Mary Oliver | El pájaro rojo
La huerta
He soñado
He alimentado
la ambición.
He cambiadonoches de sueño
por horas de trabajo.
Ah, y he descubiertocómo el brote suave
se convierte en fruta verde
que se convierte en fruta dulce.Ah, y he descubierto
que todos los vientos son fríos
al finaly las hojas
tan lindas, tantas,
se evaporanen el gran
envoltorio negro del tiempo
en el gran envoltorio negrodel deseo
y que la madurez
de la manzanaes su caída.
Una historia de verano
Cuando el colibrí
en la trompeta de la parra
en el embudo
de las flores
y su lenguase hunde
palpitante
me enciendo
otra vez, me sorprendo:pequeñas cosas, a nuestro alcance
existen en el mundo
que no están hechas
de oroni de poder —
que nadie posee
ni puede comprar
ni con una montaña de dinero —que simplemente
flotan sobre el mundo
o vagan por el campo
o en los jardineso en lo alto de las parras
y aquí estoy
perdiendo el tiempo
como quien dice, mirandohasta que la mirada se vuelve sentimiento
y entonces, siento que soy yo misma
un pequeño pájaro
terriblemente hambrientocon su piquito explorando y sumergiéndose
y un corazón latiendo urgente
casi a punto de romperse —
soy el hambre y el alivioy también las hojas y las flores
y, como ellas, estoy llena de goce, y me sacudo.
Rojos
Todo el tiempo
que estuve dando clasesen el estado de Virginia
quise ver
al zorro gris.
Finalmente lo encontré.
Estaba en la autopista.
Estaba cantando
su canción de agonía.
Lo levanté
y lo llevé a un campo
mientras los autos seguían pasando.
Me mostró
cómo podía gemir
cómo podía sangrar.
Adiós, le dije
a la luz de su ojo
mientras los autos pasaban.
Dos días después
encontré a su pareja.
Estaba en la autopista.
Estaba cantando
su canción de agonía.
La levanté
y la llevé
al campo
donde gimió
mitad gris
mitad roja
mientras los autos seguían pasando.
Mientras los autos seguían pasando.
Zorro gris y zorra gris.
Rojos, rojos, rojos.
Mary Oliver (Maple Heights, Ohio, 1935), El pájaro rojo. Traducción: Natalia Leiderman y Patricio Foglia. Ediciones Caleta Olivia. Buenos Aires. 2017.