Hola,
Jerry, un placer verte asomar una vez más por aquí. Sí, eso, celebramos hoy el cuarto aniversario de La Gran Pantalla. Así que puedes empezar cuando quieras… “Tenía el cabello oscuro y rizado y los ojos azules; su cara no tenía más defecto que la señal reciente de una cicatriz quirúrgica. Cuando lo miré de pies a cabeza me di cuenta de que era un tipo totalmente en technicolor. ¡Y qué zapatos! Su piel, roja, brillaba bajo las luces del vestíbulo. Y mientras miraba a aquel magnífico desconocido, de una apostura sensacional, me vi a mí mismo como un patito que chapoteaba lejos, muy lejos de él...” Viste por vez primera a Dean Martin a principios de 1946 en el vestíbulo del Belmont Plaza Hotel de Nueva York, donde pasabas unos días con tu mujer Patti y tu hijo Gary. Y una mañana de marzo de ese mismo año fuisteis, finalmente, presentados…“Nos despedimos dándonos la mano y pensé que aquélla sería la última vez que veía a Dean. Era como un Adonis, mientras que yo apenas pesaba cincuenta y ocho quilos y todavía estaba combatiendo el acné. No daba la talla; con mi ropa, mi camiseta y mis tirantes, que mantenían los fondillos de los pantalones a diez centímetros de los zapatos… Con tacones medía cinco centímetros más. Tenía en el pelo la gomina suficiente para engrasar todas las sartenes de casa Hanson” En julio de ese mismo 1946 te dirigiste a Atlantic City para actuar en el 500 Club, un garito propiedad de Paul “Skinny” D’Amato donde sólo actuaban cómicos y cantantes desconocidos. Y allí te enteraste de que Skinny buscaba un cantante para suplir a otro de muy dudosas cualidades. “Pensé en Dean. Fue así, espontáneo, sin esforzarme. Nos escribíamos de vez en cuando. Su última postal había llegado desde Chicago…" Skinny llamó por teléfono a Lou Perry, el representante de Martin. Al día siguiente, Dean llegaba a Atlantic City y, aquella misma noche, ofrecía allí su primera actuación cantando cinco piezas. Después salías tú con tu número de música pregrabada, pero Skinny quería que Dean y tú actuárais juntos y…
“El siguiente número empezó. El público se puso en pie. Los cuatro. Literalmente una audiencia de cuatro personas… Hicimos un espectáculo de tres horas. Jugamos con unos platos que se rompieron e intentamos algunos golpes de efecto. Yo dirigí a la orquesta, de tres miembros, con un zapato, quemé sus partituras, di saltos, correteé entre las mesas, me senté con los clientes y no dejé de hablar mientras Dean seguía cantando… Las dos parejas que había en la sala se morían de risa. Miré a Dean y pensé que en aquella sala habíamos empezado a comernos el mundo.” Pronto alquilaste una máquina de escribir para dar forma al número y, a las tres noches de empezar, comenzaron a formarse largas colas… “Durante el fin de semana las colas iban más allá de la acera. De modo que Skinny D’Amato nos subió el sueldo a 750 dólares y nos hizo un contrato por cuatro semanas. Entonces, gente de todas partes del país solicitó reservas; algunos estaban dispuestos a pagar cualquier precio por una mesa cercana al escenario. La prensa les ayudó a abrir el apetito… Todos predecían que seríamos el hallazgo cómico del año.” Y así fue. A partir de entonces fuisteis de club en club. Y de éxito en éxito.
En 1948 tuvisteis vuestro debut televisivo como Martin y
Lewis en un episodio de “Toast of town”, programa musical presentado por Ed
Sullivan, y en un episodio de “Welcome aboard”, programa de variedades en el que también aparecía el actor y
cómico estadounidense Phil Silvers.
Y en cuanto al cine, todo empezó la noche de estreno en el Slapsie
Maxie’s de Hollywood…
“Diez minutos antes de empezar: Dean y yo, desde detrás del
telón, observamos la sala; ¡y qué sala! El fabuloso espectáculo del todo
Hollywood, toda la estancia llena de elegancia y de buen gusto… Cary Grant y
Joan Crawford charlan en una mesa, Humphrey Bogart entra diciendo: ‘¡Tengo una
reserva!’, mientras Edward G. Robinson está tan tranquilo ante Bette Davis, que
le pide indignada que se largue de su mesa. Y allí están Ronald Reagan con Jane
Wyman, Jimmy Stewart, la figura esbelta de Gary Cooper en una mesa muy cerca
del escenario… Reconocí también a productores como Sam Goldwyn, Darryl Zannuck,
Jerry Wald… ¡y Hal Wallis!”
Vuestro debut en la gran pantalla fue en 1949 a través de “Mi amiga Irma” (My friend Irma) y bajo la dirección de George Marshall…
“Primero tuvimos que hacer una serie de pruebas cinematográficas. Dean, en el papel de Steve, el elegante y seductor propietario de un puesto de zumos de naranja, se ajustaba perfectamente. En cuanto a mí, tenía que meterme en la piel de Al, un tipo chistoso y fanfarrón de los que se encuentran en las carreras de caballos. Me puse a luchar con el guión, pero cuanto más me esforzaba, más frustrante era el resultado. Yo no era Al, y era perfectamente consciente de ello…” Al ver las pruebas en la sala de proyecciones, pudisteis comprobar que, efectivamente, tú no encajabas en absoluto con tu personaje. Así que al día siguiente fuiste a ver al guionista Cy Howard, creador del original radiofónico de “My friend Irma” y, en un par de horas, teníais creado un nuevo personaje para ti que recibió el nombre de Seymour.“Y Seymour era el mismo muchacho que Hal Wallis había visto en el Copa, el mismo que Cy Howard y George Marshall habían visto en el Slapsie Maxie’s… Y así fue como el asunto empezó a funcionar. Me interpreté a mí mismo en el papel de un muchacho con la edad mental de un crío de nueve años. Y a partir de entonces tal fue casi siempre, con algunas excepciones, mi papel en la pantalla”
Antes de vuestro siguiente título cinematográfico, Dean y tú aparecísteis juntos en “Screen the snapshots: Meet the winners”, cortometraje de 1950 presentado por Bob Hope…… Y en ese mismo año de 1950 otros dos largometrajes: “Mi amiga Irma va al Oeste” (My friend Irma goes West), donde Dean y tú repetíais los mismos personajes de Steve y Seymour, respectivamente, pero esta vez dirigidos por Hal Walker; y “Vaya par de soldados” (At war with the Army) (1950), también bajo las dirección de Walker.
Rotundo éxito en el cine, en la radio, en los clubs nocturnos, estadios y auditorios de una punta a otra del país… Y en la televisión, al firmar un contrato para la temporada de otoño-invierno de 1950-1951 para The Colgate Comedy Hour de la NBC, contrato que luego se alargaría hasta 1955.
El 2 de mayo de 1954, aparecíais en The Colgate Comedy Hour acompañando a The Treniers y su “Rock is our business”, tema inspirado en el “Rhythm is our business” de Jimmie Lunceford de los años 30.“A principios de los años cincuenta todos los días eran como el día de la fiesta nacional, con fuegos artificiales por todas partes; aquello era irreal, sobrecogedor y enloquecido. ¡Y la ‘Colgate Comedy Hour’ era eso y más!”
En 1955 nos presentábais también en The Colgate Comedy Hour, genialmente acompañados por The Norman Luboff Choir, “Sometimes I’m happy (Sometimes I’m blue)", canción escrita en 1927 por Vincent Youmans e Irving Caesar.“Los ensayos se sucedían a un ritmo vertiginoso, de lunes a sábado, todo el día y parte de la noche, casi sin tiempo para tomarse un descanso en el cuarto de baño o salir corriendo a tomar algo al Stage Delicatessen de la Séptima Avenida”
Y el 18 de septiembre de 1955, The Colgate Comedy Hour os presentaba de nuevo acompañando esta vez a Freddie Bell and The Bellboys y entonando el extraordinario “Shake a hand” escrito en 1953 por el trompetista Joe Morris. En ese mismo programa, Dean y tú nos deleitábais también con vuestra versión del “Side by side” compuesto en 1927 por Gus Kahn y Harry M. Woods.“Cuando llegaba la hora de acostarse me iba a mi suite del Essex House, cansado como un minero, y sólo prestaba atención a los mensajes telefónicos importantes”
A un tiempo continuábais en la gran pantalla sumando nuevos títulos cinematográficos…“En el plazo de quince meses habíamos rodado ‘That’s my boy’ y “The Stooge”, estábamos trabajando en otra película titulada ‘Sailor beware’ y pronto empezaríamos con ‘Jumping Jacks’. Siempre la misma fórmula, la misma estructura cómica”
Tras ser dirigidos en 1953 por George Marshall en “Una herencia de miedo” (Scared stiff), Dean y tú volvíais a coincidir ese mismo año, y bajo las órdenes de Norman Taurog, en “¡
Qué par de golfantes!” (The Caddy), entretenido largometraje en el que el que Dean y tú dábais vida, respectivamente, a Joe Anthony y Harvey Miller, Jr.Después llegaba “El jinete loco” (Money from home), también a las órdenes de George Marshall. Ya en 1954, “
Viviendo su vida” (Living it up), compartiendo cartel con Janet Leigh, Edward Arnold y Sig Ruman y de nuevo dirigidos por Norman Taurog; y “3 Ring Circus” a las órdenes de Joseph Pevney.En 1955 tres títulos más: “Un fresco en apuros” (You’re never too young), una vez más dirigidos por Norman Taurog; “Artistas y modelos” (Artists and models), bajo las órdenes de Frank Tashlin; y “Juntos ante el peligro” (Pardners), de nuevo con Norman Taurog como director.
Finalmente, en 1956, rodábais vuestra última película juntos, “
Loco por Anita” (Hollywood or bust) compartiendo aquí cartel con la mismísima Anita Ekbert, quien acababa de rodar “Guerra y paz” pero aún le quedaban cuatro años para ser mundialmente famosa por su papel de Sylvia en “La dolce vita”. En este último título de vuestra carrera cinematográfica conjunta érais dirigidos, de nuevo, por Frank Tashlin. “Tashlin era un tipo enorme que desplazaba lentamente la masa de su cuerpo de un lado a otro, mientras que su cerebro se movía a una velocidad vertiginosa. Su conocimiento del género cómico sobrepasaba con mucho el de cualquier director con el que yo hubiera trabajado. Lo que aprendí de él no tiene precio, pues no existe en el mundo universidad en que se enseñe a tener ocurrencias divertidas” Tras este título cinematográfico tan sólo quedaron ya algunos compromisos que cumplir, incluídas dos semanas en el Copacabana, vuestras últimas actuaciones juntos…Pero a nosotros nos quedarán siempre vuestras canciones, vuestras películas, vuestras actuaciones. Y la genial profesionalidad de una extraordinaria pareja de artistas mundialmente conocida como
Martin and Lewis “Dean era el mejor comparsa de la historia del mundo del espectáculo. Su sentido del tiempo y de la oportunidad era perfecto, infinito, y tan frágil que casi parecía que no hiciera nada. Y ahí, precisamente, estaba la magia que da forma y sustancia a la actuación. Eso era lo que hacía que Martin y Lewis funcionaran. La verdad es que yo jamás lo hubiera hecho tan bien con cualquier otro” Precioso, Jerry. Un honor y todo un lujo que hayas estado con nosotros una vez más. Mil gracias y hasta la próxima.Jerry Lewis por Jerry Lewis. Memorias. Parsifal Ediciones. 1983