Revista Opinión

Marruecos, un cambio para no cambiar

Publicado el 10 marzo 2011 por Rgalmazan @RGAlmazan

En los países desarrollados la crisis económica ha beneficiado a los responsables de la misma y el capitalismo se reconvierte, se perpetúa y se reinstala en la sociedad, haciendo que el precio de esta hecatombe lo paguen las clases media y baja, los más débiles.

Cualquiera diría que la crisis ha sido provocada aposta por los poderosos para conseguir mejoras sobre los menos favorecidos, haciendo bueno el dicho: “Para que yo sea rico es necesario que tú seas pobre” 

Mientras, en el Tercer Mundo se ha iniciado una revolución popular por países árabes del Norte de Afríca y de Medio Oriente. Revueltas y revoluciones como las de Egipto, Túnez y Libia hoy parecen una estela a seguir por otros países.

Los primeros pasos de Egipto y Túnez han sido un ejemplo definitivo. En el caso de Libia, la resistencia bélica de Gadafi, para evitar su sustitución, ha mostrado la cara sangrienta y violenta del genocidio, han cubierto de sangre el camino, aunque parece claro que el fin de la era Gadafi está próximo.

Las causas de estas revueltas, donde la Red ha jugado un papel de denuncia, comunicación y unión valiosísimo, han sido dos principalmente. Una, relativa a la falta de libertades políticas, y otra referida al bajo nivel de vida, a la situación de pobreza generalizada que vive la población a excepción de las élites ligadas al poder.

Mientras, por aquello de “cuando las barbas de tus vecinos…”, otros países han empezado a temblar y sus líderes han empezado a tomar medidas para evitar otras revoluciones. Unos bajan precios de los productos básicos y otros dan algún paso hacia la concesión de libertades.

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Un ejemplo claro es Marruecos, cuyo rey todopoderoso, dice que va a soltar amarras de su poder, en un intento de frenar lo que cree que se le viene encima, las revueltas populares. Para ello ha anunciado un cambio de la Constitución donde se recorta poderes que recaerían sobre un primer ministro votado por el pueblo.

La verdad es que conociendo al “sobrino” de nuestro rey, la modificación constitucional que propone no es sino una excusa que hace para no cambiar nada, para mantenerse en el poder y seguir instalado en él, aunque con una apariencia menos totalitaria. De esta forma pretende salvarse de la quema que se le puede venir encima.

Aunque poco, algo ha cambiado. Estas revoluciones están haciendo que ciertos países inmovilistas no tengan más remedio que mover ficha, aunque sea insuficiente, pero ahora hay que esperar a ver lo que ocurre, porque podría ser que el pueblo se sienta protagonista, como así es, y no se conforme, y pretenda conseguir unas verdaderas transformaciones.

Desgraciadamente la situación pasa por un cambio radical y no por una pequeña modificación. Pasa por la sustitución total de la cúpula del poder político, como ha ocurrido en Túnez y en Egipto. En Marruecos la solución no es sino la abdicación de un rey que ha tenido y tiene a su pueblo preso en la pobreza y con los derechos humanos pisoteados. Que ejerce un poder totalitario y que hace y deshace valiéndose de su condición de líder político avalado por su dios y su religión.

Sería importante que la Comunidad Internacional, que los países occidentales, se prepararan y no se dejaran sorprender como ha pasado con Libia, donde se ha creado una situación extrema que debería haberse evitado.

Hay que denunciar y condenar claramente a estos sátrapas que todavía gobiernan su país a su antojo y para su propio beneficio. Y hay que hacerlo ya, y no esperar a que se produzcan las revueltas. Marruecos, Yemen, Bahrain, Qatar, Irán, Emiratos, Argelia, Arabia Saudí, etc., son países con gobiernos totalitarios e indignos. Callarse como hacen desde el Primer Mundo, y sólo criticarlo cuando las revueltas se producen, es signo de debilidad y de sometimiento claro de valores principales, como los derechos humanos, a cuestiones comerciales y geopolíticas de inferior rango.

El Tercer Mundo está lleno de dictadores indignos, el Primer Mundo funciona con un sistema corrupto que se aprovecha de las relaciones con esos sátrapas y juega a mirar a otro lado, salvo que peligre su botín.

Salud y República


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