El pensamiento marxista relativo al género se ha centrado en el análisis del trabajo doméstico y su relación con el capital.
El marxismo es la primera teoría que reconoce y valora el carácter económico de la producción doméstica, como generador de valores. Desde el marxismo más tradicional se considera que la configuración de la familia y el trabajo doméstico forman parte de la lógica del capital, por lo que la lucha de las mujeres por su liberación forma parte de la lucha de clases.
La relación entre marxismo y feminismo es complicada; el feminismo ha pretendido que la crítica marxista de la economía de mercado y al sistema de producción capitalista extendiese la noción de explotación al interior de la familia, considerando la subordinación de las mujeres bajo el patriarcado como una forma de explotación anterior a la explotación de case.
El feminismo marxista es una corriente de la teoría feminista que defiende la abolición del capitalismo y la implantación del socialismo como forma de liberación de las mujeres, partiendo de que el sistema capitalista conlleva la opresión de las mujeres, materializada en la desigualdad económica, confusión política, moral burguesa y relaciones sociales insalubles.
Hubo marxistas que se acercaron a la problemática del sexismo, como Alexandra Kolontái o Trostki.
Alexandra Kolontái
Fue una destacada política marxista rusa. Comunista y revolucionaria, fue la primera mujer de la historia en ocupar un puesto en el Gobierno de una nación.
Trató el tema de la liberación sexual femenina en dos de sus obras: La Nueva Mujer y El Amor en la Sociedad Comunista. Para ella, la mujer nueva se caracterizaría por exigencias propias, afirmando su personalidad, protestando por la servidumbre de la mujer dentro del Estado y de la familia, luchando por sus derechos.
El matrimonio que convertía a la esposa en una propiedad más del marido sería sustituido por la unión libre entre sexos, basada en el verdadero y puro amor y no en lazos contractuales.