El monarca marroquí, Mohamed VI, no ha cumplido con su promesa de avanzar en materia de Derechos Humanos / AFP
Si hay un país árabe cuyo régimen puede presumir de no haber “sufrido” revueltas en 2011, ese es Marruecos. La monarquía magrebí adoptó aquel año una nueva Constitución según la cual el rey Mohamed VI cedía ciertos poderes al Parlamento -aunque, en la práctica, el monarca conserva una amplia potestad y supremacía- y con ello logró contener a la población. Pero a pesar de que muchos sitúan el origen de las revueltas árabes en Túnez, lo cierto es que la primera protesta estalló en el campamento de Gdeim Izik, en el Sáhara Occidental, la gran colonia marroquí que continúa siendo la mayor injusticia de Marruecos. Reprimir el campamento fue el primer paso del monarca para silenciar la inestabilidad y seguir violando los derechos de los saharauis.
Las buenas relaciones de Mohamed VI con los países occidentales (y muy especialmente con el rey de España y las demás monarquías europeas) no pueden debilitar, a pesar de todo, la lucha de los diversos colectivos internacionales a favor del derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental. Un derecho reconocido por la ONU y respetado, con mayor o menor evidencia, por occidente. Seguramente por ese motivo, las autoridades marroquíes prometieron en 2013 avanzar en materia de Derechos Humanos en relación a los saharauis. Una promesa que, según denuncia ahora Human Rights Watch, quedó en papel mojado.
En su informe anual, la ONG denuncia la brutal violencia policial de Marruecos contra manifestaciones pacíficas, así como la celebración de juicios injustos para mandar a prisión a los disidentes saharauis. En febrero de 2013, 25 saharauis fueron condenados a prisión -la mayoría a cadena perpetua- por la protesta de Gdeim Izik. Además, el documento señala que Mohamed VI no ha cumplido con su promesa de reformar el sistema judicial de cara a su independencia ni tampoco ha eliminado la pena de cárcel por “delitos de expresión”. Sin embargo, sí hubo más libertad de expresión para los marroquíes siempre y cuando no tocasen temas delicados para el régimen, como es la colonización del Sáhara Occidental.
Y es que por mucho que intente avanzar Marruecos, la colonización del Sáhara no puede dar otra imagen que la de un país atrasado, anclado en el imperialismo más sanguinario y amparado en unos países occidentales que se llenan la boca hablando de derechos humanos, pero que no mueven ficha para atajar la injusticia que viven los saharauis. 39 años de espera para ser libres.
CLÁUDIA MORÁN
@claudiamm2