Marta Gayá, la amiga “especial” del monarca emérito, fue retratada en Mallorca en fechas recientes, luciendo un aspecto envidiable para ser solamente siete años más jove que D. Juan Carlos. El rey fue criticado en numerosas ocasiones por su excesiva afición a las efusiones con el sexo opuesto, lo que, en cierto modo, no es u defecto, siempre y cuando, claro, no sea uno representante de la más alta instancia del país. Cuenta en su haber con espectaculares bellezas, incluida una supuesta princesa de ojos azules y aspecto de espía británico, y con quien dice haber sido más feliz, es con esta dama, de aspecto apacible y belleza serena, sin alardes llamativos, y todo ello mientras sostiene un matrimonio de conveniencia institucional, en el que cada uno de los cónyuges hace vidas separadas. Nada diferente de lo que puede suceder en un buen número de parejas, en este país y en los demás, con la salvedad de que no se trata de sus reyes; la mujer del César, tiene que parecer buena, además de serlo y reinar -o haberlo hecho- tiene un precio que D. Juan Carlos no quiso pagar. Todavía tendremos que conocerlo como rebelde, aemás de campechano.