Revista Salud y Bienestar

Más de lo mismo (ii)

Por Jagonzalez

 

El tema de esta vez es el que de manera reiterativa hemos abordado en multitud de ocasiones en este y en otros sitios. Podría ser parte de una colección de artículos y, a sabiendas, no vamos a cerrarlo con un “y II”. El asunto de la convivencia entre profesionales de distintas disciplinas, con sus conflictos, éxitos, fracasos, alegrías y miserias da para mucho. Nos detendremos, una vez más, en una cuestión central de la Fisioterapia a raíz de un episodio de tantos que nos han contado sobre ella.

En muchos de los establecimientos sanitarios donde trabajan, los fisioterapeutas comparten pacientes con profesionales de la Medicina Física y de Rehabilitación. Normalmente, estos derivan esos pacientes a aquellos, con una pauta, prescripción, sugerencia o imposición (de esa y otras maneras se puede llamar según el contexto). La manera de afrontar esta situación es variada. En muchos sitios se espera que el fisioterapeuta sea mero ejecutor de lo que indica la derivación, aún en contra de su criterio; en otros, el fisioterapeuta modula, adapta, corrige lo prescrito, con la aquiescencia de la organización, del médico especialista en Rehabilitación o de ambos; en otros, a pesar de que se da la posibilidad de la segunda opción, el fisioterapeuta renuncia a hacerlo por comodidad, pragmatismo o pereza;  en otros (no conocemos ninguno) el fisioterapeuta obvia las indicaciones que se le han transmitido, ocasionando un conflicto, pues cuestionaría así la figura del autor de las mismas.

MÁS DE LO MISMO (II)

Convendría manifestar, entonces, algunos puntos: 

  • La fisioterapia y su ejercicio para diagnóstico, prevención, promoción o tratamiento no precisa legal u obligatoriamente la intermediación de un médico de una especialidad particular. Cualquier especialista puede solicitar la intervención de un fisioterapeuta. Esto es así en el ámbito público y privado. Otra cosa es que los centros, organizaciones sanitarias, mutuas, aseguradoras, etc., decidan contar con esa intermediación. El acceso a fisioterapia, de hecho, es directo en el caso de muchas clínicas y consultas, e incluso de instituciones de mayores proporciones, y no parece descabellado pensar en que la eficacia, eficiencia y seguridad de ello aconsejen a otras adoptar esa forma de atención.
  • La Fisioterapia es una profesión autónoma, con un campo de conocimientos propio a nivel académico y práctico. Parece lógico que los profesionales de la misma sean los que mejor la conozcan y practiquen con garantías. Nada debe hacernos pensar que otro profesional sea más adecuado para ejercerla o indicar las condiciones en que se ejerza.
  • El fisioterapeuta está legalmente capacitado para evaluar a los usuarios que acudan a él, hacer el diagnóstico de fisioterapia,  planificar su intervención, o decidir la no intervención, ejecutar su tratamiento y decidir sobre el cese del mismo. Al menos es eso lo que dice el Boletín Oficial del Estado (núm. 174, de 19 de julio de 2008) sobre las competencias que debe poseer el Grado en Fisioterapia. Si eso supone un solapamiento o pugna con competencias de otros profesionales no implica que unas prevalezcan sobre otras. Creemos. Además, como ya hemos dicho otras veces, obstaculizar la labor del fisioterapeuta acorde a sus competencias contraviene  el sentido común y supone la dilapidación de dinero público y privado invertido en formar a esos profesionales.
  • Los estudiantes de Fisioterapia deben, durante sus estancias en centros sanitarios, integrar sus conocimientos y adquirir y practicar las competencias propias del fisioterapeuta graduado. Indefectiblemente deben evaluar, planificar y tratar a pacientes, y ser capaces de hacerlo con autonomía. Ello implica que no debe ser cuestionable que intervengan en el tratamiento de los pacientes, con las opciones que sus habilidades y conocimientos hagan posibles. Y, aunque con la supervisión de un profesor/tutor, no cabrían restricciones impuestas por pautas o prescripciones de otro profesional. Ello desbarataría la finalidad de las prácticas y supondría no superar cualquier proceso de valoración sobre la acreditación del título. Además de la puesta en juego de unos recursos humanos y crematísticos que no cumplirían con lo que se espera.
  • Nos sorprende que haya desconocimiento entre muchos estudiantes del punto anterior. La comunidad educativa, docentes del entorno académico y del entorno clínico, deberían hacer un esfuerzo por transmitir la finalidad integradora de las prácticas y de las competencias que preceptivamente se deben adquirir, y que conducen a un ejercicio autónomo y responsable, sin dependencias de decisiones o imposiciones de otros profesionales.
  • Aunque la fisioterapia prestada como servicio público  pueda ser una parte menor del conjunto de la misma; aunque la fisioterapia  de Atención Especializada suponga un servicio minúsculo dentro de la Sanidad Pública, su valor social, su visibilidad, su cobertura potencial aconsejan la consideración de los puntos anteriores por las Administraciones y sus responsables, en aras de una gestión más eficiente y acorde con la legislación y las competencias de sus profesionales.
  • Pese a lo que alguien pueda pensar los fisioterapeutas, y las organizaciones que los representan, no están en contra de ningún otro profesional o profesión sanitaria. Faltaría más. Todos compartimos, o debiéramos, el mismo fin. Esto no implica que eludan su responsabilidad en la defensa de sus competencias y en la prestación de una asistencia de calidad y eficiente. Por eso no debe sorprender la disconformidad con dinámicas interdisciplinares en las que la asimetría y jerarquía, difícilmente justificables, fruto quizás de una inercia histórica, sigan presentes.

Creemos haber dejado claro, otra vez, nuestro punto de vista y lo justificado del mismo. Pese a ello, estamos seguros de que volveremos a este asunto, como dijimos, central en la Fisioterapia española. Parece lógico pedir una reflexión sobre la los esquemas estructurales y funcionales presentes en muchos lugares. De ella cabría esperar su modificación, en concordancia con la realidad académica y práctica de la Fisioterapia actual. De otra manera continuaremos desaprovechando el potencial intelectual y humano en el que la sociedad confió un día para contribuir, al menos un poco, al alivio de sus males, a su salud y a su bienestar.

PD:  El lector interesado pueden leer el primer Más de los mismo

 


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