La sociedad española ha engordado durmiendo la siesta al calor de las nanas del consenso. Un consenso salido de la transacción de ambiciones entre los políticos franquistas, socialistas y comunistas, que traicionaron sus ideales y su legado histórico, para que todo cambiara en apariencia sin cambiar el Estado.
Y todo ha cambiado en apariencia, haciéndose más perverso, si cabe, al sustituir la política por la demagogia, y los argumentos racionales por las metáforas y las consignas. Una constitución, la de 1978, nacida de un plan de estabilización, descrito por los sociólogos de la Universidad de Yale, para que no pudiera emerger una ciudadanía con conciencia política capaz de decidir libremente acerca de la naturaleza de su Estado y de su gobierno. Una Transición con camisa de fuerza estadounidense para encorsetar la locura democrática y conjurar la expansión comunista.
Este régimen de poder que padecemos, por incontrolado e incontrolable, es conocido como Monarquía Parlamentaria, pero en realidad su verdadera personalidad es la de una monarquía en un Estado de Partidos, quizás la mayor monstruosidad europea salida de la combinación entre los intereses de las potencias de la Guerra Fría y el Estado de Franco.
Como una quimera de la ambición del Estado y la intromisión extranjera, se ha apoderado de la conciencia colectiva de los españoles a los que ha convertido en seguidores sin criterio de las ambiciones de poder de agentes estatales corrompidos; éstos son los partidos políticos, los sindicatos y la familia real.
Porque conviven como organismos oportunistas sin control de los ciudadanos, porque sirven y se sirven del Estado y repudian a la sociedad civil, porque han convertido a los medios de comunicación en organismos de propaganda, porque el oportunismo de la clase política regional ha llevado a inocular el nacionalismo para sustituir a la sociedad civil por la comunidad regional de símbolos nacionales ambiciosos de un Estado propio, porque se han apoderado de la acción política y han convertido a los ciudadanos en pequeños seres del oportunismo alienados por una memoria colectiva producto del consenso de la clase política.
Extracto del libro “Diez síntesis adefésicas”, publicado por el MCRC y que puede descargar pulsando aquí