tanta precisión que se convertiría en un mito del cine, que su llegada a Hollywood daría frutos y no sería un punto álgido pasajero.En el último capítulo, el autor recuerda una visita que le hizo en su casa («en el cuarto de juegos de su hijita, entre una casa de muñecas y una tienda de juguete», pág. 55), donde intentó vislumbrar la faceta íntima de Marlene Dietrich, la mujer detrás de las luces y las cámaras, una mujer con «una expresión de melancolía y de soledad en el rostro» (pág. 60), según Hessel. La escena está impregnada de su lado maternal, con la niña jugando en la habitación. Dietrich tenía claro qué imagen quería transmitir al público: «Si considera oportuno relatar a la gente cosas de mi vida privada, entonces, por favor, dígale que ella —señaló a su hija— es lo más importante, es la razón de mi vida» (pág. 56-59). Y, en otra demostración de sensatez a pesar haber alcanzado la gloria, concluye que «La fama no tendrá que ver mucho con la felicidad y… la nostalgia nunca desaparece» (pág. 59).Franz Hessel
El escritor Manfred Flügge, en un epílogo de 1992, traza un curioso paralelismo entre las vidas del autor y la actriz (la vinculación de ambos con París, por ejemplo), y reivindica el valor de Hessel para defender (y halagar) a Dietrich cuando el éxito provocaba desconfianza, se sospechaba que la celebridad se debía más a la publicidad que las aptitudes (de hecho, esta postura escéptica hacia el triunfador aún está muy extendida). Por este motivo, este librito no solo permite conocer mejor a un mito del cine, sino que es un ejemplo de buen retrato, de retrato elogioso y, no obstante, lúcido y reflexivo, unas características que nunca deberían estar reñidas entre ellas. Esta edición cuenta, además, con numerosas fotografías y una excelente traducción anotada de Eva Scheuring. Para no perder detalle.