Parece ser que el Sr. Mas apostará por la formación de un nuevo partido político en el que “no sabe qué lugar ocupará”; tiene uno la sensación de que se expresa de forma parecida al soldado que, dirigiéndose a su superior, le espetó “mi capitán, la compañía lleva la marcha cambiada”. Pase lo que pase, en el seno de Convergencia o en otra etiqueta de perfil similar, D. Arturo será protagonista, líder mesiánico, víctima propiciatoria del abuso español y una larga colección de etcéteras que el independentismo ha venido inculcando a sus adeptos desde hace décadas, ayudado por la inacción y la tolerancia mal entendida de gobiernos centrales socialistas y populares. No auguro un futuro brillante al político catalán; salpicado por los escándalos financieros de su predecesor, posee cuentas de origen cuestionable y su relación personal y familiar con el clan Pujol es sobradamente conocido; después, en el plano ideológico, puede darse la paradoja de votar junto a formaciones emergentes de color morado y todo ello, con la única finalidad de seguir, como diría la inefable Sra. Mazagatos, en el candelabro. Que le vaya bonito.