El despertador suena a las 7:00 horas. Después de la ducha preparamos café y té y lo acompañamos de unas patas y bollos que nos regalo anoche Aicha. Felicitamos a Cristina que hoy es su cumpleaños.
A las 8:30 viene Abdul a buscarnos y nos vamos con él fuera de la medina. A estas horas la medina todavía no ha despertado, solo los gatos deambulan por ella.
En un punto nos dice que le esperemos allí, que va a buscar el taxi. Al poco llegan hasta nosotros. Nos despedimos de Abdul y nos montamos en el coche, es grande así que vamos cómodos. Es un Dacia.
El viaje muy tranquilo, con algún que otro adelantamiento sorprendente, pero pos las maneras de conducir que tienen aquí. 45 minutos más tarde llegamos a Fez. Nos deja junto a la puerta Bab Boujloud, la puerta azul.
Esto me resulta conocido, también el acoso de la gente ofreciéndote de todo. La idea es ir al medio de la medina, pues es donde está el riad que nos ha dicho Abdul, aunque no sabemos si seremos capaces de encontrarlo. Casi todo el alojamiento está en el entorno de Bab Boujloud. No sabemos el nombre y según Abdul solo había uno en ese barrio. Bajamos por la calle Talaa Kbira durante unos 15 minutos. La única referencia que tenemos es que está en el barrio de Qaraouiyine. Preguntamos, pero aquí eso significa que un comisionista haga contigo lo que quiere.
Intentamos hacerlos los invisibles pero cuando quieres algo en concreto no hay más opciones. Al final una chica, que se llama Fátima, nos dice que nos lleva a un riad de ese barrio. No suele ser habitual que una chica haga de guía y por eso nos fiamos más. Nos metió por unos callejones que casi no cabíamos con las mochilas. Llama a una puerta y todos pensando lo mismo, madre mía pero donde estamos. Si algo tiene Fez es que poco tiene que ver lo que ves en una fachada con lo que te encuentras dentro. Al entrar nos quedamos con la boca abierta, una gran sala totalmente decorada con su fuente. No digamos nada al ver las habitaciones, los baños son de película. Pero está claro que esto no puede ser barato. La gente que nos atiende son muy amables y nos lo enseñan todo. Llaman por teléfono al dueño y Alfredo habla con él. Evidentemente el precio es más alto de lo que queremos gastarnos. El riad se llama Dar 7 Louyat.
Fátima nos lleva a otro que se llama Dar Chaibi. No tiene nada que ver con el otro pero está bastante bien. Nos piden 300 Dh. por cada habitación doble y después de negociar conseguimos 2 habitaciones por 350 Dh. con desayuno incluido y wifi. Nos invitan a un té con menta en la azotea.
El primer chico que nos atiende es Mohamed que es un encanto, pero llega su jefe que se llama Tariz que nos nos cae bien desde el primer momento. Pretende organizarnos la vida y por ahí no paso. Que si tenéis que ir a comer a este sitio, que si tenéis que ir a no sé donde... Hemos salido del riad y era como una aparición, nos lo encontrábamos en todas las esquinas.
Es bastante complicado moverse por la medina, de hecho no existe ningún mapa en el que aparezca todo. El primer sitio que visitamos es un taller donde alfombras. Una vez más un callejón y una puerta cochambrosa dan paso a un pequeño palacio del siglo XIV, nos quedamos con la boca abierta.
El dueño nos empieza a explicar un poco la historia del lugar y lo que hacen. Subimos al primer piso para ver a unas mujeres tejiendo alfombras con unos telares de la edad media. Las chicas se sientan con ellas y las enseñan cómo se hace, y las dejan los mandos para que lo intenten. Es una pasada verlas trabajar. Luego quiere enseñarnos alfombras para que compremos pero le decimos que no queremos ninguna.
Continuamos caminando por la medina, vemos muchas caravanas de burros cargados con elementos de construcción. Es todo tan estrecho que es casi la única manera de poder mover las cargas por aquí.
Pasamos por la zona de las curtidurías y subimos a una terraza para ver uno de los panoramas más pintorescos de Fez. Tenemos suerte porque hoy no huele especialmente mal. Es muy curioso desde nuestra forma de vida contemplar tantos oficios que quedaron erradicados hace ya bastantes años en España.
Diferentes piscinas con diversos tientes y productos dan un colorido precioso. Vemos hombres dentro en alguna de ellas metiendo pieles o sacando, otros llevándolas de un sitio a otro, otros poniéndolas a secar... Un chico nos da toda la explicación en español. El primer paso que se realiza en las curtidurías tradicionales es introducir las pieles en enormes cubas repletas de cal y excrementos de paloma, donde se dejan en reposo durante varios días.
Posteriormente se retiran los restos de pelo que queden adheridos a la piel y se procede a la coloración de las piezas introduciéndolas en grandes cubas rellenas de tintes naturales de diferentes colores. Una vez que las pieles se encuentren coloreadas y secas, se llevan a los artesanos que se ocuparán de transformarlas en elaborados bolsos, maletas, zapatos y abrigos para la venta al público.
También nos cuenta que hoy en día no trabajan más de 4 horas al día. La que estamos viendo es de las pocas que quedan ahora mismo, ya que la Unesco está obligando a modernizarlas por la insalubridad de la gente que trabaja en ellas. La más famosa, la de Chouwara al igual que otras están en obras.
Estamos un buen rato contemplando este trabajo tan inhumano y al bajar de la azotea nos enseña los productos terminados que tienen a la venta, pero no compramos nada.
Pasamos por la zona de los herreros y los vemos trabajando en las fraguas, aquí no das dos pasos sin que algo no te llame la atención. Es todo tan autentico. Lo malo de esta medina es lo pesada que es la gente, todo el mundo quiere intentar sacar algo de ti y te ayudan muy poco. Cuando preguntas a alguien que como se llega a un sitio siempre quieren acompañarte para sacarse una propina. Vas andando y no pasan 30 segundos sin que alguien te diga de subir a una terraza, o entrar a ver un taller. Tienen una mafia montada que para que. Hasta los niños pequeños muestran maneras de lo que ven a sus mayores. Hablando de niños, vemos a muchos trabajando en todo tipo de talleres y negocios, es una pena.
Pasamos por una minúscula plaza donde tienen puestos de comida y unas mesitas, como va siendo hora de comer nos sentamos y pedimos en varios puestos diferentes cosas, que si unas ensaladas, unos pinchos morunos, un tajine de kefta (pequeñas albóndigas de carne picada con una salsa de tomate), agua y unos tés con menta. Todo muy bueno y pagamos por todo 140 Dh.
Después de comer continuamos paseando y nos dicen de subir a una azotea que tiene según el que nos lo dice las mejores vistas de la medina, es en un café. Subimos y vemos que no es para tanto, lo que si vemos muy bien es la mezquita universidad. Construida en el año 859 bajo el mandato de Fátima al Fihriya, la Mezquita Al Karaouine, es uno de los mayores complejos arquitectónicos de Fez. La mezquita, en continuo proceso de expansión desde su construcción, es conocida por albergar la universidad más antigua del mundo, que compone uno de los más importantes centros de aprendizaje islámico. A pesar de lo grande que es, resulta difícil encontrarla, ya que con el paso de los siglos las casas del barrio han cubierto el perímetro del edificio ocultando su forma. Solo pueden entrar los musulmanes.
Al bajar pretenden que les demos una propina y Alfredo que es como yo se enfada con ellos ante la insistencia y les dice bien claro que no pueden decir que subamos que es gratis y luego pedir, que digan que hay que pagar y ya decidiremos los turistas si subimos o no.
Las frases que más oímos son: entra, es gratis. Bienvenidos, cuando te vas de un sitio y no compras nada. Amigo, la prisa mata. Cuando preguntas por algo siempre te dicen, amigo puedes preguntar en toda la medina y veras que esta es la tienda más barata o no hay mejor calidad en toda la medina.
Seguimos andando ahora ya sin hacer caso a nadie y nos metemos en un taller donde vemos en pequeños cubículos como trabajan los metales en unas condiciones inhumanas. Subimos unas escaleras y vemos a un niño y a un señor puliendo pieles con unas botellas. El hombre muy amable nos invita a pasar e incluso salir a la terraza para ver una curtiduría, es de las rehabilitadas y tiene poco encanto en comparación de las antiguas. Vemos pieles azules secándose en las terrazas.
Nos enseña lo que están haciendo con mucha amabilidad y sin pedirnos nada a cambio, se nota que aquí los turistas no entran y no está maleado por ello.
Salimos de allí y subimos a otra terraza desde la que se ve mejor la curtiduría. Y vemos atardecer desde aquí.
Pasamos por algunas tiendas especie de boticas donde venden aceite de argán, especias, aceites esenciales, cremas, etc. Acabamos empachados de oler tantas cosas distintas.
Nos vamos hacia la puerta Bab Boujloud a buscar un sitio para cenar y celebrar el cumpleaños de Cristina. Junto a la puerta hay muchos restaurantes. Elejimos La Kasbah de Fes pues al pasar y enseñarnos la carta, como en hacen en todos negocio un buen precio, nos pedían por el menú 70 Dh. por persona sin bebida y nos lo dejan por 50 Dh. con bebida y unos tés de menta. Subimos a la azotea y a pesar de que está casi lleno nos hacen hueco. Tenemos justo la puerta enfrente de nosotros, así que de lujo. Tienen bastantes platos para elegir, tajines, cuscús, brochetas, etc.
Alfredo y yo haciendo que vamos a ver una cosa bajamos a la cocina con unos pasteles que ha comprado Alfredo esta tarde sin que Cristina se enterara y unas velas que hemos traído desde Burgos para que nos lo lleven a la mesa cuando terminemos de cenar. Y al traernos la fruta de postre ha venido el camarero con ello. Al verle casi nos da algo pues venia con los pasteles y las velas en la bolsa, jajaja, son un desastre. Al margen de la anécdota Cris ha soplado las velas y la hemos cantado toda la gente que estábamos en la azotea incluidos los camareros el cumpleaños feliz, cada cual en su idioma. Ha sido un momento muy divertido y muy emocionante para Cristina que es de lo que se trataba.
Se estaba haciendo tarde, son las 23:00 horas y no sabíamos si íbamos a ser capaces de llegar al riad. La medina a estas horas está desierta, como cambia esto de verlo de día a verlo de noche con todo cerrado y en silencio. Preguntamos un par de veces y llegamos a la primera.
Cuando llegamos, Tariz, el tío del riad nos echa la bronca por no ir a cenar al restaurante que el nos había dicho. Le mandamos a paseo, que pesado que es y sigue insistiendo en que cojamos un guía que la medina es difícil por nuestra cuenta y bla bla bla. Me ha caído mal desde el primer momento y no me estoy equivocando, nos tiene fritos, menos mal que no le hacemos caso. Nos quedamos un rato de charleta en la terraza, que es como se llama aquí a los áticos y a descansar que ha sido un día duro.
Saludos viajeros.