Louis Kehlweiler es un expolicía, prematuramente prejubilado por motivos que intuímos poco edificantes. Con la surrealista compañía de su sapo Bufo (que le suele acompañar en el bolsillo para darle cháchara) mata su tiempo vigilando al azar a paseantes de París desde puestos de observación que para nosotros serían bancos de parque, y a los que numera ordenadamente. Al lado del banco 101 descubre entre un excremento de perro lo que parece ser una falange humana.
De tan extraña manera sigue la serie de "Los tres evangelistas", aunque en este episodio el papel de nuestros particulares investigadores está bastante difuminado: aparecen sólo Mathias y Marc y ya hacia el final del libro. En cambio, el muy peculiar Kehlweiler es todo un hallazgo, merecedor por sí solo de una serie (aquí la Vargas se ha cortado para no hacerle sombra a Adamsberg).
Recomendable.
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