Martha Marcy May Marlene

Allá por el mes de junio Troyana escribía una entrada sobre esta inquietante historia, y de inmediato me la apunto. A mi ritmo, por fin la veo.

Llorando muy angustiada, después de dos años de no dar señales de vida, se pone en contacto telefónico con su hermana, que se ofrece de inmediato a ayudarla. Huye de algo, y parece aterrorizada.

Perturbadores recuerdos y sueños, se intercalan con el presente para contarle al espectador lo acontecido. Ella no lo habla con la hermana, todo son evasivas y alguna mentira.

Estaba en una granja – comuna aislada en las montañas. Allí vivió una experiencia al límite. La convencen de lo importante de ser autosuficiente, del poder depurador de las prácticas sexuales con el líder y colectivas (ha de compartir y no ser egoísta).
La protagonista muestra conductas extrañas que alertan a su familia. Parece ajena a la realidad, a las costumbres, al respeto por los límites. Habita un universo paralelo donde se imponen otros valores con la etiqueta de un mundo mejor, menos materialista. ¿Podrá integrar todo eso en su vida cotidiana actual?

Se aborda la temática, siempre tan escabrosa y temible,  del poder de seducción de las sectas o grupos radicales. Un gurú capaz de someter a los miembros del grupo. El maquiavélico juego de destrucción de la voluntad para crear un ser que obedece sin el más mínimo resquicio. Propaganda de libertad que esclaviza, aísla y elimina cualquier atisbo de independencia. El aparente desprecio por el dinero y las posesiones (gran falacia) y la culpabilidad como mecanismo de enganche y mantenimiento. Ataque masivo y sin piedad a las emociones más profundas.
Sin ser una película redonda, merece una oportunidad. A destacar el trabajo de la actriz Elizabeth Olsen.