En nuestro afán de conquista y superación, hemos enviado satélites al espacio, aterrizado en la luna (o eso dicen) y mandado misiones no tripuladas a marte. Pero fuera del cine, todavía no podemos presumir de haber conquistado la inmensidad del espacio exterior.
El cine es esa vía de escape que nos permite soñar sin limitaciones, más allá de un buen presupuesto y altas dosis de ingenio, claro. Dos elementos principales que nos dan la libertad para imaginar y realizar todo tipo de proezas, en este caso, aterrizar en Marte e intentar ‘colonizarlo’.
En nuestra imaginería nos permitimos crear intensas y épicas historias de amor, terror, galácticas, supervivencia etc. desarrolladas en el espacio exterior. Como por ejemplo, las recientes Gravity o Interstellar o las más lejanas 2001: Una odisea en el espacio y Apollo 13, entre muchas otras.
El director Ridley Scott (Alien, el octavo pasajero) es considerado uno de los grandes cineastas de nuestro tiempo. Pero creo que no soy el único, cuando digo que, así como el realizador tiene grandes películas, otras no tanto. Sobre todo, de un tiempo a esta parte.
Marte, es su más reciente propuesta como director, una obra que pone los puntos a la ies, otorgándole siete nominaciones a los Oscars, deja en evidencia a otras de sus películas.
Si bien, la reciente obra no nos devuelve intacto al realizador de Alien, el octavo pasajero, supone un gran retorno a la ciencia ficción.
Marte no es la primera película, ni será la última, ambientada en el árido planeta, Misión a Marte de Brian de Palma o Desafío total de Paul Verhoeven ya rendían tributo al planeta rojo.
Pero, como he dicho, Marte es un muy buen trabajo por parte de Ridley, en el que tiende la mano de forma vigorosa en la dirección de la misma, demostrando que no ha perdido todo el talento de antaño.
Durante una misión tripulada a Marte, el astronauta Mark Watney es dado por muerto tras una terrible tormenta y abandonado por la tripulación, que pone rumbo de vuelta a la Tierra. Pero Watney ha sobrevivido y se encuentra atrapado y solo en el hostil planeta rojo. Con suministros escasos, deberá recurrir a su ingenio y a su instinto de supervivencia para encontrar la manera de comunicar a la Tierra que sigue vivo.
Basada en la novela de Andy Weir, de mismo título, el guión para la película ha sido adaptado por Drew Goddard, guionista de Monstruoso y director de La cabaña en el bosque. Marte (The Martian) es una película de supervivencia muy humanitaria, casi sensacionalista, pero que funciona terriblemente bien en el contexto que nos propone la película. Un entretenimiento.
Hay momentos en los que la película parece que esté a punto de atascarse, pero sabe jugar muy bien con nuevas situaciones e imprevistos que avivan la tensión en el espectador y mantienen el interés sin hacerse pesada o repetitiva. La película no tiene demasiadas escenas de acción, pero argumentalmente el ritmo no decae prácticamente en ningún momento.
Marte se aleja de las reflexiones metafísicas de Interstellar dirigida por Christopher Nolan, aunque ambas abordan un mismo tema; la supervivencia. Y, a grosso modo, una misma misión; regresar al planeta de origen, la Tierra. Sin embargo, lo hacen en planos y géneros muy distintos.
La obra de Nolan se centraba mucho en la fuerza del amor, con lecturas mucho más reflexivas sobre el origen de la humanidad y salvación como especie. Mientras que Marte nos ofrece un producto de consumo más rápido, pero sin olvidar la calidad del guión.
Su historia sigue siendo tan inteligente y fresca durante su escueta premisa, como en su recurrente desenlace. Que aunque ya está visto, es intensamente emocionante. Tanto, como el empaque final le permite.
Algunas de sus teorías gravitacionales, explicaciones físicas o cuánticas nos sonarán a chino y, lo más probable, es que éstas sean imposibles en una situación real. Motivo por el que las aceptamos sin más.
Como en muchas otras películas, hay que entrar en un juego de licencias si queremos disfrutar, a pesar de la incredulidad de ciertas soluciones tan ‘acolchadas’ para el personaje principal interpretado con gran solvencia por Matt Damon. Claro que de no ser así, el film se acabaría a la mitad de su larga duración que entre tantas trabas, pasa en un suspiro.
La interpretación de Damon (El caso Bourne) como el botánico astronauta Mark Watney, es muy buena y su evolución muy acorde a la cantidad de días que transcurre sólo en el planeta.
Quizás, cuesta un poco creer que no enloquezca al verse abandonado con el paso de los días.
Pero desde un principio se nos muestra a un personaje con un gran espíritu de superación, con lo cual, no desentona al llegar a situaciones más problemáticas.
En papeles secundarios, disponemos de nombres tan sonados como Jessica Chastain (Interstellar), Sean Bean (El señor de los Anillos: La comunidad del Anillo) o Chiwetel Ejiofor (12 años de esclavitud), los tres, en mayor o menor medida, con la cuota de pantalla tan limitada, resuelven muy bien la evolución de sus personajes. En especial, Ejiofor.
Con un diseño de producción que ha cuidado todos los detalles, los trajes, las naves o el atrezzo, deja ver unos escenarios muy elaborados.
Sus efectos digitales sobre fondo verde, como en casi cualquier producción actual, nos dejan un apartado visual que se combina a la perfección y nos hace partícipes de la historia con una credibilidad visual bastante alta.
Harry Gregson-Williams pone notas de intensidad elevada, pero sin un tema leit motiv en la banda sonora, creo que le ha faltado eso, por el resto cumple en todo momento.
Quizás, las canciones de música disco como Waterloo de Abba o I Will Survive de Gloria Gaynor, entre otras, no sean apropiadas para una producción de esta índole, pero la verdad, es que quedan bien en el contexto que se han introducido de manera diegética. Además, destensa un poco la película con alguna escena de leve tono humorístico que, en el fondo, no le viene nada mal al film.
Una película emocionante, intrigante y que te mantiene en tensión con situaciones tan simples como entretenidas sin perder la inteligencia.