Nunca será mi intención ofender al Islam. Ni a Mahoma. Pero tampoco a Jesucristo, a los católicos, a los ortodoxos; tengo total respeto por ateos y agnósticos y por mormones o testigos de Jehová. Sin embargo, me duele ver como se asesina en nombre de la fe, se cercenan los derechos de las mujeres y se amenaza a los países libres desde regímenes políticos sustentados en creencias religiosas. Y me duele especialmente por cuanto nuestros representantes públicos son conniventes con dictadores y asesinos y tolerantes contra los ciudadanos que ejercen su violencia contra los católicos practicantes. El mundo del conocimiento y la cultura, representado por la universidad, consintió la interrupción de un rito religioso, cristiano, por supuesto, a manos de jóvenes “progresistas” que se desnudaron e hicieron amago de sostener relaciones sexuales a la vista de todos. Los mismos que no se oponen a descalzarse para acceder a una mezquita o lucen orgullos el pañuelo palestino, país donde se ahorca a los homosexuales por el hecho de serlo.
Esta idea fue defendida en numerosas ocasiones desde este espacio; su administrador no cambia de opinión, pero quien parece que sí lo hace es el Sr. Rajoy. Ya mira con otros ojos la Alianza de Civilizaciones, ese engendro zapateril. Mejor se ocupaba en civilizar a los ciudadanos en general, en el respeto a las ideas y costumbres de cada uno con el lógico límite que establece la libertad de los demás.
Bien por el Jueves que publica una pseudocaricatura de Mahoma.