Revista Cultura y Ocio

Mary Higgins Clark: "Negro como el mar"

Publicado el 26 enero 2018 por Juancarlos53
Hay nombres de autores que, a pesar de verlos con frecuencia en los expositores de las librerías, en los kioskos de aeropuertos y/o estaciones de tren o autobús, jamás me he puesto a leer. Hay en ellos una especie de oculto aviso o desprenden un efluvio que parece decirme algo así como ¡evítame! La autora cuya obra reseño hoy pertenece a este numeroso grupo. Ni que decir tiene que me he llevado grandes -¡y afortunados!- desengaños con muchos de ellos, pero, penosamente, no ha sido así en esta ocasión.
La autoraMary Higgins Clark, Danielle Stell, best-sellersMary Higgins Clark es una mujer de 90 años que debutó con gran éxito en el género del suspense  en 1974 con "¿Dónde están los niños?". Tenía entonces 47 años y hasta ese momento había realizado relatos radiofónicos de unos cuatro minutos de duración y se había iniciado en el terreno de la escritura propiamente dicha con un relato ficticio sobre la vida de 'George Washington' que había pasado sin pena ni gloria. 
Su primera novela de suspense tuvo un éxito fulgurante y desde ese momento se convirtió, en opinión de algunos críticos literarios, en la reina norteamericana del suspense. Según la Wikipedia 57 novelas -35 se dice en la solapa de la edición que he manejado- de suspense ha escrito antes de ésta que acabo de leer. Muchas de ellas han sido adaptadas al cine y/o la televisión pues el estilo de su escritura con breves capítulos en los que predomina el diálogo está próximo a la manera como se construyen las secuencias cinematográficas.

"Negro como el mar"


Sinopsis (proporcionada por la propia editorial)Deseando huir de la humillante escena del arresto de su prometido la víspera de su boda. Celia Kilbride, experta en joyas, acepta un puesto de trabajo en el transatlántico Queen Charlotte para escapar de la atención pública. Allí conoce a Lady Emily Haywood, de ochenta y seis años, dueña de un collar de esmeraldas de incalculable valor que desea donar a un museo tras el crucero.
Pero el tercer día de travesía encuentran a Lady Emily muerta y el collar ha desaparecido. La lista de sospechosos no hace más que crecer. Celia se dispone a encontrar al asesino sin darse cuenta de que se ha puesto en peligro mortal antes de que el crucero llegue a su fin.____________
 Mi opiniónMe he llevado una gran desilusión con esta novela de la "reina de la alta tensión" en palabras de The New Yorker que imagino harán referencia a otros títulos de la escritora pues éste tiene poquito de todo excepto de una cosa: previsibilidad. Y que una novela de misterio, como ésta es, sea previsible es sobre todo demérito.
Novelas de suspense, best-seller, Mala literaturaEl escenario es habitual en este tipo de relatos: un trasatlántico de lujo, el Queen Charlotte, que pretende emular en lujo y exclusividad al "Queen Elizabeth", al "Queen Mary" o, al "Titánic" que hace poco más de un siglo hizo la famosa y fallida travesía de Southampton a Nueva York, exactamente la contraria que el Queen Charlotte está iniciando en el momento en que comenzamos a leer la novela. Gregory Morrison es el armador de este lujoso transatlántico y lo que él desea es que el barco sea admirado por el placer que se desprende de él y no por sucesos siniestros que despierten una cierta semejanza, siquiera lejana con el 'Titánic' de infausto recuerdo. Pero basta que quieras que algo no ocurra para que todo te conduzca a ello. Y así a bordo del buque habrá de todo: hombres que caen al mar, asesinatos, robos...
Estamos ante una novela tipo las que construía Agatha Christie cuando recluía a sus personajes en un espacio cerrado donde sucedía un crimen. El asesino, en esas narraciones, estaba entre los asistentes a ese viaje ('Asesinato en el orient Exprés', 1934) o en esa isla a la que habían sido invitados ('Diez negritos', 1939). Al igual que en ese tipo de novelas de la novelista belga, Higgins Clark recluye a sus personajes en un espacio cerrado, una cárcel de oro en esta ocasión, un lujoso transatlántico. En él viaja una rica octogenaria, Lady Em, poseedora de una joya única, el collar de Cleopatra, reclamado por Egipto, que ella piensa donar a un museo norteamericano. Los asesores financieros de Lady Em, Mr. Roger Pearson  y su esposa Yvonne; su secretaria particular, Mrs. Brenda; Ted Cavannagh, interesado en que el collar vuelva a manos egipcias; la experta en gemología, Celia Kilbride; el capitán del barco; un misterioso agente de la Interpol que dice haber sido enviado por la Agencia para evitar que el famoso ladrón 'El hombre de las Mil caras' se haga con la joya; un experto en Shakespeare que ameniza el viaje dando conferencias sobre el bardo inglés; el matrimonio formado por Alvirah y Willy Meehan que, curiosos, investigan los sucesos... En fin, un universo de personajes que revolotean alrededor de la adinerada anciana y sobre los que recaen todas las sospechas cuando ésta aparezca asesinada.
El planteamiento anterior no está mal. Pero el proceso de realización, en mi opinión, falla con estrépito y no logra mantener mínimamente el interés del lector. ¿Por qué? Pues, sencillamente porque todo lo que sucede  es previsible: Son previsibles las posibles relaciones amorosa entre personajes; es más que previsible el principal sospechoso; previsible, en fin, es todo lo que sucede en el barco y que, naturalmente, no voy a decir aquí. Y no lo voy a decir porque la buena literatura se aprende también leyendo libros no tan buenos, novelas fallidas como ésta de la gran Mary Higgins Clark que, quizás por edad [he leído en las redes sociales que ella ya no escribe los libros que llevan su firma, ¡glups!] ya no maneja los resortes narrativos con la maestría de hace unos años cuando consiguió alzarse, entonces sí que sí, con el título de "la gran dama del thriller estadounidense".De todo el relato me cuesta salvar alguna cosa. Y es que todo en él me parece fallido:
  • Los personajes son completamente `planos', y eso en una novela de personajes es grave por demás.
  • No hay alusión alguna a la concreta realidad social de los Estados Unidos de donde proceden los pasajeros.
  • La imagen que se nos transmite de la sociedad norteamericana es de un clasismo feroz con ignorancia total de cualquier otro estrato que no sea el de la clase alta; es más, con frecuencia se alude a lo desagradecida que es la clase trabajadora al no saber reconocer debidamente los esfuerzos de los ricos que los emplean y les pagan el sueldo: "Hace un tiempo, un cocinero que llevaba casi veinte años conmigo, a cuyos hijos pagué los estudios, empezó a hinchar mis facturas de comida y alcohol." [dice la rica Lady Em a Celia]
  • Las referencias culturales son pocas y muy manidas:
    • [Brenda] "pudo sentir los brazos de Ralphie alrededor de su cuerpo mientras empezaba a leer los tiernos pasajes del periplo de Jane Eyre de tragedia en tragedia hasta su reconciliación con el señor Rochester"
    • [Anna DeMille, divorciada hace ya quince años de su marido, y que ha ganado el viaje en un concurso radiofónico, piensa antes de bajar al comedor del Queen Charlotte] que "<>. Esa era su frase favorita de Scarlett O'Hara, su modelo de mujer".
    • A uno de los personajes se lo compara con un personaje de una tira cómica existente en USA desde los años 20: "Devon Michaelson, el Dick Tracy de la Interpol".
    • "Pronto estaremos todos en cubierta cantando el 'Nearer, my God, to there, nearer to there...', como en la película Titánic".
FinalComo aspecto positivo sólo destacaría el ritmo que el autor da al relato y que hace que la lectura resulte ágil y muy viva, pero también, muy poco satisfactoria pues no aporta nada al lector ni en el terreno de la intriga, ni en el del conocimiento, ni, por supuesto, en el propiamente literario.



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