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Mas Allá Del Color - (Quinto capítulo - Segunda parte)

Por Amaya27
Mas Allá Del Color - (Quinto capítulo - Segunda parte)Cuando llegó  donde estaba su padre, casi se cae de lo rápido que íba corriendo.—Padre, por favor ayúdeme. –le dijo gritando.Su padre se asustó y la tomó por los hombros.— ¿Qué sucede? —Es John, tiene una herida en la cabeza. Trató de propasarse y yo lo detuve, pero le pegué muy fuerte.Su padre la miró de reojo.— ¿Tu le pegaste? —le preguntó incrédulo.—Sí, lo hice. —le dijo, pero al ver que su padre la miraba con desconfianza, decidió distraerlo. — ¡Vamos! Estoy preocupada porque está tirado en el piso, inconsciente. —lo apresuró.Su padre la siguió y llegaron al invernadero con dos esclavos y el capataz. Thomas se inclinó y tomó el pulso de John.—Parece que está bien. Solo tiene el golpe de la cabeza. —dijo aliviado. Peter ayúdame a cargarlo y a llevarlo a la casa.El hombre lo ayudó a cargarlo y lo llevaron con la madre de Beth, que apenas lo vio, sacó su caja de medicinas y comenzó a curarle. John estaba pálido, pero estaba recobrando la conciencia. Afortunadamente lo hizo cuando su madre ya le había cosido la herida.—Peter, ves a avisarle a los padres de John, que su hijo tuvo un pequeño accidente y que el doctor vendrá a atenderlo.—Sí, señor.—Dauphine dile al cochero que vaya rápido por el doctor.—Sí, amo. —el esclavo se marchó apresuradamente.—Bien ahora me contarás con que fue lo que sucedió exactamente Bethany. La familia de ese muchacho debe venir en camino y debo decirles lo que pasó en realidad.—Padre, el quiso aprovecharse de mí y yo lo detuve. Le pegué con lo primero que tuve a la mano, que resulto ser una rama pesada y por eso quedó inconsciente. —le dijo llorando.No había nada más duro para Thomas Fox, que ver a una hija suya llorando, así que la abrazó y la consoló.—Cálmate hija, no va a pasar nada, si las cosas son como tú dices, hablaré con sus padres y le diré a él, que no vuelva más a esta casa. —le acariciaba el cabello como cuando era niña.—Papá te lo suplico, no me obligues a casarme con nadie.—Pero hija, tienes que hacerlo algún día. ¿A que le temes tanto?—Por favor padre. —solo le dijo eso, no quiso entrar a argumentar con él, sobre el porqué no quería casarse. Estaba segura de que no lo entendería.El se la quedó mirando un momento, tratando de descifrar la respuesta en su rostro.—Bien, pero solo será por una temporada más. Si en ese entonces no has encontrado a alguien de tu agrado, yo escogerá a tu futuro marido.—Gracias padre. —le dijo sonriente, no era mucho tiempo, pero estaba segura de que el hombre de su vida estaba cerca y que pronto lo conocería.
Cuando John se despertó le dijo a su padre que no recordaba mucho de lo que había pasado, pero que la culpa había sido de él, por haberse atrevido a robarle un beso a Beth. Su padre muy serio le dijo, que lo había arruinado todo, actuando de esa forma y que Beth no era como las mujeres a las que parecía que estaba acostumbrado.John se disculpó una y mil veces diciéndole, que no volvería a suceder, pero su padre no prestó atención y le dijo que no volviera mas por su casa, que se había equivocado con él, al pensar que era un caballero. Bethany lo miraba todo desde la salita de costura, pues la habitación donde habían llevado a John para curarlo, quedaba al lado de esta. Los padres de él se lo llevaban a su casa, pero cuando pasó cerca de donde ella estaba, les dijo que le dieran un minuto para disculparse con Beth.Se acercó a la silla donde estaba y sentó a su lado.—Si crees que no recuerdo nada, estás muy equivocada, querida. Sé que no fuiste tú la que me golpeó, pero no me quedaré tranquilo hasta averiguar quién lo hizo y cobrárselas. Nos veremos pronto, mi querida Beth. —se levantó nuevamente y se fue caminado lento con la ayuda de un esclavo.Beth se quedó petrificada, pensando que si el averiguaba quien era el esclavo lo mandaría azotar hasta matarlo. La sola idea de que eso le sucediera a Jeremiah, le producía escalofríos.Su padre salió de la habitación con el ceño fruncido.—Bethany, espero por tu bien que hayas dicho la verdad.Beth tragó en seco, ya no podía echarse para atrás, tenía que mantenerse en la mentira o sería peor, pues su padre se preguntaría porque defendía a un esclavo.—Es la verdad, padre.Thomas asintió y se salió. Ella se quedó allí temblando por los nervios y se acercó a la ventana. Vio a Jeremiah hablar con su padre y se asustó, pero luego notó que su padre estaba tranquilo y Jeremiah también, entonces se relajó. Cuando ya se íba a retirar de la ventana vio que su padre terminaba de hablar con él y que Jeremiah levantaba la mirada, como si hubiera sabido todo el tiempo que ella estaba allí. Sus miradas se encontraron, haciéndola sentir una corriente que la atravesaba de pies a cabeza. Él le sonrió y ella le devolvió el gesto, para luego alejarse de la ventana. Dios que es lo que me hace él, ¿Porque siento mariposas en el estómago cada vez que me mira? Trató de pensar en otra cosa y se concentró en el bordado que estaba haciendo, pero no pasó mucho tiempo para que volviera a pensar en él.
Al día siguiente se levantó temprano y se arregló lo mejor que pudo para ir a una barbacoa que hacían los McInnes, ella estaba un poco nerviosa por lo que le había sucedido el día anterior pero su madre le aconsejó que fuera.  Se levantó muy temprano y su doncella comenzó a ayudarla, de forma que tanto su cuerpo como su rostro estuvieran hermosos para el evento. Ya desde el día anterior los vestidos del baile habían sido guardados en los baúles, así como enaguas, zapatillas y demás implementos para el uso de una dama. —Ama Beth, ¿Desea darse un baño ahora? —Sí Dauphine, es mejor hacerlo ya, porque se nos está haciendo tarde. Ya puedo oir los gritos de papá, apresurándonos. —dijo rodando los ojos.La esclava salió inmediatamente al cuarto de baño y le preparó la tina con agua caliente.La ayudó a darse un baño con agua de rosas, le frotó bien la espalda y le acarició el cabello un rato, como a ella le gustaba. Luego cuando terminó, salió a la habitación donde su doncella la esperaba para frotar su cuerpo con aceite de almendras dulces, una receta de su madre, para que la piel permaneciera suave  y tersa. Inmediatamente se colocó una chemisse de algodón blanco y seguidamente, se colocó las pantaletas también de algodón, que eran largas hasta debajo de las rodillas. Se sentó en la cama y comenzó a colocarse sus medias de color rojo con rallas negras, que le encantaban, pues le daban personalidad, aunque solo fuera debajo del vestido. Le dio a Dauphine la pequeña banda elástica para sostenerlas y pasó a colocarse los zapatos. Enseguida se dirigió al vestier donde estaba su enorme espejo de cuerpo entero, en el que podía verse bien, para salir impecable a cualquier evento donde la invitaban. Eso también era idea de su madre, ya que por lo general desde pequeñas siempre les dijo que debían ser muy perfeccionistas en su arreglo personal. Dauphine la ayudó a colocarse el corsette sobre la chemisse y se le apretó tanto que Beth casi no podía respirar, pero el resultado era perfecto. Su cintura parecía de avispa y le encantaba. Se colocó la falda y la sobrefalda.—Dios, quisiera que no tuviéramos que ponernos tanta tela debajo del vestido. A veces me gustaría vivir en la época de la abuela, donde los vestidos eran simples y sin volumen. — ¿Qué época fue esa ama? ¿Es que hubo algún año en que las mujeres no se vistieron como ahora?—le preguntó Dauphine divertida.—Claro, Dauphine. En 1800, las mujeres no vestían con tanto volumen. Era mucho más cómodo. —Ayúdame con la falda, por favor. —le dijo desesperada por tanta ropa en un día tan caluroso. Luego se colocó la blusa y se miró en el espejo. La falda era de un bello tono azul rey, estampado a cuadros y la blusa era blanca con un ribete del mismo estampado de la falda a nivel del busto. En el cabello se colocó una cinta de color azul y lo dejó suelto, como la mayoría de las veces. De todas formas en la noche tendría que recogerlo, para poder lucir su peinado con su vestido de fiesta.Fueron todos, su padre, su hermano, Eleonor, su madre y ella. Los McInnes eran una familia Irlandesa, que se había asentado en Nueva Orleans desde hacía 50 años y se habían hecho muy amigos de su abuelo, para luego continuar esa amistad de generación en generación. Tenían una hermosa plantación de algodón que colindaba con sus tierras, tal vez por eso muchos de sus esclavos se habían casado con los de ellos y Susan la hija del dueño de la plantación, se había hecho buena amiga de ella. Precisamente hoy celebraban con una parrillada en la mañana, una partida de caza en la tarde y un baile en la noche, el compromiso de esta.Toda la alta sociedad de Nueva Orleans sabía del evento y estaban a la expectativa y todas las chicas casaderas querían ir para conocer a los primos de Susan, que venían directamente de Escocia. Se decía que eran muy apuestos, tenían mucho dinero, y eran de familia noble. La razón principal de que muchas señoritas quisieran conocerlos era sobre todo esta última. Las chicas todavía soñaban con pertenecer a la nobleza, pensando que así mejorarían la sangre en la familia, sin importarles que el hombre con el que se casaban pudiera ser un tirano o alguien con el que fueran infelices para toda la vida.Estuvieron todo el trayecto, hablando de una cosa y de la otra. Su hermana estaba emocionada y no hacía más que decirle a su padre que ya estaba casi en la edad en la que su madre se había casado y que le buscara un hombre importante para casarse. Pero Beth sabía que solo lo decía por rabia con el hermano de John Erhard, ya que él no le ponía atención y la trataba como a una chiquilla.

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