Me gustó leer esta mañana en el periódico, en , creo, en efecto, que lo que este gran escritor llama "el disfrute de la inventiva ajena" es una actividad vivificante. Me encuentro con mucha frecuencia en mis lecturas para mis clases o para mis ocios con esa celebración; hasta el punto de que a veces pienso en que verdaderamente me dedico a eso: a aplaudir el talento de los demás. No hay color si lo comparamos con el amargado vituperio de un prójimo en cualquier medio. Mañana será de nuevo - la columna de Fernando Aramburu, que "pocas actividades ayudan con tanta eficacia a limpiarse por dentro como celebrar el talento de los demás". Sin ese tremendismo de una limpieza interiorya se dio en Extremadura- esa gustosa actividad de admirar lo bueno de quien tiene la importancia de escribir lo importante. La poesía logra fijar en el instante palabra o en el instante texto todo lo que sucede en la línea del tiempo. Me gusta leer a poetas que merodean sobre ideas parecidas. Ada Salas es una de ellas, que, además, lo sustancia por escrito cuando hace un poema en el que escribe: "La arqueología habla de los siglos como si fueran / tiempo. Como si hubiera en ellos / sucesión. Pero esos huesos eran un instante / -eran / ese instante- [...]". En el que se fija en un yacimiento, en una necrópolis y en un esqueleto -una mujer. La mirada hacia el pasado es una reflexión sobre nuestro lugar en el presente que se formaliza en un libro extraordinario que releo ahora para decir algo mañana mientras acompañe otra vez a Ada Salas. Otra vez para disfrutar con la genial creación ajena. Será en una librería del barrio madrileño de Chamberí, casi en la Plaza de Olavide (Calle Olid, 14), en "Olavide. Bar de Libros", a las 19:00 horas. Un placer.