Una de las líneas maestras del pensamiento de Marx es que todo, absolutamente todo, incluso el arte, la filosofía, la ciencia, etc., no son más que superestructuras económicas, lo que nuestro filósofo nacional tradujo de una manera muy “sui generis”: “yo soy yo y mi circunstancia”.
El caso es si tomamos 2 equipos de fútbol, uno que se basa en una economía rigurosamente neo liberal, ultracapitalista que lo fía todo al poder radicalmente ruin, nocivo, corruptor del dinero y otro que, participando en la lucha a muerte que hoy supone la simple supervivencia en cualquier medio, ha apostado por una economía basada en la propia producción interna, que trata de mantener y defender su marca industrial y comercial en el mundo, intentando que su producto final se base en lo espontáneo, en lo natural, en el producto interno de una entidad que se manifiesta como esencialmente cooperativista, los productos resultantes son tan opuestos como las propias filosofías productivas que los sustentan.Uno pudre hasta las raíces todo lo que toca. Produce una serie de futbolistas engreídos, prepotentes, pretenciosos, que creen que se lo merecen todo por pertenecer a un entidad que lo basa todo en el poder económico, que constituyen una especie de aristocracia del juego que debe de ser intangible por su propia naturaleza y así nos encontramos con que el producto prototípico de la marca, en una lance de un partido, molesto por la natural oposición que le hace un jugador del equipo contrario, le dice “oye, pero tú ¿quién eres, cómo te llamas, cuánto cobras? ¿Como te atreves a intentar tratarme a mí, como a un igual? ¿Tú sabes cuánto se ha pagado por mí y lo que yo cobro?”.Este lance, que es conocido por todos los que de alguna manera seguimos esto del fútbol no como un mundo aparte con sus propias reglas, absolutamente específico, sino como una emanación más de las circunstancias económicas en que el tal juego se integra y manifiesta, ni siquiera ha provocado suavísimas críticas en esa serie de medios de comunicación que constituyen lo que se ha dado en denominar “caverna mediática”, “la brunete mediática”, o “la central lechera”, que mira con una especie de benevolente simpatía las mayores atrocidades que este conjunto de prepotentes desnaturalizados está llevando a cabo, porque no tiene otro remedio ya que una actuación semejante es la misma que se produce en otros niveles y ámbitos cuando entran en contacto el ciudadano normal, que se ha visto sometido a lo largo de toda su existencia a un procedimiento de total sumisión a las estructuras dominantes en un medio rigurosamente neocons ultraliberal capitalista, en el que naturalmente se produce una forzada y canallesca convivencia, en la que los que tienen, por nacimiento o adquisición basada en situaciones de auténtico y antinatural estatus, la condición de privilegiados, imponen a los que les rodean una serie de obstáculos y barreras que se basan únicamente en la mejor posición económica.Decía uno de estos endiosados individuos, cuando se le preguntaba si preveía que su equipo estaba cerca ya de volver a ocupar el lugar de absoluto privilegio que siempre había ostentado, que dicho acontecimiento, que ellos volvieran a situarse en la posición hegemónica a la que estaban tradicionalmente acostumbrados, era ya inminente puesto que la situación actual era absolutamente antinatural, y los milagros o las maldiciones son cosas por su propia naturaleza esencialmente efímeras.Y otro más, al que la masa informe ha encumbrado a las alturas no sólo del buen hacer social sino incluso personal, entronizándolo en la absurda situación de una persona no sólo inteligente sino también educada, afirmaba sin ninguna clase de rubor que el equipo que los desplazaba del primer puesto en el escalafón mundial lo hacía por haberse implantado una especie de moda absurda y antinatural pero que, como todo el mundo sabe, las modas son eminentemente pasajeras.Pero, volviendo a la esencia del tema en cuestión: los componentes de este equipo, que lo basa todo en la mayor de las prepotencias económicas, en las tácticas del más feroz de los ultracapitalismos, neoliberales, neocons, desde el más alto de los que lo componen, el presidente de la institución hasta el último utillero, que se encarga de colocar las calcetas, las medias, las botas y el resto de la equipación para que estos nuevos señores de la guerra los vistan con el menor esfuerzo, se hallan de tal manera imbuidos de su excelencia esencial, natural, constitutiva de su propia condición, que exigen al resto de la sociedad en la que se insertan que les tribute un ineludible trato de favor de tal manera que si, por cualquier extraordinaria circunstancia, las cosas no suceden con la obligada necesidad, o sea, si ellos, por lo que sea, no ocupan el lugar hegemónico que les perteneces por naturaleza y gracia, todo el universo debe rebelarse contra esta antinatural situación con todos los medios y con todas las fuerzas, tanto más exigentes y duras en su ejercicio cuanto más larga sea esa artificial privación que un equipucho constituido por 4 tuercebotas, producido de una manera artesanal en un rincón casi ignorado de la maldita Catalunya, se haya atrevido a usurpar el lugar que pertenece por historia y tradición a las más nobles esencias de la Patria, así, con mayúscula.Y si no lo hacen por las buenas, inclinando espontáneamente la cerviz, y proclamando a voz en grito eso de “Sí, Bwana, como usted mande, amo, Bwana”, lo harán por las malas, mediante la presión irresistible que se les va a hacer, que ya se les está haciendo, desde todas las instancias del poder de la nación para que voluntariamente se aparten de ese lugar de privilegio que actualmente usurpan, y la caída será tanto más dura cuanto más se resistan, porque no sólo acabarán perdiendo indefectiblemente todos los partidos que jueguen, porque los milagros de vencer en las más duras de todas las contiendas y en las peores condiciones, luchando no sólo contra los 11 componentes del equipo de todas las Españas, sino contra las portadas de casi toda la prensa nacional, contra los estamentos oficiales e institucionales que imparten una justicia tan falsa como canallesca, contra el juego obscenamente sucio de que todo un país favorezca a quien domina toda la economía nacional a través de todas las empresas importantes de todos los ramos de la producción y por ende las páginas y los espacios radiofónicos y televisivos en los que se van a insertar, si sus empresarios son lo suficientemente inteligentes, todos los enriquecedores anuncios de todas las empresas del amo cuasi total de la economía española.O sea que acabo como empecé citando a Marx: el arte, la filosofía, el deporte, la ciencia, etc., no son más que superestructuras de la puñetera, de la asquerosa, de la obscena, de la desvergonzada economía. Amén.