La educación en las escuelas sigue siendo la de siempre desde hace demasiado tiempo. Poco a poco se empiezan a implantar nuevas maneras de educar , pero hace falta mucho más. Y los docentes sobretodo por la falta de medios por parte del gobierno hacen muy difícil tan ardua tarea.
En la sociedad en la que vivimos, la de los adultos que estudiaron en los 80, prima una gran falta de gestión de las emociones. Desembocando en grandes frustraciones, debilidades, baja autoestima, insatisfacción, etc.
Si queremos tener un mundo mejor en el futuro tenemos que empezar por cambiar la educación de los pequeños. Impartiendo una nueva forma de aprender, y sobretodo ayudando a tener una gran inteligencia emocional. Con esto podemos tener la esperanza que los nuevos adultos, crearan un mundo mejor.
La educación que habría que dar no es otra que la de aprender a reconocer y a gestionar las emociones, en vez de hacer ver que no existen y reprimirlas hasta crear una gran bola que perjudica al individuo haciéndolo un ser enfadado, frustrado y por no decir más, una persona infeliz.
Si desde pequeños se enseña a reconocer y poder ponerle un nombre a cada sentimiento, poder comprender el por qué de lo que sentimos y a regularlos de forma eficaz conseguiremos que los adultos del futuro puedan tener relaciones satisfactorias.
Podrán expresar con facilidad como se sienten y que necesitan en cada momento de manera asertiva y empática, es decir, teniendo en cuenta los sentimientos de los demás.
En una película de animación infantil de PIXAR, Inside Out, se muestra como todas las emociones son necesarias e importantes para nuestra vida. Evidentemente con un film no se puede aprender a gestionar los sentimientos de la noche a la mañana pero todo son pequeños granitos de arena que suman para crear una gran montaña.
Igual que con películas se puede educar de una forma entretenida y amena. También ayudan mucho los cuentos y libros que hablan de ello todo con lenguaje sencillo y cercano.
También es importante que la familia se implique en dicha enseñanza y dedique un mínimo esfuerzo para hablar y escuchar a sus hijos.
Todo lo que cuento puede parecer una utopía, una enseñanza enfocada en las emociones cuando durante siglos nos han educado para reprimirlas todas, las buenas, pero especialmente las malas.
Pero por utópico que parezca y pese a que los gobiernos dedican pocos recursos a la educación en general (sus intereses tendrán), observo una luz al final del túnel dónde docentes se empiezan a ocupar de estos temas cada vez con más frecuencia y ganas, aunque les pongan piedras en las ruedas.