Hablar de Marmalade Boy, al menos en España, no es poca cosa. Aquí fue la serie que atrajo a muchísimas chicas al mundillo del manga, yo misma incluida. Para mí es una serie muy especial que guardo con un inmenso cariño. Como esta serie que reseño es su secuela, van a caer destripes de la serie original. Supongo que no es muy grave con la de años que tiene, pero aviso hecho.
Argumento
Cuando los dos pequeños cumplieron seis años a los padres les tocó explicarles cómo era realmente la estructura familiar tan particular que tenían ya que Rikka pensaba que eran algo así como una única familia que tenía dos madres, dos padres, dos hermanos mayores que eran pareja y se habían independizado y un hermano un poco más pequeño que ella. Para la niña fue un shock pero Saku la consoló diciéndole que seguían siendo una familia aunque no hubiese lazos de sangre entre todos, lo que la animó.
Los años pasaron y ya con 12 años Rikka y Saku entran en en mismo instituto al que habían ido Miki y Yuu, el Toryo. Allí tendrán a un amigo de éstos como profesor y encargado del club de tenis, Ginta, y conocerán a un alumno nuevo, Aoi, el guapísimo hijo de Meiko y Namura, quienes siguen viviendo en Hiroshima mientras el chico ha decidido mudarse y vivir con sus abuelos maternos para poder estudiar allí. Rikka tiene un flechazo inmediato con Aoi, algo que desencadenará que Saku le acabe haciendo una sorprendente confesión.
Reseña
Hace un par de meses reseñé Chitose etc., la obra anterior a ésta que Planeta también nos ha traído en estos últimos años. Mi opinión no pudo ser más negativa y decepcionante. Esta serie también se la compré a Fel y me dijo que al menos no era el horror que había sido aquella pero ya el simple hecho de que la vendiese me hizo bajar expectativas.
Por ser directa voy a decir que la obra me ha parecido mediocre como mucho. Por momentos me parecía un fanzine hecho por alguien muy fan de la serie pero con poca experiencia e ideas frescas a la hora de ponerse a ello, no un manga escrito y dibujado por la propia Wataru Yoshizumi. Voy a intentar explicar por qué digo esto.Para empezar, en uno de los freetalks de la autora, ésta dice que la idea parte de su editor, que le dio a elegir entre hacer una serie que estuviese relacionada con Somos chicos de menta o Marmalade Boy (también le mencionó Handsome na Kanojo pero ésta el mismo editor ya parecía tenerla descartada de antemano). Con la primera no había ningún hilo del que tirar así que casi que por descarte fue la segunda. Luego, para ver por dónde cogía la trama, se basó en un elemento que salía al final del anime pero no en el manga, que Rumi y Chiyako daban la noticia de que estaban embarazadas así que Miki y Yuu iban a tener dos medio hermanos. Para rematar el trío protagonista de la secuela, Meiko también está embarazada por las mismas fechas, algo que está totalmente fuera de carácter desde mi punto de vista con lo responsables que eran Namura y ella, pero en fin, esto ya es mera opinión personal. El caso es que el planteamiento no puede ser más vago y repetitivo: Rumi y Chiyako tienen una niña y un niño que, oh sorpresa, son la pareja de la serie aunque haya un largo rodeo antes de que se establezca. Hermanos que no son hermanos en realidad pero viven bajo el mismo techo y se enamoran.De partida me genera muchas dudas este planteamiento porque Rikka y Saku crecen como miembros de una misma familia, como hermanos, aunque no tengan lazos de sangre entre ellos. Miki y Yuu se enamoraron pero siendo ya adolescentes de la etapa de bachillerato y conociéndose entonces, no desde bebés. Pero bueno, lo aceptamos. Lo que ya no perdono es que ambos sean casi una copia de Miki y Yuu pero con sus rasgos mucho más exagerados: Rikka es totalmente una mini-Miki más atolondrada y Saku es un Yuu sin la parte dulce y simpática y quedando sólo el lado serio y seco, un "sieso" como diríamos en mi tierra, que apenas muestra unas contadas expresiones de sentimientos a lo largo de la serie. Podía haber hecho que fuesen dos chicas, cada una con su propia historia, pero la autora hace un refrito de la historia original con dos protagonistas más jovencitos, con muchísima menos gracia y nula química entre ellos.
El primer gran arco de la serie se basa en el triángulo amoroso entre Saku-Rikka-Aoi que, cuando queda resuelto, deja paso a los líos amorosos de las dos amigas de Rikka. La cuestión es que, entre todas las parejas que se hacen, las que se deshacen y las que no se llegan a formar no existe ninguna química. Por otro lado, la emoción que desprenden estos enredos amorosos, salvo algún momento puntual, es cero, lo que es aún más chocante teniendo en cuenta que son los primeros amores que suelen ser tan intensos, llenos de dudas y vergüenza. Además van a un ritmo demasiado rápido, poco apropiado para la edad de la que estamos hablando. Por mucho que los tiempos hayan cambiado, la autora parece olvidarse de la edad de los protagonistas y sus amigos. Además, se nota que estira el chicle en los dos últimos tomos (la misma autora reconoce que prolongó la serie para hacerla coincidir con la adaptación japonesa a película de imagen real de 2018) a base de dar vueltas a tramas de secundarios bastante tontas, exactamente lo mismo que hizo en Chitose etc. con la incorporación de un par de nuevos personajes. De hecho, me cansé y tuve que dejar apartada la lectura de los dos últimos tomos por puro cansancio de líos de final más que previsible.
Otro punto que habla de lo vaga que es la serie es que carece de toda trama de fondo, sólo es una historia de enredos amorosos con la gracia del reencuentro con los personajes de la obra original. En aquella se daban los líos pero de fondo estaba la trama en torno a Yuu y quién era realmente su padre, algo que marca la historia hasta el final. Aquí no hay nada de fondo. Supongo que esto es consecuencia de la propia concepción de la serie pero es otro elemento que, aunque no reste, tampoco le hace sumar puntos.
Y toca hablar ya de los personajes de la serie original que salen aquí:
- Miki y Yuu son, claro, los que más aparecen de todos. Durante esta serie no se da ningún conflicto entre ellos y todo es ver cómo van dando unos pasos en su relación que cualquier fan deseaba ver. Realmente aquí está la justificación de esta serie y el sencillo motivo por el que me la voy a quedar. También me emociona el hincapié de ver a Yuu trabajando como arquitecto, habiendo cumplido su sueño. Y es que, contando algo personal, mi primer interés en la arquitectura surgió con esta serie. No voy a decir que soy arquitecta ahora por Yuu Matsura, pero es cierto que quizás fue una primera piedrecita en el camino.- Ginta y Arimi. Para ellos la autora sí les crea un conflicto de pareja que en sí no me parece mal, a fin de cuentas estamos en un josei y es realista que a todas las parejas no les vaya todo siempre de maravilla pero es que, sabiendo en qué consiste en realidad el conflicto, me parece muy rancio y lo más estúpido del mundo.
- Suzu y Kei. Pareja que me interesaba cero y que en la secuela me interesa lo mismo. También tienen su conflicto que me parece bastante tonto, al igual que con la pareja anterior. Ya digo, una pareja que me pareció un emparejamiento por la cara en la serie original y que no entiendo que sigan juntos *se encoge de hombros*.- Meiko. Siendo la mejor amiga de Miki y la madre de uno de los personajes importantes de la secuela la verdad es que esperaba más aportaciones por su parte y lamento que no sea así porque me encantaba esta chica en la obra original.
- Miwa. Sus aportaciones también son muy puntuales y se limitan casi siempre a estar en el estudio de arquitectura que forma con Yuu. Yo era del bando de que Meiko y él tendrían que haber acabado juntos así que no me habría importado que en la secuela se hubiese animado la autora pero quiso mantener todo tal como lo dejó y sólo haciendo que las parejas que formó entonces avancen.
- Rokutanda. No aparece en toda la serie pero la autora se marca un mini-Rokutanda en forma de un sobrino de éste que está para fastidiar y ser igual o incluso más pesado que el original. Hasta en este detalle repite el esquema.
En definitiva, creo sinceramente que podría haber hecho una serie corta centrada en qué fue de los personajes de la serie original porque la parte de los líos entre apenas niños de 12-13 años no funciona. Demasiados enredos para las edades que tienen y con muy poca chispa y emoción. Sí, entretiene, cuenta con sus puntillos simpáticos y divertidos pero ya está. Parece una serie hecha con el piloto automático, tirando de tópicos y refritos de la original pero carente de todo sentimiento. Me ha dejado fría y me da una pena muy grande que me haya quedado así con todo lo que significa para mí la original. Siento casi que para las fans, esta serie es más importante que para la propia autora.