Revista Salud y Bienestar
Más del 70% de los pacientes trasplantados se muestra “muy contento” con su calidad de vida tras la operación
Por Fat
Según un estudio reciente realizado por el Servicio de Nefrología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, que investiga la calidad de vida de las personas sometidas a un trasplante, el 72% de estos pacientes se muestra "muy contento" con su nueva condición de vida y un 68% considera su estado de salud como "bueno". Más del 90% opina que su vida ha cambiado sustancialmente.
La razón de ello, asegura Rosa Alonso Nates, supervisora del Servicio de Nefrología del hospital Universitario Marques de Valdecilla, es que el trasplante supone, muchas veces para el paciente, la propia vida (es el caso de los injertos cardiacos o hepáticos) y siempre una fuente de liberación para los pacientes renales y pancreáticos. "Hay que tener en cuenta", señala la experta, "que los trasplantados de corazón se encuentran antes del trasplante en una situación límite, de ahogo, de fatiga y de inmovilidad, por lo que el injerto supone, simplemente, volver a la vida, volver a la plenitud con un órgano que funciona".
La doctora Alonso asegura que no existen diferencias entre la calidad de vida de los pacientes sometidos a distintos tipos de trasplante, ya que prácticamente todos pueden hacer una vida normal, aunque sí la hay en cuanto a la calidad de vida percibida; es decir, aquella comparada con la anterior a la operación. Por ejemplo, los enfermos renales tienen, antes del injerto, opciones de vivir, porque hay tratamientos que los mantienen en una situación de "normalidad" como la Diálisis Peritoneal o la Hemodiálisis con máquina, que "hacen que se puedan aproximar a una vida normal, aunque una vida pegada a una máquina nunca es una vida normal"; por ello, aunque el beneficio es manifiesto y liberalizador, el cambio en estos pacientes no es tan extremo como en el caso de otros trasplantados.
En cualquier caso, la experta señala que "hay muchos estándares de calidad de vida, y son tan subjetivos como la vida de los distintos pacientes. Es decir, la calidad de vida no depende sólo de unos parámetros antropométricos, sino que está medida por otros factores como es su situación familiar, social y económica, etc."
Por ello, los estudios miden el estado nutricional y los parámetros analíticos, pero también otros aspectos, como el bienestar familiar y social. "Sin duda", resume la experta, "un trasplante afecta a lo social y a lo emocional, pero hay que concienciar a los pacientes de que deben potenciar el cuidado de su salud y del entorno antes de la operación, porque el trasplante proporciona el bienestar personal, pero no aquel que depende del medio. Lo importante es que el paciente no se abandone antes del trasplante, algo que ocurre a menudo, pues éste lo que le va a permitir es retomar la vida que tuviera antes de injerto, y no otra".
-La esperanza de vida de los trasplantados
El aumento de la esperanza de vida es un aspecto fundamental para las personas sometidas a un trasplante, pero la doctora Alonso recuerda que, además del trasplante el resultado depende de otros factores, como la edad del receptor y del donante y las patologías secundarias que acompañen al órgano que propicie directamente el trasplante, por ejemplo, un paciente renal en tratamiento con diálisis puede ser además un insuficiente cardiaco.
"No sólo importa el aumento de la esperanza de vida", asegura la experta, "sino la esperanza de vida que el trasplantado cree que tiene, su percepción". En líneas generales, "al mejorar el estado de ánimo, por ejemplo, al dejar de depender de una máquina en casos de trasplantados renales, también lo hace el estado de salud".
-¿Cómo es la vida de un trasplantado? Consejos para Navidad
La vida de una persona cambia de manera radical tras someterse a un trasplante; además de tener que acudir menos a los hospitales, aspectos como la dieta tan severa durante los tratamiento, ven como cambia de manera importante y les acerca aún más a la normalidad; como explica la experta: "el paciente puede abandonar la rigurosidad y severidad de la dieta que le imponía su enfermedad antes del injerto, aunque tiene que tener en cuenta que hay ciertos alimentos de los que no conviene abusar".
Por eso, si bien una vez trasplantado la dieta del paciente puede ser parecida a la de las personas no operadas, sí ha de tener especial cuidado con algunos aspectos de ella. La liberación que supone para el trasplantado el nuevo órgano debe ser, según la especialista, "relativa, porque los cuidados hacia la salud deben durar para siempre".
Una de las razones es que casi todos los medicamentos inmunosupresores, indicados para estos pacientes para evitar el rechazo del órgano trasplantado, "producen aumentos en el colesterol, los triglicéridos, la glucosa y el ácido úrico; es decir, aumentan el riesgo de accidente vascular".
Así, los trasplantados renales, por ejemplo, deben tener especial cuidado con los alimentos muy ricos en potasio, presente en todos los dulce navideños y que es "un enemigo de los músculos, siendo el corazón uno de ellos, por lo que puede ocasionar en él trastornos severos", según la experta, aconseja caminar al aire libre sin olvidar la protección de los rayos solares que pueden potenciar enfermedades degenerativas de la piel.
Según la Dra. Alonso, "de cara a las Navidades, lo único que tienen que hacer estas personas es limitar el consumo de marisco y dulces, ya que aportan mucho potasio, ácido úrico y fósforo".
Los trasplantados renales, continúa la especialista, "también han de tener cuidado con la sal, porque retiene líquidos, aumenta el peso y con él la fatiga, y con los lácteos, porque contienen mucho fósforo y sodio, y resultan por ello perjudiciales". Lo ideal para ellos, es "comer de todo pero con moderación".
La razón de ello, asegura Rosa Alonso Nates, supervisora del Servicio de Nefrología del hospital Universitario Marques de Valdecilla, es que el trasplante supone, muchas veces para el paciente, la propia vida (es el caso de los injertos cardiacos o hepáticos) y siempre una fuente de liberación para los pacientes renales y pancreáticos. "Hay que tener en cuenta", señala la experta, "que los trasplantados de corazón se encuentran antes del trasplante en una situación límite, de ahogo, de fatiga y de inmovilidad, por lo que el injerto supone, simplemente, volver a la vida, volver a la plenitud con un órgano que funciona".
La doctora Alonso asegura que no existen diferencias entre la calidad de vida de los pacientes sometidos a distintos tipos de trasplante, ya que prácticamente todos pueden hacer una vida normal, aunque sí la hay en cuanto a la calidad de vida percibida; es decir, aquella comparada con la anterior a la operación. Por ejemplo, los enfermos renales tienen, antes del injerto, opciones de vivir, porque hay tratamientos que los mantienen en una situación de "normalidad" como la Diálisis Peritoneal o la Hemodiálisis con máquina, que "hacen que se puedan aproximar a una vida normal, aunque una vida pegada a una máquina nunca es una vida normal"; por ello, aunque el beneficio es manifiesto y liberalizador, el cambio en estos pacientes no es tan extremo como en el caso de otros trasplantados.
En cualquier caso, la experta señala que "hay muchos estándares de calidad de vida, y son tan subjetivos como la vida de los distintos pacientes. Es decir, la calidad de vida no depende sólo de unos parámetros antropométricos, sino que está medida por otros factores como es su situación familiar, social y económica, etc."
Por ello, los estudios miden el estado nutricional y los parámetros analíticos, pero también otros aspectos, como el bienestar familiar y social. "Sin duda", resume la experta, "un trasplante afecta a lo social y a lo emocional, pero hay que concienciar a los pacientes de que deben potenciar el cuidado de su salud y del entorno antes de la operación, porque el trasplante proporciona el bienestar personal, pero no aquel que depende del medio. Lo importante es que el paciente no se abandone antes del trasplante, algo que ocurre a menudo, pues éste lo que le va a permitir es retomar la vida que tuviera antes de injerto, y no otra".
-La esperanza de vida de los trasplantados
El aumento de la esperanza de vida es un aspecto fundamental para las personas sometidas a un trasplante, pero la doctora Alonso recuerda que, además del trasplante el resultado depende de otros factores, como la edad del receptor y del donante y las patologías secundarias que acompañen al órgano que propicie directamente el trasplante, por ejemplo, un paciente renal en tratamiento con diálisis puede ser además un insuficiente cardiaco.
"No sólo importa el aumento de la esperanza de vida", asegura la experta, "sino la esperanza de vida que el trasplantado cree que tiene, su percepción". En líneas generales, "al mejorar el estado de ánimo, por ejemplo, al dejar de depender de una máquina en casos de trasplantados renales, también lo hace el estado de salud".
-¿Cómo es la vida de un trasplantado? Consejos para Navidad
La vida de una persona cambia de manera radical tras someterse a un trasplante; además de tener que acudir menos a los hospitales, aspectos como la dieta tan severa durante los tratamiento, ven como cambia de manera importante y les acerca aún más a la normalidad; como explica la experta: "el paciente puede abandonar la rigurosidad y severidad de la dieta que le imponía su enfermedad antes del injerto, aunque tiene que tener en cuenta que hay ciertos alimentos de los que no conviene abusar".
Por eso, si bien una vez trasplantado la dieta del paciente puede ser parecida a la de las personas no operadas, sí ha de tener especial cuidado con algunos aspectos de ella. La liberación que supone para el trasplantado el nuevo órgano debe ser, según la especialista, "relativa, porque los cuidados hacia la salud deben durar para siempre".
Una de las razones es que casi todos los medicamentos inmunosupresores, indicados para estos pacientes para evitar el rechazo del órgano trasplantado, "producen aumentos en el colesterol, los triglicéridos, la glucosa y el ácido úrico; es decir, aumentan el riesgo de accidente vascular".
Así, los trasplantados renales, por ejemplo, deben tener especial cuidado con los alimentos muy ricos en potasio, presente en todos los dulce navideños y que es "un enemigo de los músculos, siendo el corazón uno de ellos, por lo que puede ocasionar en él trastornos severos", según la experta, aconseja caminar al aire libre sin olvidar la protección de los rayos solares que pueden potenciar enfermedades degenerativas de la piel.
Según la Dra. Alonso, "de cara a las Navidades, lo único que tienen que hacer estas personas es limitar el consumo de marisco y dulces, ya que aportan mucho potasio, ácido úrico y fósforo".
Los trasplantados renales, continúa la especialista, "también han de tener cuidado con la sal, porque retiene líquidos, aumenta el peso y con él la fatiga, y con los lácteos, porque contienen mucho fósforo y sodio, y resultan por ello perjudiciales". Lo ideal para ellos, es "comer de todo pero con moderación".
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